Más allá de mis palabras [COMPLETA]

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Fue la primera vez que se percató de que lo planeado estaba realmente ocurriendo.

Miró por la ventana del asiento del copiloto y pudo ver una serie de árboles, ordenados en filas perfectas. A lo lejos, divisaba algunos caminos de tierra, recorridos por uno que otro vehículo, los que se perdían entre los cerros mucho antes de que ella pudiera ver cuál era su destino. Se preguntó cómo serían aquellos lugares escondidos, cuál sería el olor a campo, si acaso sería realmente salvaje como ella lo imaginaba y había leído tantas veces en los libros. Todo parecía tan emocionante y triste a la vez.

Este tipo de pensamientos contradictorios le habían comenzado a aparecer desde que el día en que le habían anunciado que una desconocida tía abuela se había comunicado con la agencia por carta para informar su disposición a cuidar de ella durante el verano. Desde ese día dejó que las cosas ocurrieran por sí solas, limitándose a asentir cuando le preguntaban sus deseos por ir a un nuevo lugar y dejar su casa en la ciudad.

"¿Puedes hacerlo?" "Creemos que esto puede ser lo mejor, no hay nadie más que se haya pronunciado al respecto..." "Podrás tener unas verdaderas vacaciones", eran algunas de las frases que había escuchado después de la propuesta.

Finalmente, cuando se completaron cada uno de los trámites de manera correcta,llegó el día en que se lo dijeron: Se iría a pasar el verano donde una desconocida, para luego prepararse para entrar a la universidad. Ahí fue cuando la invadió una profunda tristeza, que hasta antes de aquél momento no había sentido con tanta fuerza, por la muerte de sus padres. Recordaba haber tenido largas noches en vela, con el rostro empapado en lágrimas, añorando que estuvieran presentes para no tener que ir a ninguna parte.

Suspiró, tal como lo hacía cada vez que volvía a recrearse en su mente una escena del pasado. La mujer que estaba a su lado la miró de reojo, con el ceño fruncido.

El camino tenía cada vez más curvas, lo que la hizo sentir nauseas.  Abrió lentamente la ventana con su dedo índice, haciendo entrar con fuerza una ráfaga de viento. Se mezclaron en el auto el olor a aire acondicionado con el pasto recién cortado. Su pelo se movió y cruzó por su rostro, haciéndola pestañear varias veces hasta que pudo quitárselo definitivamente con la ayuda de sus manos.

La mujer al volante se percató de la situación y dejó entrever una sonrisa. Llevaba puesta una chaqueta azul marino y pantalones del mismo tono. Al fin, después de un largo tiempo en silencio, la mujer decidió iniciar una incómoda conversación.

- ¿Segura que estarás bien?

La joven asintió y produjo un leve zumbido con sus labios en señal de aprobación.

Se sentía culpable por haber enmudecido deliberadamente durante el camino. Sin embargo, sabía que no tenía muchas opciones. En su mente se agolpaban tal cantidad de pensamientos que no lograba comunicarse con mucha claridad.

Los árboles comenzaron a verse de manera más clara ahora que la mujer disminuía la velocidad. Pudo ver sus hojas de tonos verdosos, las flores que aparecían de entre sus ramas y pequeños animales escondidos en aquellos troncos gruesos.

Se percató entonces que la carretera continuaba en línea recta, mientras el vehículo en que andaba se alejaba por otro camino más estrecho y bordado de matorrales que apenas le permitían ver los cerros. Se hizo más patente el sentimiento de incertidumbre que la había ahogado, pero que tanto buscó mitigar.

Observó a la mujer a su lado, la que a ratos se acomodaba en el asiento, nerviosa. Vivía, sin duda, una incómoda situación, que ella todavía no estaba lista para romper.

De pronto, la oyó decir unas suaves palabras.

- Apuesto a que es una mujer muy buena, igual que ellos.- Al terminar, formó una sonrisa torcida, mientras disminuía aún más su velocidad para adentrarse en otro camino, bastante pedregoso. – Por lo demás, es solo una temporada, un descanso de todo por lo que tuviste que pasar.