Capítulo 25

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Narra Mimi


Como una bolsa de mierda...

Así es como me sentía el viernes por la mañana, al otro día de haber sido golpeada por el jefe de Ana.

Todo mi bendito cuerpo se sentía dolorido y las heridas de mi cara estaban tirantes, con cualquier movimiento facial que hacia me desgarraba los rasguños y el gran corte que tenía de la ceja a mi pómulo. Precisamente este era lo que más me dolía, el ardor era insoportable y lo sentía palpitar dolorosamente.

Mis nudillos rotos también me causaban una gran molestia pero era soportable.

Me levanté como pude y me dirigí al baño. No tenía idea por qué ahora me dolían tanto mis magulladuras, ayer no me sentía tan miserable como hoy. Al entrar al baño y ver mi reflejo en el espejo pegué un gritito involuntario, me veía de culo. Todo mi ojo estaba completamente morado, tenía varios cortes pequeños esparcidos por el rostro, mi nariz también estaba morada y ni hablar del gran rasguño, este tenía un aspecto horrible. De verdad que tenía que desinfectar todo ahora.

Me puse manos a la obra. Comencé dándome una larga ducha, el agua caliente me lastimaba así que lo hice con agua helada, aliviaba mi dolor un poco. Al salir saqué mi botiquín de primeros auxilios, desinfecté todo con alcohol y suero, apliqué crema cicatrizante y tiritas a lo que podía. También cambié el vendaje de mis nudillos.

No estaba segura de si ir al colegio o no, de verdad que no me podía el cuerpo, pero conociendo a mis padres de seguro me obligaban a ir de todos modos diciendo algo como ''tienes el rostro magullado, no las piernas, puedes caminar'' y tendría que ir de todos modos, así que reuní todas las fuerzas posibles y me puse el uniforme con cuidado de no dañarme. Sequé mi cabello y me hice la coleta de siempre.

Mis padres no hicieron mayor drama cuando les expliqué por qué estaba tan herida ayer, me creyeron de inmediato y sólo me regañaron por andar sola por las calles, obvio yo siempre tenía la culpa de todo.


Bajé a desayunar sola como siempre. Mis padres entraban más tarde a trabajar y mis hermanos ni puta idea, íbamos a escuelas distintas y no sabía sus horarios, nunca coincidíamos en nada.

Salí corriendo de casa, iba un poco tarde para tomar el bus, pero por suerte no lo perdí.

Al llegar a la escuela todos me miraban, no podía esperar menos, lucía como Frankenstein, ni si quiera me molesté en maquillarme para ocultar los moretones o los arañazos, me daba pereza.

—Oh mierda Mimi, que demonios te pasó, pareces Rihanna luego de que Brown la golpeara. —exclamó Miriam al verme. Las demás chicas rieron por su comparación pero a mi no me causaba gracia.

—Les cuento luego, larga historia... bueno en realidad no, pero ahora no estoy de humor para hablar. —espeté sinceramente, sin paciencia para soportar sus burlas ahora. Todas se dieron cuenta de mi mal humor y creo que me comprendieron porque no comentaron más al respecto.

Mireya y Miriam se fueron juntas a clases sin decir más, Amaia y Aitana por otro lado tampoco comentaron nada y se fueron a su clase, yo era la única que no compartía esa hora con ninguna. Mucho mejor. No tenía ganas de dar explicaciones.

Al entrar a mi clase, la misma historia, todos me miraban asombrados y curiosos por saber el motivo de mi apariencia.

No di ni una en clases, en lo único que podía pensar era en Ana y en qué estaría haciendo ahora, en como le habría ido con Miguel y Aitana y en por qué no había respondido mis mensajes de anoche, la llamaría más tarde y le pediría que nos juntáramos para charlar.

La mamá de mi mejor amiga (Warmi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora