12- Jeremy

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Desde la primera noche Jeremy se propuso no solo reparar el Estrella Azul, sino dejarlo como nuevo. Se levantaba por las mañanas, bebía un poco del jugo de naranja que su hermana había dejado servido antes de irse a trabajar y chequeaba la lista que él mismo había confeccionado. Tal como su padre le había enseñado, aquella era la mejor manera de no olvidar ninguno de los pasos a seguir. Si le faltaban objetos todavía o se le ocurría reemplazar alguno de los aparatos, caminaba por la avenida de Connery Fields, tienda a tienda, esperando encontrar lo que necesitaba. Muchas veces recibió respuestas negativas y rostros extrañados, otras obtuvo indicaciones que lo hicieron recorrer parte importante del puerto. Así, por las noches, descargaba la parte trasera de su camioneta y ubicaba las herramientas en el garaje, donde encendía dos pequeñas ampolletas que colgaban de sus cables por el techo. Entonces se ponía a caminar en círculos, todavía temeroso de arruinarlo y no dejarlo como él le había enseñado. ¿Y si ya no podía navegar? ¿Y si el motor tenía una falla apenas tocaba el agua? Estaba siendo tan perfeccionista y cuidadoso que terminaba por acostarse al amanecer. A veces, ni siquiera dormía, sino que se quedaba con la vista fija en el techo de su habitación, pensando en qué haría el día siguiente e impaciente por ver a Helena otra vez. Se imaginaba su rostro de sorpresa al ver aquél gran bote pesquero y la alegría que le produciría su ofrecimiento de una aventura en alta mar. Y no solo la suya, sino también la propia, al volver a sentir la brisa rozando su piel y las gotas salpicarle el rostro. La imagen del Estrella Azul arreglado cerraba todas sus noches y le permitía, al menos, dormitar, para levantarse otra vez con energía.

Rosette se percató tiempo después de lo que hacía. Lo analizaba escondida, con miedo a que aquella imagen se desvaneciera y que su hermano, en un momento de histeria, decidiera detenerse. Además, no quería que se sintiera avergonzado de su acción y sabía que si ella aparecía, emocionada en el garaje, lo único que haría sería que le restara importancia y fuera a hacer alguna otra cosa. Fue meticulosa, tal vez demasiado, ya que aguardó un par de días para decírselo a Roey. De hecho, no hizo alusión a que Jeremy estaba reparando el bote de la familia, sino que lo único que comentó fue que "Las cosas estaban cambiando en casa". Al principio, el anciano, que hojeaba unos documentos en el escritorio con la pipa todavía encendida, no la miró. Pero cuando el silencio se extendió y Rosette no parecía dispuesta a irse sin una mirada, se encontró con sus ojos juguetones y una sonrisa. "Tienes que ir a verlo", fue lo que pronunció antes de tomar la cartera que dejó sobre la silla de madera, "además, se extraña tu presencia en los almuerzos". A veces le sorprendía lo parecida que sonaba su voz a la de su joven madre, Vivian.

George Monroe había dejado de ir un tiempo a casa de los Bells, específicamente desde su discusión con Jeremy. Esperó para tener claro cómo iba a proceder respecto a la chica con la que lo había encontrado el otro día. ¿Tenía que decirle que algo extraño ocurría? ¿Cómo explicarle sin sonar como un loco? Al final, un día caminando por el muelle, llegó a la conclusión que lo mejor era advertirle que se estaba metiendo en un terreno peligroso. Tenía que hablar lo justo y lo necesario, considerando la fuerte atracción de Jeremy por lo desconocido y, muchas veces, aquello que le causaba el mayor daño. Con esta idea dándole vueltas en la cabeza y una vez que Rosette salió de su despacho, decidió partir al atardecer a hablar con Jeremy y ver aquello de lo que tanto hablaba su hermana mayor.


Tocó la puerta con seguridad.

- ¡Ya voy! – Una voz extrañamente alegre. Roey miró de un lado a otro, impaciente.

Luego de escuchar el golpeteo de objetos metálicos con el suelo, extrañado, divisó el rostro del joven. Tenía migajas por el borde derecho de su labio, las que limpió enseguida y aun sin fijar sus ojos grises en él. Cuando lo hizo, sus hombros, antes alzados, volvieron a su posición regular.

Más allá de mis palabras [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora