9- Helena

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Cuando la cena se acabó, entre recuerdos y conversaciones de antiguos momentos en el puerto, ayudé a Gartia a limpiar y a Becky a retirar la mesa. Ronald, en tanto, salió por la puerta para quedarse parado en el porche. Pude ver que sacó del bolsillo de su pantalón un puro y que lo encendió con la ayuda de una caja de fósforos que mantuvo guardada en una de las chaquetas que colgaban en el perchero.

El joven doctor ofreció ir a dejarme a la mansión blanca, arguyendo que era mejor que Becky y Gartia descansaran. La idea de volver me dio un leve temblor por todo el cuerpo. Sin embargo, sabía que era lo mejor. George Monroe había dicho que tenía que alejarme de ahí y el solo pensamiento de que Jeremy estuviera cerca me helaba la piel y me hacía sentir avergonzada de mis acciones.

Cuando vi que Clyde se alejaba por el pasillo central de la pequeña casa en busca de un chaleco salí por la puerta de entrada. Ronald miraba el paisaje en completo silencio, dejando salir de entre sus labios el humo y luego inhalando otra vez. Al cerrar la puerta detrás de mi, ni siquiera se inmutó por el sonido que se produjo. Mantuvo su postura recta y su mirada al frente. Sin embargo, ambos sabíamos que teníamos compañía allá afuera.

- Ronald – Pronunciar su nombre no cambió en nada el retrato. Exhaló – Voy a averiguar lo que ocurrió en la mansión blanca.

Se mantuvo en silencio por unos segundos, en los que dejó caer un poco de ceniza en una pequeña estructura de metal que se sujetaba en el marco de una de las ventanas de la entrada.

- Será difícil, pequeña. – Su mirada se dirigió al cielo negro, iluminado por unas cuantas estrellas. – Existe una noche de verano de la que nadie habla en Connery Fields.

Un escalofrío recorrió mi espalda.

- Tal y como te dijo mi hermana, parece que se ha borrado de nuestra memoria. – Me miró fijamente por un instante, sin pestañear. Luego, inhaló con el puro entre sus labios. – Para todos es una imagen difusa en sus cabezas, soy el único empeñado en querer saber lo que ocurrió con exactitud. -Agachó los hombros, rendido - Ellos piensan que exagero con todo lo que digo, que lo que le pasó a Raymond en Connery Fields fue solo buena suerte, que me carcome la envidia, que estoy obstinado en volver a aquella noche porque me siento culpable por la pelea que tuve con tu padre. Intentan que caiga en el conformismo de entregarme a lo que todos sabemos y que siga el patrón, que no hable de lo que pasó, como lo hacen ellos. Pero, Helena, ¿cómo podría hacer una cosa así? Él era mi amigo del alma. – Se acercó a mí al pronunciar las últimas palabras, hablando con una voz más firme, menos quebrada en comparación al principio de la conversación - ¿Comprendes lo que te digo?

Asentí.

- Sé perfectamente que esto suena una locura. – Pronunció apagando el puro contra la pequeña figura de metal.

- Lo que más he aprendido durante mi estadía en Connery Fields es que nunca dejarán de aparecer extrañas respuestas a las más sencillas interrogantes. – Fijé la vista en el vehículo que pasaba a esa hora por una de las calles aledañas, iluminando las veredas a su paso y, con ellas, a unos cuantos jóvenes caminando – Creéme - Sus ojos me observaban, expectantes - nada puede ser tan loco. – Los ojos grises de Jeremy Bells cruzaron por mi mente, junto con el libro de portada negra.

En eso, Clyde salió por la puerta de entrada, acompañado de las dos mujeres que querían despedirse antes de irse a la cama.

- Ha sido increíble, de verdad, muchas gracias Gartia – Dije abrazando a la mujer, que me tomó entre sus gruesos brazos, elevándome del suelo.

- Ven cuando quieras, querida, este es tu hogar – Era tal la sinceridad de su sonrisa que se me apretó el pecho. Contuve la respiración para evitar que mis ojos se pusieran llorosos y dejar escapar una lágrima. Hace mucho que no me sentía parte de algo, por lo que escuchar esas palabras fue como oír un grito de auxilio de mi corazón.

Más allá de mis palabras [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora