CAPITULO 3

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Ya era de noche cuando llegamos a la casa club, el camino fue catártico,como reencontrarme conmigo misma después de un gran letargo, aclaró mi mente y reafirmó mi decisión, nunca me había visto en una situación como en la que estaba ahora pero tenía claro que para seguir adelante y dejar esto atrás, tendría que dejar que mi alma estuviera en paz y no creo que lo fuera a conseguir si no me lo cobraba en sangre, nunca había sido una santa pero esto superaba todo lo que habría pensado que necesitaría hacer en la vida.

Bajamos de la moto, nos sacamos los cascos y Peck se los dio a un tipo que había junto a las motos, fuimos andando hasta la puerta y antes de entrar se giró y se quedó mirándome.

- Estás segura de lo qué quieres hacer?

- Sí – dije mirando sus ojos marrones.

- Una vez que lo hagas no va a haber vuelta atrás.

- Perfecto – no me apetecía hablar, solo quería tener a ese hijo de puta frente a mi – continuamos?

- Vamos.

Cruce la puerta tras él, había un salón muy grande con una barra de bar en uno de los lados, había hombres con sus chalecos de cuero por la barra y sentados en sillones por medio de la sala, también había mujeres con muy poca ropa que estaban sobre algunos de ellos o sirviendo copas, pasamos de largo apenas se dieron cuenta de nuestra presencia, fuimos hasta el fondo de un pasillo y de ahí a unas escaleras que parecían bajar a un sótano mal iluminado, había un pasillo y varias puertas a los lados de este, continuamos casi hasta el final y se paró frente a una puerta.

- Lista? - asiento con la cabeza y con mi mano derecha aprieto contra mí mi bolso, abre la puerta y frente a mí se encuentra el animal que más daño me ha hecho en esta vida, amordazado y atado de pies y manos contra la pared con argollas, me parece poético, prácticamente está en la misma posición en la que me tenía a mi solo que está de frente, sonrío de lado y sé que mis ojos expresan diversión, va a ser que el karma es una puta con sentido del humor, me acerco a él y le quito la mordaza de la boca, me mira asombrado y forma una sonrisa en su boca.

- Tanto te gusto qué me has tenido que atar para no perderme?? - le miro a los ojos y sonrío.

- Me gustó tanto que pensé que te lo iba a agradecer dándote lo mismo que tú me diste a mí – me di la vuelta y dejé el bolso sobre una mesa, lo abrí y saqué mis dos cuchillos, los puse sobre esta y me volví a girar para mirarlo – no tengo muy claro por donde empezar, discúlpame pero es mi primera vez, supongo que lo mejor es hacer lo mismo que tu hiciste – y sin mas cojo el cuchillo pequeño en un puño y le doy con todas mis fuerzas entre ojo y ojo con el mango – supongo que no pensarías que iba a llegar con la rodilla hasta tu cara, me parece igual de efectivo.

- Hija de puta – dice sangrando por la nariz, tiene los ojos cerrados fuertemente, espero paciente a que abra los ojos.

- Mejor? Creo que sí – digo guiñando un ojo, me mira con odio, eso hace que me sienta bien – bueno, por dónde continuamos? Creo recordar que lo siguiente que me hiciste fue manosearme, pero si te soy sincera no creo estar cómoda haciendo eso, pero creo me voy a conceder libertad de hacer un poco lo que quiera – juego con el cuchillo en la mano haciendo que gire con bastante soltura y veo que se lo queda mirando, sigo girándolo y girándolo y lo voy subiendo hasta la altura de su cara – a que se me da bien, es cuestión de muñeca, y claro mucha práctica – quien me iba a decir a mí que pasar los veranos trabajando en la carnicería ayudando a mi madre me iba a venir tan bien, me mira a la cara y decido empezar a cortar la ropa para poder tener mejor acceso a su cuerpo, con unos fluidos movimientos hago que se le afloje y caiga la ropa al sucio suelo, no lleva puesta ropa interior así que se queda totalmente desnudo, me quedo mirando sus genitales – el otro día no tuve oportunidad de valorar lo que tienes entre las piernas.

LUA   [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora