Capítulo 37

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100k visitas jo muchas gracias y perdón por haber tardado tanto en volver🥺❤️
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Que Natalia se colara por el balcón en mi habitación prácticamente todas las noches se estaba convirtiendo en mi costumbre favorita. Que se colase en mi cama tras quitarse la camiseta, también. Verla dormir por las mañanas, con la cara tan relajada que parecía un angelito y que inconscientemente se pegaba a mi cuando notaba que me alejaba un poco, era simplemente un regalo. Acaricié con suavidad su rostro para despertarla. Gruñó de una forma adorable mientras frotaba su cara contra la almohada como si fuera un gatito, buscando de nuevo comodidad entre mis brazos y encajando su rostro en mi cuello. Elevé un poco mi cabeza, asegurándome de alcanzar con la otra mano mi móvil y mirando cómo el reloj marcaba las 6:58.

—Amor... —llamé, acariciando ahora su frente y las entradas de su cabello. —Hay que ir despertando. —añadí en un susurro, antes de tomar con mi mano libre una de las suyas e ir dejando besitos a lo largo de sus nudillos. —Nat... —insistí, con una suave risa y acercando mis labios a su oído. —Vamos. —sonreí, al ver cómo por fin abría sus ojos y se los frotaba como una niña pequeña.

—¿Y si nos saltamos primera? —preguntó con su voz ronca, entrelazando nuestras manos y volviendo a cerrar sus ojos para abrazarme con más fuerza.

—Si hacemos eso —comencé, mientras seguía pasando mis dedos a lo largo de su pelo asegurándome de dejar pequeñas caricias en su cuero cabelludo. —Mi madre me mata por no ir a clase y tú tía me expulsa. Además luego yo te mataría a ti por ello.

—Bueno, si tú sigues haciéndome eso en el pelo voy a ponerme a roncar de nuevo. —confesó con una diminuta carcajada y haciéndome sonreír.

—Tienes hasta que suene la alarma. —avisé, dejando un beso sobre la parte alta de su cabeza antes de seguir con mis caricias y recordando el minuto que debía quedar hasta las 7:00.

Fue ella la que, con su cara aún encajada en mi cuello, comenzó a dejar mordisquitos y besos, jugando a su antojo con mi piel. Pasando su lengua para luego pillar la carne entre sus dientes.

—Oye... —me quejé, con una risa.

—¿Qué pasa, cariño? —preguntó con una voz inocente y una sonrisa que pude notar gracias a su respiración, la cual estoy segura que erizó mi piel por completo.

—Pues que me pongo cachonda. Y es horrible ir cachonda a clase. —acto seguido, se colocó encima de mí.

—Puedo arreglar eso, la verdad. —iba a besarme, pero justo sonó la alarma haciéndola sonreír. —O no. —sonrió, rozando sus labios con los míos dejándome con verdadera cara de idiota. —Vaya, hay que levantarse... —puso una cara de 'qué pena' mientras procedía a levantarse.

La odiaba. Con velocidad pospuse la alarma diez minutos, justo antes de tirar de ella para volver a pegarla contra mi cuerpo.

—Ahora coges, y terminas lo que has empezado. —prácticamente supliqué, mientras mis manos se dirigían a la parte baja de su torso desnudo.

—Déjame adivinar, tengo hasta que suene la alarma. —respondió con su típica sonrisa, obligándome a morder mi propio labio para retener yo otra.

No me molesté en contestar. Simplemente dejé que mi cuerpo actuase por si solo y uní mis labios con los de Natalia, con urgencia, tirando de ella pensando que así nos fusionaríamos en una sola. Nuestras lenguas bailaban en una batalla constante mientras que mis manos rebeldes se colaban en el interior de sus pantalones, clavando mis uñas en sus nalgas sin ningún tipo de pudor y haciéndola soltar un gemido que ahogó en mis labios. Eso, junto con sus manos enredadas entre los mechones de mi pelo, de los cuales tiraba con delicadeza, simplemente me hacían sentir un fuego incalmable en mi interior.

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⏰ Última actualización: Sep 22, 2020 ⏰

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