Gaara había tomado un nuevo rumbo en su vida.
Sin embargo, seguía siendo notado como aquel monstruo del cuál huir siempre al ser visto.
No tuvo opción.
Seguiría en su intento por descubrir el sentimiento marcado incluso en su frente.
Aunque fuese se...
— Los movimientos de Akatsuki son impredecibles, hemos tenido reportes cada vez más devastadores que otros, Lord Kazekage —
La reunión acababa de ser atendida hace unas horas y aún no había lugar en cuanto una estrategia de ataque.
Todo estaba planeado en que los refuerzos se dirijan en lo más alto de las plantas para poder tener mayor amplitud de lo que ocurriría.
Sin embargo, mi espalda comenzaba a tensarse por el estrés que sentía en ese instante.
— Pero, ¿Qué desean ellos en realidad? — preguntó uno — Imagino que hay un verdadero motivo, uno grande para que se estén movilizando rápidamente —
Los murmullos comenzaron a invadir la sala igual que mis suspiros de impaciencia.
Todo estaba arreglado.
Yo debía proteger la aldea cueste lo que cueste...
Al final, ese era mi trabajo.
— Gaara — escuché a Temari susurrar mi nombre — Esto se extenderá si no pones el límite de tiempo. Han estado dialogando mucho sin que tú interfieras... — alejó su presencia de mi oreja izquierda.
Exhalé con apuro y con esto dejé carraspear mi garganta para llamar su atención.
Akatsuki; sea cual sea su meta, planeaba destruir. Lo cual me llevaba a proteger a todo shinobi por la ira de estos ninjas renegados.
Estaba seguro que su aparición acabaría en Sunagakure por muchos informes de ellos en aquellas pequeñas aldeas de los alrededores.
— Mantengamos firmemente la esperanza de que los unos a los otros se han de proteger. Nuestra aldea es la prioridad — solté sin rodeos obteniendo la aprobación de cada uno enseguida.
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Acabado ello, me puse de pie para ir a la oficina y culminar todo el papeleo que estaba estancado en el escritorio de madera.
Y aunque la vista era hermosa desde ahí, la pila de hojas cubría el panorama.
Papeles y más papeles cabían en la mesa. Junto a la pila de hojas, otras más se encontraban. Debido a ello, el té ya no lo tomaba ahí por seguridad.
Solté un suspiro al sentarme nuevamente en esa silla para empezar a leer cada hoja y reporte.
Era lo cotidiano.
Era así como los niveles de un ninja. A medida que vas progresando, las responsabilidades se suman como la arena en cascada.
Debía avanzar esto y terminar lo otro para poder darme un respiro a mitad de la noche.
Rutina aburrida, pero gratificante.
Sabía que Sunagakure estaba en una cuerda floja en la economía. Y que las alianzas con las otras naciones aparte de Konoha ya eran desgastadas... eso era lo más abrumador para sostener a toda una comunidad que ha soportado mucho tiempo bajo ruinas.
