Al bajar a cenar me encontré con que el comedor estaba gélido y el candelabro lucía completamente apagado, al igual que las velas que se ubicaban en las estanterías y muebles alrededor de la gran mesa. No había rastro de Thatcher sirviendo agua o los ostentosos platos metálicos llenos de comida. Cruzó por mi mente el que quizás había hecho enojar tanto a mi tía por haberle mentido que ahora me castigaba sin cenar. Pronto eso me pareció demasiado inmaduro y fuera de lugar. En vez de quedarme estancada en esos pensamientos, fui directo hacia la cocina, abriendo la puerta de un golpe.
- ¿Felicia? – Murmuré en la oscuridad.
Había entrado a ese lugar un par de veces, a buscar una fruta o agua caliente para hacerme un té. Sin embargo, moverse en la oscuridad a esas horas era algo muy distinto. No recordaba muy bien donde estaban las estanterías o cuan largo era el pasillo que llevaba hacia una segunda puerta que sabía guiaba a la casa que ocupaban las criadas y la habitación de Thatcher, de acuerdo a las instrucciones de mi amiga.
Me quedé con ambos pies plantados en la entrada, esperando a que la muchacha me respondiera.
- ¿Felicia? – Pregunté al ver un pequeño destello venir del otro lado del pasillo. Se movía. Tenía que ser una vela. – Soy He...
- ¡Helena! – La voz de Mildred salió disparada en la oscuridad y el destello, cada vez más grande, hizo un gracioso recorrido por las cajoneras, para luego cruzar una mesa que utilizaban como tabla de cortar y llegar hasta mí. – ¿Qué haces aquí a esta hora? ¿No se suponía que estarías en el pueblo? – Sonaba muy seria para ser un comentario irónico e hiriente. Era lógico que Mildred había escuchado todo el espectáculo.
Negué con la cabeza, movimiento que, en la oscuridad, no sabía si lograría verse. Luego, me mordí el labio, con nerviosismo.
- No me refiero a eso, chiquilla – Resopló – Bah. La señora Connery me ha dicho que te esperarían afuera para llevarte a Connery Fields, una comida en casa de Gartia, según lo que entendí. Seguramente debía avisarte alguno de nosotros, probablemente Felicia – Se detuvo un momento y miró un punto indefinido, pensativa – Esa niña debería ser más avispada y dejarse de niñerías. Está bastante desconcentrada.
Me quedé helada. Las últimas palabras que Marya había dicho volvieron a resonar con fuerza en mi cabeza. No me cabía duda de lo que había dicho y lo tajante que fue.
- Pensé que yo...
- No pienses tanto – Alzó las manos, casi dejando caer la vela de entre sus dedos- y mejor haz caso a la señora. - Negó con la cabeza al pronunciar las siguientes palabras- Ya te has metido en bastantes líos.
Bajé los hombros y respiré profundamente. En eso, Mildred me tomó el brazo con suavidad y ladeó su rostro, haciendo que su cabello alborotado sobre su cabeza se moviera hacia un lado, cayendo algunos mechones sobre su hombro.
- Oye, Helena. Te daré un consejo – Sentí que su mirada burlona se volvía profunda, que me analizaba de una forma en que no lo había hecho antes – No pierdas la cabeza intentando encontrar respuestas. - Hubo un momento de silencio que fue invadido por una brisa helada que cruzó la cocina - A veces es mejor dejar las cosas como están, para no toparnos con algo desagradable y que no vale la pena. Te lo digo como una persona que sabe más de lo que esa curiosa de Felicia podría jamás averiguar. - ¿Acaso me guiñó el ojo cuando acabó la frase o había sido solo mi imaginación?
Suspiró y puso una mano en el bolsillo de su delantal, mientras con la otra todavía cargaba la vela encendida. Miró el reloj que colgaba de una de las paredes blancas, cuyo sonido era imperceptible aun en ese lugar tan solo.
Antes de que pudiera hacerle una nueva pregunta, alzó la palma de la mano para que me detuviera sin siquiera dirigirme la mirada.
- Estarán esperándote hace ya varios minutos afuera. - Al ver que no me movía, continuó - Vamos, que esperas, ve pronto.
- Pero, ¿y mi tía? – Balbuceé todavía inmóvil.
- Ella me ha dicho que te lo dijera. Es usual que cambie de opinión de la noche a la mañana. Nunca podrás ser capaz de predecir a Marya Connery, Helena. - Me dio un escalofrío - Así que ve antes de que vuelva a negarte el cruzar el arroyo. – Cuando empecé a alejarme no pude escuchar como terminó la frase – Quizás esta sí sea la última vez, después de todo.
Mildred estaba en lo cierto. Tal como Gartia había dicho, fue planeada para ese día y esta envió a su sobrino Clyde y Becky de copiloto buscarme, esta vez sin árboles o flores para cargar.
- Buenas noches, Helena. – La voz ronca de Clyde absorbió el tono suave de Becky, que pronunció esas palabras, al mismo tiempo.
- Hola Clyde, ¿todo bien?
- Debería preguntártelo a ti – Miró a Becky de forma sospechosa - ¿Así que te desmayaste el día que te dejé sola en la playa?
Supuse que él ya le había comentado a su mujer acerca de nuestro encuentro y que ella sola se percató que yo era la misma persona que estuvo viendo su puesto durante la instalación de la feria local.
- No fue nada, solo una baja de presión. – Mencioné tomando ambas mejillas con las manos, sintiendo que comenzaban a arder.
- No te preocupes, solo te está molestando – Becky le golpeó en el hombro con suavidad, manteniendo una sonrisa en el rostro – De todos modos no puedo entender como no me dijiste que habías estado en casa. – Miró hacia la parte trasera del asiento, esperando mi respuesta.
- No nos quedemos pegados en charlas, es mejor que lo hagamos allá. Nos están esperando.
Clyde hizo rugir el motor y se dio la vuelta para poder cruzar el puente, dirigiéndose hacia el pueblo. Cuando lo hizo, me quedé con la vista fija en el paisaje y me encontré con que uno de los ventanales de la mansión estaba todavía abierto, de lo que me percaté porque la cortina se movía hacia afuera a raíz del viento. Junto a ella, se veía una silueta delgada, con el cabello recogido hacia arriba y una sonrisa de oreja a oreja.
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Más allá de mis palabras [COMPLETA]
Misterio / Suspenso"En una noche de verano, de la que nadie habla en Connery Fields, un joven descubrió toda la verdad, el más cercano lo intentó traicionar y alguien lloró desesperanzado al verlo partir." Dieciocho años más tarde, luego de la muerte de sus padres, H...