Capítulo 49

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Narra Ana


—Ha sido bastante tiempo... —le dije para luego acercarme a ella y no sabía cómo saludarla... ¿debía hacerlo con un beso en la mejilla o un apretón de manos? Opté por lo segundo y le extendí amistosamente esta luego de pasar un mechón de mi cabello tras mi oreja. Ella observó mi mano por unos segundos y luego la estrechó.

Sus mejillas tenían un carmesí adorable y sus ojos verdes eran esquivos a los míos. Creo que desde que había entrado aquí, sólo me había mirado una vez... seguía igual de tímida que siempre.

—Si... no esperaba encontrarte aquí. —me respondió luego de unos segundos en los que luego de estrechar mi mano, la llevó dentro del bolsillo de su bata nerviosa.

Yo tampoco esperaba que nuestro reencuentro fuera en estas circunstancias, de hecho, este era el peor escenario posible.

—Supongo que... supongo que Aitana siempre encuentra la forma de juntarnos. —le comenté en broma... más o menos. Ella rió un poco mirando al suelo y haciendo que en sus mejillas se formaran hoyuelos.

Recién en ese momento pude detallarla mejor. Estaba preciosa. Su cabello ahora era más claro que antes y más corto, su piel seguía igual de blanquecina y su cuerpo... su cuerpo era más de mujer. Se veía bastante sexy en esa bata y con unas gafas finas colgando del escote de su camiseta provocando que este fuera más pronunciado y yo pudiera ver el inicio de...

Detuve esos pensamientos. No era el momento ni la ocasión para hacer algo así... pero es que estaba tan bonita y su nueva madurez me llamaba la atención. Había crecido bastante en estos años.

—Deberíamos hacer algo al respecto... empezando por deshacernos de su enfermedad. Toma asiento por favor. —Señaló la silla frente a su escritorio mientras ella simultáneamente se sentaba tras este. Dios... eso fue sexy. Le hice caso sin rechistar.

—No sé si Aitana te informó pero su cáncer no es para nada grave, se debe realizar una... —la interrumpí, ya Aitana me había informado de todo. Yo sólo había venido a su oficina a verla a ella.

—Si... no te preocupes, ya estoy informada de todo... yo había venido a verte a ti. —creo que la desconcerté con mis palabras porque se quedó mirándome con la palabra en la boca. Se veía sorprendida. Sus labios entreabiertos y el rojo creciendo en sus mejillas mientras carraspeaba y desviaba su mirada a los objetos de oficina sobre su escritorio.

—¿En-en serio? —Preguntó dudosa y si no me equivocaba, con una pequeña sonrisa formándose en la comisura de sus labios.

—Si... tenía que ver con mis propios ojos a la doctora Doblas. Con Aitana te buscamos de inmediato cuando supimos de su enfermedad. Fuiste siempre la primera opción. —le conté y ella ahora sí que tenía una sonrisa completa, con dientes y todo en su rostro.

—Me alegra escuchar eso... quiero decir... no la parte en la que Aitana se enferma, si no la parte en la que te acuerdas de mí... quiero decir... se acuerdan de mi. —habló rápido y algo nerviosa. Yo solo reí por lo bajo.

—Me alegró saber que volviste a Miami y más me alegró saber que te va bien en lo profesional. —le hablé sincera. La primera cosa que supe de ella fue eso, que estaba trabajando aquí en este hospital. Habían sido 6 largos años sin saber ni una pizca de información de ella pero ahora... ahora la tenía frente a mi de nuevo y una extraña tensión recorría el ambiente.

No tenía idea que tipo de tensión era...

Si, yo quería verla porque me importaba ella a pesar de todo. Cuando estábamos juntas siempre le decía que quería que sus sueños se hicieran realidad y que fuera exitosa y ahora que estaba cumpliéndolos, quería verla.

La mamá de mi mejor amiga (Warmi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora