Más allá de mis palabras [COMPLETA]

9- Helena

La historia de Felicia me dejó helada. Durante todo su relato, estuve sentada en la cama, con mi largo camisón cubriéndome las rodillas, y la cabeza prácticamente escondida entre estas. Solo mis ojos iban siguiendo sus labios mientras hablaba, despacio, procurando no subir demasiado la voz. Cuando terminó, recogió rápidamente la bandeja con ambas manos y me dejó la taza con una taza de té de hierbas servido, aún caliente. Me dijo que lo mejor era que pensara en lo que ella había dicho y que le respondiera luego acerca de mis impresiones, sobretodo porque quería evitar que Mildred continuara sospechando que ella aún seguía envuelta en "locas ideas de personajes de libros".

- Tranquila, Helena, ya volveremos a charlar – Fue lo que dijo antes de cerrar la puerta, sujetando con una mano la bandeja, manteniendo una dulce sonrisa. No alcancé a responder.

Una vez sola, abrí el gran ventanal de mi habitación y tragué una bocanada de aire fresco. Me senté en una de las sillas del balcón, dejando apoyado el codo en la mesa de cristal, que todavía no estaba limpia.

No sabía exactamente qué sentía en ese momento. ¿Temor? ¿Sorpresa? Felicia tenía razón. Quizás podía parecer que lo que había hecho era enredarme todavía más el panorama, pero era necesario que yo lo supiera. Era en mi nuevo hogar donde estaba esa biblioteca, en la que Felicia había encontrado los libros, y solo algunos kilómetros más abajo se ubicaba Connery Fields. Y lo que no podía dejar de lado, mis padres habían vivido ahí también, Marya y Gartia lo habían mencionado. ¿Podía eso implicar que ellos estuvieran involucrados? ¿Me encontraría acaso alguna vez con un libro de portada negra que hablara de ellos? Inhalé con fuerza. Ni siquiera sabía qué significaba eso, al menos no con seguridad.

Me paré otra vez y puse ambas manos en la baranda, con la mirada enfocada en la parte del jardín que estaba justo debajo. No era tiempo de exagerar y sacar conclusiones apresuradas.

Lo primero que era necesario hacer era encontrar la respuesta a la pregunta que Felicia había formulado, saber si eso era una coincidencia de un escritor bastante acertado o si realmente podía ser que las novelas trataran acerca de sus vidas. Y era cierto, yo tenía una ventaja en relación a Felicia en ese punto. Incluso ya conocía a una persona que había aparecido en una de ellas.

Pensé en Jeremy Bells y la conversación que tuvimos por las calles del pueblo. Sin embargo, no recordaba que en lo que hubiera dicho apareciera algo determinante. No dijo nada que me hiciera creer que él era el Jeremy de la novela que yo había leído esa misma noche.

Suspiré.

Tenía que verlo otra vez para poder saber con certeza qué ocurría. Aunque yo sabía muy bien que esa no era la única razón. Se me escapó una sonrisa al recordar la corrida colina arriba, la luz de los fuegos artificiales iluminando el cielo oscuro y su promesa de llevarme a conocer otros lugares en Connery Fields. Sacudí mi cabeza, alzando el rostro para sentir el sol sobre mi piel pálida y aun ojerosa.

Siguiendo lo que Felicia había dicho, y para terminar de una vez lo que ella comenzó, lo único que me faltaba era obtener la autorización de la señora Connery para cruzar el arroyo. Eso bastaría para poder verlo y hacerle algunas preguntas sobre su pasado.

Un estremecimiento recorrió mi espalda.

¿Y después qué? ¿Servía de algo saber la verdad del pueblo de Connery Fields? La imagen de mi padre apareció frente a mí. Llevaba puesto una camisa larga y pantalones sueltos, mientras armaba con unos trozos de madera un nuevo columpio para el jardín. "No te conformes con aquello que está al alcance de tus ojos, Helena, si ves que hay algo más allá, debes salir a buscarlo". Tenía que hacerlo, él alguna vez me lo había aconsejado sin saberlo.

Lo único que decidí guardar como secreto fue mi extraño encuentro con un pequeño de nueve años, que había perdido a sus padres en una tormenta en altamar, y a quien yo abracé esa misma noche al leer una novela.