Capítulo 55

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Narra Ana


—¡Oh mi...! Mimiiiiii mmmmhhhh —mordí el dorso de mi mano intentando inútilmente ahogar mis gemidos. Ya no sabía si me importaba o no que los demás nos escucharan. Ya llevábamos haciendo el amor por más de 3 horas y aún no nos cansábamos del todo.

No podía ver a Mimi en la oscuridad pero sí que la podía sentir. Estaba con su cabeza entre mis piernas mientras su lengua y dedos hacían maravillas ahí abajo y yo me aferraba a sus mechones oscuros con una mano y con la otra intentaba suprimir los gritos de placer.

Sus embestidas eran tan lentas y placenteras, mientras que su lengua húmeda y caliente jugaba con mi manojo de nervios sin darle descanso. Podía sentir como de a poco iba a explotar en un orgasmo, el número no sé cuánto de la noche. Perdí la cuenta luego de la primera hora haciendo el amor. Mimi estaba insaciable y yo también. Nos habíamos extrañado tanto que ahora no queríamos detenernos.

Curvó sus dedos sin aumentar la velocidad. Pude vislumbrar sus ojos verdes entre la penumbra de la habitación. Estos me miraban atentos y con lujuria plasmada en ellos. Me sentía completamente desnuda bajo su mirada, tanto física como mentalmente, porque bueno, estaba completamente desnuda y podía sentir cómo nos conectábamos de una manera distinta. Sentía que éramos una sola y que compartíamos nuestra alma con la otra.

No solo se trataba del placer que nos brindábamos una a la otra y de lo que eso significaba, era algo mucho más íntimo. Estábamos conectadas en este momento en todos los aspectos posibles. Ella expresaba el amor que sentía hacia mi con acciones y me hacía saber todo lo que se preocupaba por mí y lo que me adoraba solo con un par de toques y una mirada.

Mis ojos se fueron a la parte posterior de mi cráneo cuando aumentó la velocidad de sus embestidas y succionó mi clítoris con fuerza. Arqueé mi espalda y afirmé mi agarre en su cabello. Me dejé llevar por las olas de placer que me invadieron cuando sentía que llegaría al orgasmo.

—No te detengas. Ya me voy a... mmmhh... oooh dios Mimi. —grité sin poder evitarlo, llenando la habitación de mis gritos y respiración pesada. Podía sentir el sudor caer por mi frente y por mi espalda. Mis piernas temblaban sin control mientras el placer provocado por el orgasmo que estaba teniendo me invadía. Apreté su cabeza con mis muslos mientras seguía gimoteando hasta que por fin logré calmarme. Pasó su lengua otro par de veces por mi intimidad haciendo que me sobresaltara al estar sensible, y luego subió con besos perezosos por mi abdomen y hasta llegar a mi rostro quedando entre mis piernas.

—Hola. —dijo con una sonrisa floja. Lucía cansada al igual que yo. Todo mi cuerpo comenzó a relajarse cuando pasó sus dedos por el costado de mi cabeza, acariciando mi cabello. Me incliné hacia su tacto en busca de más. Se quedó rascando mi cabeza de manera suave mientras yo cerraba los ojos y disfrutaba de sus caricias.

—Hola. —respondí por fin con una sonrisa dormilona en mis labios. No tenía energía para abrir los ojos o para moverme.

—¿Quieres dormir? —Me preguntó mientras escondía su rostro en mi cuello y dejaba besos en la zona sin parar sus caricias en mi cabeza. Yo levanté mis manos y pasé una por su cintura para abrazarla y la otra la llevé a su nuca para rascar la zona de manera suave al igual que ella lo hacía para que se relajara.

—Si. Me dejaste agotada. —le respondí con un bostezo que escapó de mis labios. La escuché reír y luego dejar besos sonoros por mi cuello y hasta mi boca. Sentí el inconfundible sabor salado en su boca cuando me besó con profundidad. Me costó seguirle el beso. Se separó de mi mientras acariciaba mi frente con su pulgar y me miraba con afecto. Sus ojos verdes tenían un brillo especial que solo hacia mi corazón derretirse de amor por ella.

La mamá de mi mejor amiga (Warmi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora