Capítulo 35

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Me levanté con el sonido del despertador, al abrir los ojos me fije en como Natalia se retorcía a mi lado, de nuevo se había colado por la noche en mi habitación a través ves del balcón. Habían pasado un par de días desde que Natalia nos contó todo y las cosas habían vuelto a la normalidad, excepto porque seguía sin dirigirle la palabra a mi madre claro.

—Nat... —Dije suavemente mientras le acariciaba el pelo. —Mi amor, despierta. Vas a llegar tarde a clase.

—¿Y si no vamos y nos quedamos durmiendo todo el día? —Respondió con voz somnolienta aun sin abrir los ojos.

—No se a ti, pero a mi me expulsarían. —Contesté levantándome de la cama para dirigirme al armario y ponerme el uniforme.

—Bueno yo hablo con mi tía y lo arreglamos.

—Va a ser que no. —Me dirigí a ella una vez estaba vestida y retiré las sabanas que la cubrían para intentar sacarla de la cama por fin. No pude evitar detenerme a observar su cuerpo desnudo.

—Deja de mirar rubia, creía que querías ir a clase. —Me dijo con su típica sonrisa.

—Anda, vístete antes de que entre alguien por la puerta.

—Si eso es lo que quieres... —Respondió encogiéndose de hombros.

cuando se levantó se quedó unos segundos enfrente de mí, con sus labios muy cerca de los míos. Me acerqué para besarlos pero ella se apartó en el último instante dirigiéndose hacia donde había acabado su ropa la noche anterior, aunque estaba de espaldas, sabía de sobra que estaba sonriendo como lo hacía siempre.

—Ven conmigo a desayunar. —Le pedí.

—¿Seguro? Sabes que no me importa salir por el balcón, tu madre podría verme.

—Me la suda mi madre. No tiene ningún derecho a decirme nada.

—Tú sabrás. —Respondió negando con la cabeza y soltando un suspiro.

Sabía que Natalia quería que olvidase todo lo de mi madre, ya habíamos hablado sobre eso antes. Decía que se notaba que estaba arrepentida y que ahora aceptaba lo nuestro sin ninguna pega, no quería que estuviera enfada con ella por culpa suya, sabía lo mucho que significaba mi madre para mí y mi novia no quería que eso cambiara. Pero si creía que iba a olvidar todo lo que nos hizo por mostrar arrepentimiento o porque no me gustase estar cabreada con ella, estaba muy equivocada.

Bajamos las dos a la cocina donde ya estaban desayunando Sergio, Dani y Sof. No había ni rastro de mi madre lo cual agradecí bastante.

—Buenos días. —Dijo mi novia alegremente.

—Buenos días señoritas. —Habló Sof.

—Ahora mismo les preparo el desayuno. —Dijo el cocinero levantándose de su silla y poniendo el pan en la tostadora para luego empezar a exprimir unas naranjas. 

Estuvimos hablando un poco con ellos mientras desayunábamos en la cocina hasta que apareció mi madre. Pareció sorprenderse cuando vio a Natalia allí aunque intentó disimularlo como pudo, como si no le importara. No porque Natalia fuera una chica sino porque nunca había permitido que las personas con las que estuviésemos saliendo se quedaran a dormir sin habernos dado permiso antes.

—Buenos días Natalia, no sabía que estabas aquí. —Saludó sonando agradable.

—Buenos días Rafi. —Contestó la motera. Yo simplemente ni la miré.

Me terminé la leche que me quedaba en la taza de un trago y cogí a Nat de la mano para salir de la cocina y dirigirnos a la puerta de la casa. Lo que menos me apetecía era compartir espacio vital con mi madre y mucho menos que le hablase a mi novia como si no hubiera pasado nada.

Runaway || AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora