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La semana se les pasó volando. Ya era viernes y estaban en el coche que les había prestado un amigo, llevaba las cadenas, la nieve y heladas cubrían el asfalto. Era su primera escapada romántica y estaban emocionados. Pensaban descansar, pasear, ponerse pegajosos y por supuesto follar hasta no poder más, o los echarán del hotel rural.

Era una típica gran casa estilo colonial americano. Todo alrededor nevado y no muy lejos había un lago que seguramente estaría helado. Les atendió la dueña, una señora de unos cincuenta y pico años muy simpática y encantada de que "una pareja joven y tan hermosa" se hospedara allí. Les entrego una hoja con los horarios de las comidas, excursiones y distintas actividades que podían realizar si lo deseaban.

Los acompañó a la habitación, estaba en la segunda planta, al final de un pasillo. Les comunico que no serían molestados porque eran pocos huéspedes y estaban todos separados para mayor comodidad de las distintas parejas.

El dormitorio era grande, tenía una cama enorme donde cabrían hasta cinco personas, a los lados dos mesitas de noche con unas lámparas pequeñas. Dos butacas con una mesita en medio y en frente un televisor. Al otro lado, unos grandes ventanales con cortinas, que evitaban que entrara el frío aire del exterior, se podía ver la parte trasera de la casa, un hermoso jardín y el lago un poco más allá. Había un ropero para guardar sus cosas y otro con mantas, sábanas y toallas que pudieran necesitar. Una puerta conducía a un baño, no era muy grande, pero tenía una hermosa bañera donde entrarían los dos sin problemas.



Cuando se quedaron solos, deshicieron el equipaje y guardaron todo, no hablaron y si coincidían las miradas se sonrojaban y bajaban la mirada, se sentían muy tímidos. Y es que una cosa era estar en su casa, parecía una burbuja fuera del mundo y otra era estar allí. Estaban solos, nadie los conocía ni les juzgaba, pero parecía como si fuera más real que su relación había cambiado y ahora eran pareja.

Habían ido a muchos sitios juntos y hecho muchas cosas, pero cambiar el chip ahora y el tratarse delante de otros como lo estaban haciendo en casa les tenía tensos. No tenían amigos en común en la universidad y desde que empezaron a salir nadie del entorno los había visto juntos, ya que solo habían coincidido en el apartamento. Era un gran paso para los dos y se sentían cohibidos.

-Ahhhhh -gritó Iván y saltó sobre la cama, rebotando en ella. Estaba cansado de la tensión de los dos. -Tírate es muy cómoda ya verás.

-Es increíble lo grande que es, de mayor quiero una cama de este tamaño. -Moi le observó riendo.

-Sé que estamos nerviosos. Pero tenemos que esforzarnos por ser como siempre somos, si hacemos o decimos algo que moleste al otro lo hablamos y solucionamos, como siempre. Que seamos pareja no nos convierte en gilis. Lo digo por los dos que estamos muy tensos.

-Tienes razón, ven deja que me quite algo de nervios -le agarró con cuidado del cuello empujando su cuerpo hacia el suyo, para besarle suavemente. -Qué te parece si nos abrigamos y bajamos a dar un paseo por los alrededores. Después tendremos tiempo de ducharnos y bajar a cenar, la cena es a las 18:45.

Estuvieron por el jardín y se acercaron al lago, sacaron muchas fotos y poco a poco fueron relajándose, hablaban y bromeaban como siempre y terminaron caminando de la mano, aunque al principio les costó hacerlo. Querían ir así, pero les daba vergüenza. Cuantas veces más tendrían que luchar contra sí mismos, para hacer las cosas normales de pareja, en lugares públicos.



Tras darse una ducha rápida, se vistieron y bajaron donde estaba el comedor, no era muy grande y contaba con unas quince mesas para dos. Ya estaban ocupadas dos de ellas, así que supusieron que solo eran tres parejas hospedándose.

-El desayuno es a las 8:15 y después hay un paseo a caballo de una hora. Me encantaría montar por ahí, nunca lo he hecho. Sé que no planeábamos madrugar, pero me apetece esta actividad.

-A ver, empieza a las nueve, me parece bien hacerla, no hay otra cosa que nos interese de lo propuesto, así que de resto estaremos a nuestra bola. Cuando acabemos de cenar hablemos con la señora Smith para que nos incluya en el paseo. -Moi si había montado alguna vez, sabía que Iván iba a disfrutar mucho. -La pena es que no voy a poder montarte esta noche entonces. -Dejo salir un suspiro mientras sonreía burlón.

-Joder, yo nunca me había puesto colorado tanto como en estos últimos días. No sé cómo haces que esté ruborizado todo el rato. -Se quejó Iván, se sentía como un adolescente virginal.

-Cuando estás desnudo y mis manos no se despegan de ti, sí que te pones rojo. Uffff como me gusta verte cambiar de color y oírte suspirar -siguió Moi divertido mientras veía como se ponía aún más rojo. Hablaban con tranquilidad y en español sabiendo que no les entenderían.

-A mí me encanta como gruñes con satisfacción cuando te dejo acceder a mí. Parece que eres capaz de todo solo por estar conmigo. Hasta gritas tu amor por mí. -Le miraba a los ojos, mientras lamía con lentitud los restos de tarta de la cuchara, observó el movimiento inquieto de Moi y soltó una sonrisa sensual mientras bajaba la mirada a sus labios, mientras lamía los suyos provocando que el otro suspirara sin dejar de mirarle. Sus ojos rasgados se clavaron en él sin poder despegar la vista. -Bien, cada vez que me busques las cosquillas para verme tímido yo te pondré cachondo... cariño.



Tras apuntarse para el día siguiente subieron a la habitación. Iván se dirigió al baño para cepillarse los dientes y demás. En el dormitorio mientras se ponía el pijama, por así decir, dormía con camiseta, porque era invierno, y su bóxer, al igual que su novio, que salía del baño. Su profunda mirada seguía sobre él. Iván pensó un momento, que se había pasado mucho de calentorro, su pobre novio no se merecía que lo tratara así.

Se acercó con lentitud a Moi enfocado en sus rasgados ojos, hizo que se sentara en una de las butacas y se puso sobre sus piernas. Besó sus labios con suavidad y lentamente pasó la lengua sobre ellos dibujando su forma y le dio una pequeña mordida para que los abriera, con el acceso abierto introdujo la lengua buscando la otra, saboreó esa boca que sabía a menta de la pasta dentífrica. Fue intensificando y profundizando el beso mientras sus manos quitaban la camiseta de Moi este se dejaba hacer, pero estaba estático, sin moverse en lo absoluto.

-Amor, no estés molesto por lo de antes, sé que me pasé, déjate llevar, estoy intentando compensarte -le susurro mientras lamía y besaba su cuello.

- ¿Estás compensando la empalmada que me causaste? -Cuando vio que el otro asintió, sonrió -Prometo ser muy cuidadoso para que no tengas problemas mañana. -Se levantó, agarró a Iván y lo tiro sobre la cama y saltando sobre él comenzó a besarle y desnudar su cuerpo.

Continúa>>>

El amor de mi exDonde viven las historias. Descúbrelo ahora