Gaara había tomado un nuevo rumbo en su vida.
Sin embargo, seguía siendo notado como aquel monstruo del cuál huir siempre al ser visto.
No tuvo opción.
Seguiría en su intento por descubrir el sentimiento marcado incluso en su frente.
Aunque fuese se...
Llegamos a Sunagakure al día siguiente. Como era de esperarse... Gaara-Sensei fue velozmente con el consejo para que reciban la carta enviada por la Hokage.
Yo por mi lado esperaba afueras de la oficina, en ese pasillo casi solitario donde solo estaban los de alto mando, con una mirada rígida y fría.
Me sentía cohibida; pero luego dejaba de importarme... Lo que Gaara-Sensei dijo era lo que me mantenía en pie.
Asimismo, me impresionaba la idea que tenga amistades tan amables en otra aldea... ¡Yo espero con todas las ansias regresar a Konoha!.
El poder dialogar con Naruto y Sakura... Conocer aquel restaurante Ichiraku... Ver la Academia... Y quizás... Con una confianza más unida con Gaara-Sensei.
Y es ahora que me da cosquilleos por el abdomen...
¿Cómo creyó Naruto que yo y Gaara-Sensei estábamos saliendo?
No entendía aún toda esta situación de tener a un Sensei. Y considerando a que el mío era contemporáneo con mi edad quizás me daba confusión...
— Ay... — digo tras suspirar y apoyarme a la pared.
El frío recorre ahora por mi espalda y un calor invade mis mejillas como los polos opuestos.
Polos opuestos como nosotros...
Aunque...
No debo pensar tanto en ese tema...
— Matsuri — Gaara-Sensei sale de la oficina con un fruncir en el rostro — Vámonos — menciona decidido y con muy poco tacto.
Obedezco y lo alcanzo a mitad del pasillo...
Su mirada ha cambiado... Su caminar también...
¿Qué sucede?...
— A partir de mañana entrenaremos; disculpa que no pueda estar disponible el día de hoy; me agradaría... Pero no puedo...— refiere sin voltear a verme; pero esa voz esta a finas cuerdas de quebrarse.
— N-No se preocupe, Gaara-Sensei... — digo acercándome para confrontarlo — Si necesita mi ayuda... E-Estaré ahí para usted —
Trato de mantenerme firme, porque ahora sus ojos estan fijamente adheridos a los míos como si estuviesen clavados a observarme con detenidad.
— Qué amable... — oigo que susurra con una sonrisa de medio lado — Tú también cuentas conmigo... — sus pasos se adelantan hasta tocar el filo de mis zapatos.
Yo apenas puedo contener la respiración cuando su frente vuelve a chocar con la mía... Como lo hizo en Konoha...
Bajo la mirada para separarme de tal gesto... Por alguna razón... Me siento nerviosa...
Pero sus dedos colan hasta mi barbilla... Con sumo cuidado hasta lograr verme...
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