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La maleta estaba olvidada al lado de la puerta. Ambos sentados en la pequeña mesa que separaba la cocina del salón. Moi había preparado la cena y mientras Iván comía, realmente tenía mucha hambre, no dejaba de mirar a Moi al que dejó hablar sin interrumpirle. Iba a ser una larga noche de charla, tendría tiempo más tarde de contar su parte, después de comer todo lo que pudiera y de escuchar atentamente.

-Perdóname por ser un cerdo, un cretino y haberte hecho daño -La voz de Moi temblaba un poco por los nervios. -No tengo excusa con lo que te hice, pero deja que te cuente desde el principio.



Año anterior

Moi estaba muy ocupado y liado con las clases, vamos como todo buen estudiante. Casi no pasaba por casa y quedaba todos los días con su grupo de estudio, eran exigentes, pero las notas que sacaban eran muy buenas, así que el esfuerzo valía la pena.

Varios días atrás, Iván le había dicho que le echaba de menos y habían hablado de ir de vacaciones juntos. Le apetecía tanto que llegará el verano para irse por ahí con él. También le echaba de menos, pero ninguno tenía tiempo real para el otro.

Tras esto empezó a preocuparse por su amigo. Las pocas veces que coincidían, Iván se le quedaba mirando sin darse cuenta, como si no pudiera hacer nada para evitar que sus ojos estuvieran sobre su persona y muchas veces veía que se ponía algo colorado. Eso no era normal. No recordaba que el otro tuviese vergüenza de nada y mira que habían hecho tonterías.

Otras veces, si se rozaban, ponía su mano en su brazo, cabeza o cualquier gesto cariñoso. Los ojos verdes miraban seriamente su mano, no sabía si quería que no lo tocara y retirara la mano o deseaba ese contacto más tiempo. Sentía a Iván inquieto con él. Pero podían ser cosas suyas. Este lo había dejado con su novia escocesa. A lo mejor se le veía raro por eso.



Empezaron las vacaciones, ese viaje fue increíble, divertido y un relax enorme. Entre ellos pareció como que todo volvía a ser cómodo. Las horas en el camino les dio para hablar de todo y todo lo que no habían hablado durante los meses de clase. Pero sabía que algo rondaba la cabeza de Iván y no conseguía sonsacar que era.

Cuando se quedaron unos días en el mismo hotel y habitación se dio cuenta de que se había equivocado. Iván seguía nervioso con él. Le pilló varias veces mirando sus labios, estudiando su perfil. Cuando leía o veía la tele, esos ojos verdes no se separaban de su cara, hasta de su cuerpo. Le miraba silencioso, nada se reflejaba en la cara, que le diera una idea de lo que pensaba. Y sin darse cuenta, comenzó él también a observar a Iván. Cuando comían juntos, uno frente al otro no podía evitar fijar sus ojos en los labios del otro, cuanto más los miraba más atrayentes le parecían. También observaba su cuerpo, cuando nadaban en el mar, le pareció que tenía un buen cuerpo. El color de su piel le gustaba y sus músculos simplemente algo marcados y elásticos parecían que llamaban a sus ojos sin parar.

El día que se quedaron a dormir en el Motel para volver al día siguiente a devolver el coche. Estuvo rehuyendo la mirada de Iván como este hacía con él. Y a la mañana siguiente cuando se fue a la ducha decidió entrar también. No se lo planteo, simplemente quería tener la oportunidad de verle desnudo, de estar cerca de él. Pero no esperaba la reacción del otro que salió corriendo y sin dejarle disfrutar un poco de las vistas y eso que le había piropeado. Aun así, se le quedó grabado en la mente, ese redondo y blanquísimo culo.



Días después fue la fiesta en la que ambos se prendaron de la linda mulata. Cuando ella ofreció el trío e Iván le permitió tomar la decisión. Dijo sí rapidísimo, quería ver cómo era la cara de Iván en esos momentos de éxtasis, así como ese cuerpo flexible moviéndose y disfrutando.

Cuando sus labios se encontraron por primera vez, su cerebro registró que Iván besaba realmente bien, mucho mejor que la mulata, su boca sabía tan bien. Mierda, tenía que seguir con la chica, a su pesar se apartó y siguió con ella. Pero se aburría con los besos de ella, es más, le aburría y tras ella estaba lo que le interesaba, miró a Iván y en otra oportunidad volvió a besarle. Intentó abrazarlo para profundizar el beso, pero la mulata estaba en medio, molestando, así que con suavidad la apartó a un lado y con la mirada le dijo que se fuera. Ella le miró con asombro, pero una pequeña sonrisa salió de sus labios y tras un guiño salió sin sentirse molesta o enfadada.


Fue la primera vez que se follaba a un chico. No pensaba disfrutar tanto. Ese culo que había invadido sus sueños, tan apretado y redondo le había dado mucho placer. Se despertó temprano al notar esa redondez presionando su entrepierna. Decidió salir de la cama y fue a ducharse mientras se masturbaba, no podía ni debía volver a saciarse con el chico tan pronto, seguro estaría muy dolorido. Así que bajó por las pastillas para él y comida para prepararle el desayuno. Era lo mínimo que debía hacer en agradecimiento de que anoche le dejase disfrutar de su cuerpo, teniendo en cuenta que no era pasivo y seguro le había dolido a mil.

Mientras preparaba el desayuno, recibió mensajes del grupo para ir a repartirse los apuntes que tendrían que hacer cuando empezaran las clases, para tener todo decidido y que el grupo de estudio funcionara tan bien como el curso pasado. Con tristeza dijo que iría, aunque lo que más deseaba era desayunar y mimar a su amigo. Pero no podía así que se despidió y se fue.



Mientras estaba en la reunión, con el grupo no podía apartar a Iván de su mente, así como la noche anterior. Nunca se dedicaba a pensar en los polvos echados de esa manera, ni desear repetir con la misma chica, algo iba mal en él, no lo podía permitir, no iba a colarse por Iván y no iba a volver a follar con él.

Una chica se acercó a coquetear y decidió que era la adecuada para olvidar lo de hacía unas horas y que su mente se refrescara. La llevó a su habitación, pensando que estaría sucia después de anoche. Pero no, Iván la había limpiado, así como el resto del apartamento. Es que era la caña. Se folló a la chica sin descanso. Era de las que parecían que estaba grabando una porno, por los gritos que daba, seguro Iván y todo el edificio la escuchaba. Cuando pensó en Iván en su habitación ya no pudo hacer que se fuera de su mente. Mientras se follaba a esa gritona su mente se recreaba en el cuerpo, las caras y los gemidos que recordaba de la noche anterior.



No se encontró mucho con Iván esa semana. Pero el viernes por la noche, ya tarde cuando regresó a casa vio como este se despedía de una chica con la que obviamente acababa de follar y unos celos horribles le acuchillaron, haciendo que se desquitara con el otro, que por lo que vio no entendía qué le pasaba. Y pasó toda la semana siguiente sin verle ni hablar apenas. Solo el jueves para comentarle que se iba el finde con los compañeros y que estaría solo en la casa.



Esa misma noche antes de entrar a su casa decidió ir al pub de al lado a tomar una cerveza, cuando iba a cruzar vio a Iván siendo abrazado por un chico. Iván intentaba que se metiera en el taxi sin mucho éxito y el otro hasta le besó y le susurró en el oído. Unos celos enfermizos le quemaron, tuvo que usar toda su fuerza para quedarse allí sin moverse y no partir la cara a esos dos, hasta osó dejar que le estrujara ese culo tan apretado. El muy cabrón no solo se follaba a otras tías, también coqueteaba con hombres, mientras él no dejaba de soñar con su cuerpo y sus ojos verdes sobre él.

Es cierto que se explicó, y todo fue una idea equivocada pero aun así se lo iba a follar, le iba a demostrar por quien moría de placer su cuerpo. Iba a dejarlo sin poder caminar todo ese finde, para que no se le ocurriese estar con otra persona, que su cuerpo esperara al domingo por él, así que se lo follo bien follado. Es más, fueron dos veces. Cuando llegó el domingo, solo deseaba volver a estar con él. Joder como deseaba hacerle gemir y gritar.

Al final fue él quien gritó y gimió. Se lo debía de todas maneras, por supuesto también disfruto mucho de la experiencia y no fue nada horrible ser penetrado, sobre todo viendo los ojos verdes tan expresivos deleitándose con el placer que le estaba dando. Si era feliz, no tenía ninguna queja. Tras la conversación que tuvieron y esa noche de placer ya no podían parar de tocarse y besarse, se miraban y un fuego les encendía sin poder remediarlo. Era la primera persona con la que tenía sexo continuado desde que había cortado con Laura.



No intentó volver a tirarse a una chica porque no disfrutaba y solo se veía follándose a Iván, así que cuando aceptó lo de amigos con derecho se sintió aliviado de no tener que matarse a pajas. Por lo que decidió darle un toque especial a una de esas noches. Para sorprender a Iván fue más dulce con él y preparó velas y música en la habitación mientras esperaba que el otro saliera del baño.

Estaba siendo uno de los mejores polvos que habían echado, la postura hacía que estuviera empalado muy dentro de Iván y sus cuerpos se tocaban y presionaban más estrechamente. No podía dejar de mirar su cara y sus ojos de placer y esos ojos verdes no dejaban de enganchar su mirada hasta que se corrieron y de esos labios escuchó que lo amaba. Y salió corriendo a su cuarto. Como un cobarde.

Continúa>>>

El amor de mi exDonde viven las historias. Descúbrelo ahora