Capítulo 15

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Ya habían pasado 4 días desde que decidí que lo mejor era alejarme de la motera. No había sido difícil, si nos referimos a la cuestión de evitarla, porque ni siquiera me miraba a la cara. Sin embargo, me jodía un montón estar así, demasiado. No hablaba con ella desde el sábado y se que suena incoherente porque es lo que yo quería, pero que pase de mí me está matando. La hecho de menos, su sonrisa de siempre, incluso sus vaciles. Madre mía, y solo habían pasado cuatro dias.

—Alba tía llevas toda la semana rarísima. —Me dijo Carlos de camino a clase. Mi madre se había ido esta mañana temprano y Sergio y Dani se iban a no sé dónde a pasar la mañana juntos. Carlos y mi hermana iban cogidos de la mano sentados en el coche.

—Eso le digo yo pero me dice que no. —Comento Marina.

—Estoy bien. —Respondí cansada de todas las veces que les he escuchado preguntarme qué me pasa.

—Una mierda. A ti te pasa algo con Natalia. —Dijo Carlos. Ahí estaba otra vez esa sensación de pánico.

—¿Con Natalia de que? ¿Que pinta en esta conversación?

—El Lunes cuando quedamos todos ni os dirigisteis la palabra. —Siguió insistiendo el chico. —Eso no es nada normal en vosotras. Es obvio Alba.

—Déjalo ¿vale? No nos pasa nada. —Le dije cortante.

—Ha intentado algo más contigo ¿no? —Seguia insistiendo Carlos. Caza vez me latía más rápido el corazón. —A parte del tonteo de siempre.

—¿El tonteo de siempre? —Preguntó mi hermana extrañada.

—Lo hace con todos. —Respondí. Estaba empezando a faltarme el aire. Me daba pánico seguir hablando de esto, tenían razón prácticamente en todo lo que decían. —¿Podéis parar... ya... de preguntar? Por favor...

Empezaba a respirar con mucha dificultad, la presión había vuelto a mi pecho. Marina en seguida se dio cuenta de que me estaba dando otro ataque, agarró mi mano con fuerza.

—Respira Alba, respira. Despacio... —Deje de escuchar lo que me estaba diciendo mi hermana, recordé como Natalia me había calmado la última vez y volví a hacer todo lo que ella me dijo. Imaginé la cala con los colores del atardecer, paseando por la orilla escuchando como rompen las olas, un lugar seguro. Poco a poco me fui calmando.

—Lo siento. —Me disculpé.

—No. Lo siento yo. —Dijo Carlos. —Soy gilipollas se me había olvidado lo de tu ansiedad. No debí presionarte tanto perdóname. Soy idiota.

—Si que lo eres. —Le dije riendo. —Esta bien, no pasa nada.

—Lo siento, de verdad.

—No importa Carlitos, ya estoy bien.

»»»»»»»»»»»»»»»»

Estábamos sentadas en el sofá comiéndonos las pizzas que nos habían traído. Marina todavía no había sacado el tema del ataque de esta mañana y supe que no tardaría mucho en hablar de ello. El momento llegó después de acabarnos la primera pizza.

—¿Me vas contar por qué te ha dado un ataque esta mañana?

—Carlos me estaba agobiando. Eso es todo.

—No me lo creo Alba. ¿A qué se refería Carlos con lo del tonteo?

—No es nada. Natalia tontea con todo el mundo, es su forma de vacilar. —Le dije encogiéndome de hombros.

—Natalia es bisexual ¿no?

—Deja ya de hablar de ella. No me pasa nada con ella en serio. Si el otro día paso de mí fue porque tenía un día malo. A veces los tiene. —Le dije para que dejase el tema en paz. Sin éxito.

Runaway || AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora