Capítulo 52

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Narra Mimi


Sentí que volvía a tener 18 años. Los nervios no me dejaban crear pensamientos razonables ni claros, no me podía concentrar y el pánico crecía en mis entrañas demasiado rápido. Sentía un nudo en el estómago y en la garganta.

Manos sudorosas, pensamientos dispersos, ansiedad, inseguridad... si, tenía todos los síntomas pre cita.

La semana más larga de mi existencia había llegado a su fin y yo no podía estar más feliz. Había esperado tanto por este día, durante toda la semana no paraba de pensar en cierta ojimarrón que me robaba el aliento. Tenía tantas expectativas para nuestra cita y había pensado tanto en el asunto que ahora, a tan solo unas horas de que ella me viniera a buscar a mi casa para ir a nuestra cita, no podía parar de sentirme horriblemente nerviosa.

Estaba dando vueltas por el salón de mi casa, ya totalmente arreglada con un vestido burdeos ajustado y que llegaba hasta arriba de mis rodillas, una chaqueta negra de cuero arriba de este y mi pequeño bolso, además de mis despampanantes tacones negros. Me había arreglado más de lo normal para esta noche obviamente. Quería impresionarla como ella lo había hecho conmigo con ese vestido blanco de aquella fatal noche...

Aún sueño con ella en ese vestido blanco que la hacía lucir como un ángel y un demonio al mismo tiempo.

Un maquillaje ligero, cortesía de mi hermana pequeña adornaba mis labios y mis ojos. Juan me ayudó a escoger el atuendo.

Ambos estaban bastante emocionados por mi cita con Ana. Querían que me distrajera de mi trabajo por un tiempo y la castaña era perfecta para desconcentrarme y pasar un buen tiempo sin pensar en el estrés.

Obviamente no me quejaba de él, es solo que todos tenemos un limite y necesitamos un respiro de vez en cuando. Amo mi trabajo pero todo el estrés emocional es simplemente demasiado para cualquiera.

Es por eso que mis hermanos querían tanto que saliera y que me distrajera. De inmediato me ofrecieron su ayuda cuando les conté de la cita y me reprocharon bastante cuando les conté sobre lo ocurrido en la fiesta de Aitana.

—Mimi. Quédate quieta aunque sea 3 segundos. —me retó mi hermano pequeño mientras arreglaba la parte de atrás de mi vestido provocando que me quedara quieta en medio de la sala de estar. Laura estaba en el sillón riéndose de mi estrés y desesperación. No era gracioso.

—Tengo una cita después de mucho tiempo. Tengo permitido estar nerviosa. —me defendí mientras sentía como Juan pasaba sus manos por la longitud de mi vestido para arreglarlo. Llevó sus manos hasta mi cabello y lo alborotó un poco mientras ahora se paraba frente a mi.

—Mmmmmhh... no tienes arreglo. Sigues igual de fea. —se burló de mí. Su ceño fruncido y una sonrisa malévola en sus labios. Maldito idiota. Lo empujé por los hombros.

—¿De verdad estoy fea? —Pregunté mientras me acercaba al espejo que había llevado hasta el salón para poder apreciarme. La inseguridad acrecentándose en mi por su comentario que esperaba hubiera sido de broma.

—Estás perfecta tontita. Juan solo está molestándote. Relájate un poco. —me dijo Laura, la cual se puso de pie y puso sus manos en mis hombros para darme un pequeño y relajante masaje. Sus ojos se conectaron con los míos a través del espejo y pude ver la sinceridad en ellos.

Si, estaba bien. Mi culo se veía gigante en este vestido. Eso era bueno.

—Si idiota. Solo era una broma. Relájate. —volvió a hablar Juan, el cual dijo lo último con voz de imbécil y haciendo un signo de paz con sus dedos.

La mamá de mi mejor amiga (Warmi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora