Capítulo 11

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—¿Quién era esa chica? —Me preguntó enfadada y con el ceño fruncido una vez que estuvo frente a mí. Me reí. No podía creer que en verdad estuviera celosa. Con qué derecho...

—Qué te importa. Era solo una amiga. No somos nada como para que te pongas así. —le respondí indiferente y con la verdad. Por dentro estaba muy feliz porque claramente mi plan para ponerla celosa había funcionado.

—No sé a qué estás jugando pero no me gusta. No puedes andar dejando que cualquier chica te manosee. —me reclamó enfadada. ¿Qué se creía?

—No Ana, basta. Yo me meto con quién quiera, no me puedes pedir exclusividad si no somos nada. —le volví a insistir. Ella me iba a responder pero se calló. Sabía que en el fondo yo tenía razón.

—No me importa, no me gusta verte con otras chicas. —habló terca cruzando sus brazos sobre su pecho y desviando la mira hacia el suelo. Me causó ternura su pequeño berrinche.

—Ana... —No pude decir nada más porque me interrumpió.

—Me molesta ¿está bien? ...me molesta verte en los brazos de otra chica. No quiero que nadie más te toque aparte de mi. Te juro que le arrancaré las manos a esa niña si es que te vuelve a tocar un pelo. —espetó enfadada. Que fuera tan posesiva me excitaba y me daba algo de gracia. Podía ver lo complicada que estaba con todo este tema.

Enterró sus manos en su cabello y lo agarró un poco con desesperación. Comenzó a caminar de un lado a otro con las manos en su cabeza mientras balbuceaba algo que no entendí y gruñía como un león enjaulado. Dios, si que estaba enfadada y teniendo problemas para entender sus propios sentimientos.

Se detuvo y se acercó rápidamente a mi. En un movimiento sorpresivo, me tomó por la cintura y me empujó hacia ella.

—Escúchame Mimi...sé que no somos nada pero me enferma verte con otras. Me estas volviendo loca y... y... me estoy desesperando, te deseo tanto en este momento. —balbuceó mientras apretaba fuertemente mi cintura por donde se encontraban las aberturas de mi vestido por lo que podía sentir sus manos suaves contra mi piel. Me acercó a su cuerpo y pasó sus labios y la punta de su nariz por mi cuello, haciéndome cosquillas mientras me olfateaba. —Hueles tan bien. —murmuró contra mi piel para luego comenzar a dejar besos húmedos en la misma zona. Me estremecí ante su contacto. Estaba demasiado caliente así que me dejé llevar. Me encantaba que fuera así de celosa.

—Eres sólo mía ¿escuchaste? —gruñó cerca de mi oído con frustración, mientras que con sus manos iba al cierre de mi vestido que estaba en la espalda para comenzar a bajarlo lentamente hasta la parte baja de mi espalda.

Llevó sus manos hasta el frente de mi vestido y comenzó a bajarlo de modo que mis pechos quedaron al aire. Sin previo aviso se metió uno de ellos en la boca. Con su lengua jugueteó con mi pezón mientras que con sus manos bajaba mi vestido hasta el suelo dejándome sólo con mis bragas negras y mis tacones. Jugó con mis pechos un rato más bruscamente tirando de mis pezones con sus dientes y haciendo que soltara gemidos.

—Sabes tan bien. Me encantas. —volvió a gruñir para luego agarrarme por los muslos y subirme a sus caderas. ¿De dónde sacó la fuerza para hacer eso?

Mis pechos quedaron a la altura de su cara por lo que siguió lamiéndolos mientras me llevaba hacia el sillón. Me recostó en este delicadamente.

—Necesito ayuda para quitarme esto. —dijo señalando su ropa. Tenía ganas de quitársela desde hace mucho tiempo.

Saqué la parte superior por encima de su cabeza dejando su torso desnudo. Me sorprendió ver que no llevaba sujetador. Sus pezones estaban ya erectos. Era preciosa.

La mamá de mi mejor amiga (Warmi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora