Capítulo 62

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Narra Mimi


Al despertar lo primero que vi fue el sereno rostro de Ana a mi lado. Yo estaba apoyada sobre sus pechos y con una de mis piernas entre las suyas. Me encantaba verla en ese estado de relajación total. Pero no quería que durara mucho así que lentamente comencé a dejar besos en su cuello y a pasar mi lengua con cuidado, saboreando su piel. Luego bajé hasta sus pechos y no dude en meter sus pezones a mi boca para dejarlos empapados. Pude ver cómo estos se endurecían con mi tacto. Comencé a descender por su abdomen con besos húmedos y delicados para no despertarla. Llegué hasta su ombligo, el cual rodee con mis labios y luego bajé a su vientre bajo, pasando mi lengua y posicionándome con cuidado entre sus piernas luego de separarlas despacio.

Todos mis sentidos se embriagaron al sentir su aroma y ver su humedad ya formada solo con mis besos. Me relamí los labios sin despegar mis ojos de su rostro para poder apreciar cuando se despertara.

Comencé a dejar besos sobre su intimidad hasta que agregué mi mano al juego para separar sus pliegues y pasar mi húmeda y caliente lengua hasta que encontré su pequeño clítoris. Lo tomé entre mis labios y tiré con delicadeza, viendo cómo Ana se retorcía aún entre sueños y fruncía su rostro. Me afirmé de sus piernas y comencé a recorrer sus pliegues con más fuerza y dejar besos por toda su intimidad.

Su sabor me tenía loca y no me pude resistir a introducir mi lengua cuando esta pasó por su entrada. Ella gimió sonoramente y se retorció aún más.

Todavía no despertaba...

Volví a subir mis labios hasta su clítoris, el cual estaba palpitante e hinchado ahora. Lo rodeé con mi lengua y presioné con fuerza para luego agarrarlo con mis dientes delicadamente.

—¡Mierda! Oh Mimi... —Ana se despertó agitada, posando una mano en mi cabeza instintivamente y atrayéndome más a su intimidad. Sentí como sus piernas se cerraban en torno a mi cabeza pero lo impedí afirmándola más fuerte.

Comenzó a tirar de mi cabello y yo volví a apreciar su pecho subir y bajar trabajosamente y su rostro retorcido en placer mientras apretaba los ojos. Seguí pasando mi lengua con fuerza por la pequeña protuberancia sintiendo como sus caderas se meneaban contra mi rostro de manera insaciable.

Bajé hasta su entrada nuevamente y la penetre con mi lengua, sintiendo como sus paredes me apretaban y como todo su cuerpo temblaba. Mi nariz quedó sobre su clítoris mientras me alimentaba de ella. Sentí como comenzó a fortalecer su agarre en mi cabello y como jadeaba cada vez más. Estaba por llegar y yo no la haría esperar.

Cambie mi lengua por dos de mis dedos que entraron fácil gracias a mi saliva y a su humedad. Comencé a embestirla fuerte y duro de inmediato mientras comenzaba a dejar besos por su monte de Venus y su abdomen bajo mientras la veía retorcerse de placer y murmurar mi nombre.

Agregué mi pulgar al juego, el cual masajeó su manojo de nervios en círculos a un ritmo lento que la tenía meneando sus caderas con desespero.

—Déjate llevar Ana... —murmuré contra su piel tostada mientras no despegaba mi vista de su rostro, en el cual podía ver reflejado todo el placer que estaba sintiendo. Tenía los ojos cerrados con fuerza y el sudor la hacía brillar.

—Quiero que me mires mientras te corres Ana. Abre los ojos. —demande con autoridad mientras la veía gemir por mis palabras y abrir los ojos como le pedí. Nuestras miradas se juntaron y no pude evitar reírme con cierta burla al verla tan sumisa ante mi.

Ella cerró sus ojos de nuevo luego de una embestida especialmente dura que la hizo retorcerse y enterrar su cabeza en la almohada.

—Mírame Ana. —volví a exigirle y cumplió mi petición mientras trabajaba más en su intimidad. Ahora la penetraba curvando mis dedos y ejerciendo más fuerza con mi pulgar sobre su clítoris. Tanto así que no tarde en sentir como comenzaba a apretarse en mis dedos y a temblar sin control.

La mamá de mi mejor amiga (Warmi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora