Estaba llegando ya a la cala. Podía ver el arco hecho de roca que se elevaba sobre el mar azul. Era miércoles por la tarde y no tenía nada que hacer así que simplemente salí a dar un vuelta. Con un poco de suerte encontraría allí a Natalia, por lo que me ha contado suele pasar mucho tiempo allí.
Sonreí al ver su moto aparcada en la parte de arriba. Bajé la cuesta, la marea estaba baja y vi a Natalia sentada en una de las rocas que solo eran visible cuando no había agua. Me acerqué a ella esperando ver esa sonrisa que cada día me gustaba más. Sin embargo, estaba fumando, sería, mirando al horizonte.
—Hey Nat. —Salude. La chica no se giró para verme.
—Hola Alba. —Respondió soltando el humo. No me había llamado rubia y no tenía tampoco su actitud de siempre.
—Nat ¿estás bien? —Pregunté un poco preocupada. Me senté a su lado pero ella seguía sin mirarme.
—Sí. —Dijo secamente. Obviamente no. Me fijé bien en sus ojos, estaban rojos y se podían notar marcas de lágrimas en sus mejillas.
—Mierda Nat qué te pasa. Has estado llorando. —Ahora si que me tenía preocupada. La última imagen que se me hubiera venido nunca a la cabeza era la de Natalia llorando.
—Que no me pasa nada Alba, joder. —Contestó siendo borde. No me había mirado ni una sola vez desde que había llegado.
—Natalia... —La chica seguía mirando el horizonte. —Mirame por favor.
Subí mi mano hasta su mejilla y giré su cara para que me mirase. Lo que vi me sorprendió desagradablemente. Tenía el lado de la cara que yo no había visto lleno de sangre, la cual caía de una herida al lado de la ceja. Supuse que era de un puñetazo.
—Joder Natalia... ¿Quien coño te ha hecho esto? —Pregunté muy preocupada.
—Alba déjalo. Y vete por favor, quiero estar sola. —Volvió a su posición anterior, mirando al mar.
—No te voy a dejar aquí sola Nat. Dime qué te ha pasado por favor. —Cogí un pañuelo que llevaba en mi bolsillo y volví a girarle la cara para intentar limpiar un poco la sangre. La chica se quejó cuando pasé el pañuelo cerca de la herida.
—No ha pasado nada.
—¿Ha... —Dudé un poco en si preguntar lo que estaba pensando, tal vez haya sido Mikel... Finalmente decidí cambiar mi pregunta. —¿Quien ha sido?
—Nadie Alba. Nadie me ha pegado ¿vale? Ya te he dicho que no ha pasado absolutamente nada. —Dijo a la defensiva, era obvio que estaba mintiendo.
—¿Seguro?
—Que sí joder. —Agarró la mano con la que le estaba limpiando la cara y la apartó. —Alba vete.
—No puedo dej...
—¡Que te vayas ostia! —Me interrumpió cabreada. —¿Que parte no entiendes de que quiero estar sola?
Me quedé callada sin saber cómo responder a eso, note como alguien apoyaba su mano en mi hombro. Me giré y vi a Miki, su cara era de completa preocupación.
—Yo me encargo. —Me dijo. Giré la cabeza para volver a mirar a la chica que hacía como si no estuviéramos, dandole otra calada al porro. Vi como caía una lágrima por su mejilla, me partió el alma verla así.
—No se Miki...
—Hazme caso Alba. Por favor. Se cómo manejar esto.
Eso hice y me marché. En la salida de la playa me giré hacia ellos. Vi como Natalia tenía la cabeza apoyada en el hombro de Miki y sus manos estaban unidas. Veía que el chico le hablaba pero a esa distancia era imposible por nada.
Me fui camino a mi casa pensando en la motera. Me había dolido verla así, también la forma en la que me habló pero supongo que no sé lo podía tener en cuenta. "Se como manejar esto" había dicho Miki. ¿Eso quería decir que ya había pasado algo así antes? La idea de ir había sido Mikel no me parecía tan disparatada. ¿Por qué si no iba a llamar a Miki en vez de a su novio? Ver así a la motera me había dejado trastocada. Me mire la mano, tenía un poco de sangre en los dedos de cuando le había intentado limpiar la herida.
Llegué a mi casa y al entrar vi a Carlos en el salón. Estaba en el sofa con mi hermana viendo una película.
—Hola chicos. —Les dije. Me saludaron de vuelta. —Si queréis algo estoy en mi habitación.
—Oye Alba ¿estas bien? —Me preguntó Carlos.
—Sisi. —Le mentí y subí a mi habitación.
Me tumbé en la cama. No pude dejar de pensar en Natalia en toda la tarde. No sabía si escribirle o no porque seguramente me mandaría a la mierda y eso era lo último que quería. Finalmente me decidí por pregúntale que si estaba mejor pero antes de poder hacerlo me llegó un mensaje de Miki al móvil.
Bajé las escaleras a toda prisa. Pude ver que Carlos se estaba poniendo la chaqueta, seguramente ya se iba a su casa. Salí andando rápido hasta la puerta de afuera donde me estaba esperando Miki.
—Hey. —Me saludó con una sonrisa un poco triste.
—Hola. ¿Cómo está Natalia? —Le pregunté directamente.
—Mejor. Oye Alba... No se lo tengas en cuenta por favor. Estoy seguro de que no quería hablarte así. Te tiene muchísimo cariño créeme. —Me dijo. Yo asentí con una pequeña sonrisa que no duró mucho.
—Le ha pasado algo así antes ¿no?
—Yo no soy nadie para contarte nada Alba, lo siento. —Respondió, asentí a modo de comprensión. —Solo quería decirte que lo que pasará la próxima vez que la veas será que va a actuar como si no hubiera pasado nada. Si algún día quiere contártelo lo hará. Pero por favor no la presiones, es un tema muy delicado.
—Entiendo. Pero entonces ¿lo que tengo que hacer es pretender que no he visto nada? No se Miki... Estoy preocupada.
—Lo se pero créeme, es lo mejor. Y no le cuentes nada a nadie, por favor.
—Esta bien... —Accedí. Miki me dio las gracias y después me abrazó.
—Hey Miki ¿que haces por aquí? —Dijo Carlos, que había aparecido de repente. Miki le saludó chocando sus manos.
—Nada, decirle una cosilla a Alba. Ya me iba. —Dijo y se marchó después de despedirse.
—¿Y eso? —Me dijo Carlos.
—¿Que? —Rspondí encogiéndome de hombros.
—¿No estás intentando ligarte a Miki?
—No digas tonterías por favor. —Me reí ante su ocurrencia. —El único que está ligando aquí eres tú Sir Right.
—Ya... —Me dijo con una mirada desconfiada. —Ya me enteraré yo.
—Anda pirate ya. —Le dije sonriendo. Me hizo caso y se marchó.
Ay Carlos... Si tú supieras.
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Runaway || Albalia
Fanfiction-Subete rubia. -Dijo extendiéndome su casco. -Te llevo. -Estas loca si piensas que voy a subirme ahí contigo. -Respondí señalando su moto. Dos mundos completamente distintos que se juntan en solo uno. Tal vez para huir de todo subidas en su moto.