Capítulo 31

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Estaba en mi habitación tumbada en la cama, como había estado prácticamente toda la semana. Era viernes por la tarde, lo cual me alegraba porque podría pasar los siguientes dos días en la misma posición sin hacer absolutamente nada, no tenía ganas para nada.

Durante la semana, el único momento en el que conseguía distraerme un poco era cuando Miki venía a visitarme por las tardes. Era inevitable que habláramos de Natalia pero intentábamos evitarlo, al fin y al cabo él venía para animarme y que me sintiera mejor, no para recordarme que la persona a la que quería me había dejado sin ninguna explicación. En cierto modo, Miki también se sentía un poco traicionado por Nat, según me comentó, nunca habían estado tanto tiempo sin hablar y nunca se habían ocultado nada.

Cogí mi móvil para cambiar la canción que sonaba por los altavoces de mi habitación. Rota de Babi comenzó a sonar: "A la desgana le ponen las ataduras y cada mañana amordazada con las sábanas. Nadie sabe lo que siento en el cuerpo cuando pido calma y solo abruma el negro". Solté un largo suspiro escuchando la letra, podría haberla compuesto yo perfectamente.

Volví a coger el móvil y abrí el chat de Natalia, ahí estaba todos los mensajes que le había mandado durante la semana. Ni siquiera se había dignado a leerlos, aunque casi que lo prefiero, me sentiría mas ignorada de lo que ya me siento ahora. La canción seguía sonando y empecé a escribirle lo que estaba escuchando, sabiendo que conocía la canción, fue ella quien me la enseñó: "Ahora en serio, digo basta, ya no aguanto más lo juro, que si pretendías matarme te lo has montado de lujo"

Me quedé mirando el mensaje que había mandado pensando en borrarlo cuando en todos ellos apareció un tick azul, me incorporé rápidamente sentándome en la cama. Los segundos parecían pasar más lento de lo normal mientras esperaba una respuesta por parte de la motera. Pero eso no pasó, lo único que ocurrió fue que tanto su estado de conexión como su foto de perfil desaparecieron. "Nat" escribí pero no recibió el mensaje, me había bloqueado. "Vete a la mierda". Dejé el móvil y volví a tumbarme en la cama, al poco tiempo vi a mi madre entrar en mi habitación.

—Mamá, quiero estar sola. —Le dije con desgana. Ignorando lo que le pedí ella se acercó y se sentó en mi cama.

—No puedes seguir así cariño. Te pasas el día aquí encerrada y nos bueno para ti. —Me dijo con voz dulce.

—No se por qué te molesta tanto, es lo que querías. —Reproché.

—Yo nunca he querido verte así. Esa... chica no merece que estés así por ella.

—Cuando alguien como Natalia te deja así... es imposible hacer como si nada.

—Es ella la que debería estar mal por perderte a ti, no al revés. —Comentó. Eso que dijo me pilló por sorpresa. —Alba quiero que entiendas que yo nunca he querido esto, es verdad que no me hacía ninguna gracia pero eres mi hija, te quiero, y quiero que estés feliz, quiero que estés bien.

—Y yo quiero que tu entiendas que Natalia me hacía feliz y no supiste verlo. Ahora que ya no estamos juntas espero que estés contenta.

—No puedo estar contenta cuando mi hija está tan hundida... —Comentó agachando la cabeza, de verdad le dolía verme así. —Bueno solo venía a decirte que ha venido alguien a verte.

—Hola. —Dijo sonriendo la chica que acababa de aparecer por la puerta.

—¿Sabela? —Dije sorprendida al verla. —¿Pero qué haces aquí?

—Sorpresa.

Salí con prisa de la cama y fui a abrazar a mi amiga. Mi madre se marcho y una vez ayudé a Sabela a instalarse en su habitación, nos pusimos a hablar.

Runaway || AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora