Capítulo 48

1.2K 73 18
                                    

Narra Mimi


La irritante alarma de mi móvil me despertó esa mañana. Por unos segundos no supe quién era y qué hacía aquí en este mundo pero después todo cayó sobre mi de repente.

Era Mimi Doblas, era oncóloga y hoy día tenía una cita con mi amiga para tratar su cáncer...

Restregué mis ojos con ambas manos y me estiré en la cama para luego de un solo salto salir de mis sábanas. Caminé como un zombi hasta el espejo y me observé por unos segundos. Estaba horrible... mis ojeras delataban que había llorado ayer por la noche al acabar el día. Mis ánimos estaban por el suelo.

Me metí a la ducha sin darle más vueltas al asunto o nunca saldría de mi casa. Al finalizar bajé las escaleras y mis dos hermanos me esperaban sentados en la cocina con el desayuno ya preparado.

Hoy estaban siendo más amables de lo normal porque sabían qué ocurriría hoy. Les conté todo anoche cuando me vieron llegar hecha polvo a la casa. Estaban tan desconcertados por la noticia como yo.

Engullí mi desayuno en total silencio mientras mis hermanos intentaban sacarme tema de conversación pero yo no estaba de humor. Desganada dejé las cosas en el fregadero, les di un beso en la cabeza a cada uno, les dije que se cuidaran y salí de casa.

Tardé más de lo normal en llegar al hospital.

Saludé a mis colegas con una sonrisa fingida y cuando por fin llegué a mi despacho me dejé caer. Mis hombros cayeron al igual que mi sonrisa y mis ganas de existir. Me puse la bata blanca de siempre y me senté en el escritorio a revisar más archivos con mis futuros pacientes.

Ahora me daba miedo hacerlo porque temía que alguno de esos nombres fuera el de algún ser querido o un conocido. Nunca podría superar el trauma de encontrar el nombre de Aitana ahí.

Cuando terminé de revisar los archivos y programar las citas para las consultas ya era casi la hora de que llegara mi primer paciente.

Me reproché a mi misma por ser tan idiota. Había estado todo lo que llevaba de jornada laboral siendo una imbécil. No podía seguir así de triste y desganada cuando hacía mi trabajo. Debía estar concentrada en mis pacientes y en darles la mejor atención posible. Ya lidiaría con Aitana cuando llegara la hora.


•~•


Las primeras dos citas fueron normales. La señora Rosa era un amor de persona y me había contado que cuando supo de su enfermedad, se prometió a si misma hacer todo lo que siempre quiso pero nunca se atrevió a hacer, empezando por declararse a un hombre que trabajaba en una tienda cerca de su casa. Me contó que iba a la tienda a comprar cosas innecesarias solo para poder verlo. Un día lo invitó a salir y este aceptó la invitación. Me alegró saber que ahora ambos eran pareja y que la estaba esperando fuera de la consulta.

Yo mataría por tener un amor tan puro como el de ellos...

Le hice todos los exámenes correspondientes y quedamos en que viniera por los resultados la próxima semana. Aún ni yo sabia la gravedad de su cáncer... esperaba que fuera reversible y que pudiera tener una larga historia de amor junto a su nueva pareja.

Mi otro paciente fue más duro de conocer. El señor Berlin ya no tenía posibilidades de sobrevivir al cáncer que tenía así que solo le di un tratamiento para el dolor que comenzaría mañana mismo. Él también me contó que ya había aceptado su destino. No se arrepentía de nada y me dijo que era feliz. Tenía una esposa, 4 hijos y 9 nietos a los que amaba. Se sentía completo pero eso no hacía que su familia no se sintiera triste por él.

La mamá de mi mejor amiga (Warmi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora