Capítulo 11

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Me desperté abrazada a Natalia, era bastante pronto. No había conseguido dormir mucho, solo espero no haber molestado a la motera. Volví a recordar la angustia y el agobio que sentí cuando Joan no dejaba marcharme y reaccioné abrazándome a Natalia con más fuerza.

—Ya está, ya ha pasado todo... —Dijo la chica acariciándome la espalda.

—Lo siento Nat, no quería despertarte. —Me disculpé.

—Tranquila, ya estaba despierta. —Respondió con una sonrisa.

—Jo lo siento en serio, seguro que no te he dejado dormir en toda la noche...

—¿Puedes dejar de disculparte rubia? No tienes culpa de nada, es normal que no hayas dormido tranquila. —Se sentó en la cama apoyando la espalda contra la pared, imite su postura y le cogí la mano.

—Gracias Natalia, de verdad. Por quedarte está noche y por bueno... No quiero imaginar lo que hubiera pasado si no llegas a aparecer tú. —Digo está última frase bajando el tono de mi voz y desviando la mirada. Me agarró fuerte la mano.

—No tienes que dármelas rubia. —Me dijo sonriendo.

—Si que tengo Nat... —Bajé la mirada a nuestras manos y me di cuenta de que tenía los nudillos rojos y un poco hinchados y en uno de ellos una pequeña herida. Deduje que fue por los golpes que le dió a Joan. —Dios mío Natalia, ¿estás bien?

—No es nada Albi. -Se río. —La nariz de Juan va a estar mucho peor por lo menos unos mes.

Me reí ante la forma en la que llamó al chico. Llevé su mano hasta mis labios y dejé un pequeño besito en la herida del nudillo. Luego nos quedamos mirándonos un rato, Natalia me sonreía con la misma sonrisa que el otro día en el piano. El corazón empezó a latirme muy rápido, me estaba poniendo nerviosa y seguramente, también un poco roja. Llamaron a la puerta.

—Mierda. —Susurré. Aparté mi mano de la suya y me levanté de la cama para dirigirme a la puerta. —¿Quién es?

—Soy Dani, venía a ver qué tal estaba, anoche no me explicó nada.

Suspiré aliviada y abrí un poco la puerta, lo suficiente como para meterle rápidamente en la habitación y volver a cerrarla. El chico se fijó en Natalia que estaba sentada aún en mi cama y me miró con una ceja levantada y una sonrisa pícara.

—Buenos días señorita Natalia. —Le saludó. —¿Que hace aquí?

—Uy que cotilla el chófer ¿no? —Le dijo sonriendo. —Por cierto a mí no me hables así eh, que es raro tío.

—Que tonta eres Nat. Se ha quedado para hacerme compañía, por lo que pasó ayer. —Le comenté a Dani.

—Yo me voy a fumar fuera. Así podéis hablar de las cosas que se hablan entre el chófer y la jefa. —Dijo Nat cogiendo el paquete de cigarrillos y el mechero de su chaqueta, que estaba colgada en el perchero. Salió al balcón y cerró la puerta.

—¿Y esto? —Me preguntó Dani refiriéndose a la situación.

—No le digas nada a mi madre porfi. —El chico negó. Nos sentamos los dos en la cama para explicarle lo que había ocurrido. —Joan se pasó ayer. Estábamos los dos bailando en la fiesta y vi a Natalia y a su novio... Bueno eso es otra historia. El caso es que Joan y yo nos liamos y cuando quise parar y volver con los demás, el me agarró y no me dejó irme. —Estaba empezando a temblar y a sentir una presión enorme en mi pecho. —Intentó volver a besarme pero yo no quería y... y... y... —Noté como sentía que me ahogaba y que no podía respirar. El corazón me iba a mil. Me estaba dando un ataque de ansiedad al recordarlo y decirlo en voz alta. No me había pasado esto desde que llegamos aquí. Dani en seguida entendió que me estaba sucediendo e intentó ayudarme.

Runaway || AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora