Capítulo 6

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La semana llegaba a su fin y no podía estar más feliz y aliviada por ello. Habían sido días muy duros, tenía la cabeza revuelta y en constante dolor. Me sentía vacía y como en un agujero negro. No podía ver nada claro. Conocer a la señora Guerra me había dejado bastante mal...

Estaba empezando a dudar de todo ¿Qué estaba haciendo con mi vida? ¿Qué iba a hacer en un futuro? ¿Estaba segura de que quería estudiar medicina?

Mi mente había estado muy hiperactiva este fin de semana y es que el encuentro con Ana me había dejado muy pensativa. ¿Quién me mandaba a meterme en ese terreno tan peligroso?

Comencé a darle muchas vueltas a ese tema y llegué a una conclusión.

No iba a volver a acercarme a la señora Guerra. No era correcto. Desde ningún punto de vista lo era. Me iba a enfocar en mis estudios y en mi futura carrera, en mi familia y en el trabajo. No iba a permitir que me descontaran salario de nuevo.

Seguramente la había hecho sentir bastante incómoda y me sentía muy apenada por ello. Me daba vergüenza volver a pensar en ese día ahora. Me comporté como una adolescente hormonal y casi le robo un beso. Eso no estaba bien.

Estaba decidida a olvidar a esa mujer y a intentar lo menos posible en acercarme a la casa de los Muñoz. Traería a Aitana a mi casa para hacer los trabajos y rechazaría sus invitaciones a pijamadas o cosas por el estilo.

Estaba mentalizada en olvidar este estúpido enamoramiento, y para eso debía distraerme con otras cosas, por lo que me propuse encontrar otro hobby para ocupar mi mente.

El problema es que no se me ocurría nada.


Era domingo y me encontraba haciendo mi turno. Ya me quedaban como 20 minutos para finalizar por lo que estaba ordenando las últimas cosas para poder cerrar la tienda. Estaba sola, Manu se había ido unos minutos antes y me ordenó que dejara todo cerrado. Estuve los 20 minutos ordenando algunos instrumentos y finalizando el inventario. Cuando ya dieron las 6, puse el cartel de cerrado y comencé a recoger mis cosas.

De la nada escuché la campanilla de la puerta sonar y rodé los ojos. ¿Es que la gente no sabe leer? ¿El cartel de cerrado en la puerta no era lo suficientemente claro o que?

Me di la media vuelta enojada mientras decía:

—Disculpe pero ya cerramos y... —no pude terminar la frase cuando sentí un par de labios estrellarse bruscamente contra los míos y callarme. No reaccioné hasta luego de un par de segundos. Aparté a la persona por los hombros y casi me desmayo cuando noté que era la señora Guerra. Madre mía.

—An-Ana... que est-...— No pude terminar de hablar cuando ya había estrellado sus labios con los míos de nuevo. ¿Esto era la vida real? ¿Estaba soñando? ¿Me morí y fui al cielo? Mi cabeza no podía procesar el hecho de que la mujer de mis fantasías me estaba besando. Si, ella me besaba a mi y no al revés.

Luego de unos segundos le correspondí el beso y todas mis barreras se derrumbaron. Al diablo con olvidarla. La quería para mi y sólo para mi.

Sus labios eran demasiado adictivos. Eran dulces, suaves y gruesos. Me estaba embriagando con su aroma. Movía sus labios contra los míos de manera desesperada y me costaba seguirle el ritmo.

Puse mis brazos en su cuello y ella puso los suyos en torno a mi cintura apretándola de manera posesiva. Mis piernas estaban como de gelatina y amenazaban con dejarme caer pero ella me sujetaba con fuerza evitando que pasara.

No sabía que estaba sucediendo. No sabía si era real o si era un sueño, no tenía forma de saberlo. Esto era demasiado bueno como para que me pasara a mi.

La mamá de mi mejor amiga (Warmi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora