El mes había terminado, aquel confinamiento por fin me abría las puertas a otro mundo.
— ¿Te sientes bien hermano? —preguntó Jermaine sosteniendo mi hombro.
—Nunca me sentí tan mareado en la vida.
—Supongo que ahora debo llevar tu equipaje.
—En realidad no —respondí tomando la valija sin problema alguno—. Solamente esperaba qué me dejarás en paz para poder ir a casa y descansar.
—Solamente quiero ayudar —se encogió en los hombros.
—Claro, siempre quieres ayudar, siempre eres el más atento de todos.
—Michael...
—Necesito tiempo solo, probablemente porque a lo largo de este viaje el estar rodeado de gente que me obligaba a sonreír no era mi plan perfecto.
Continúe caminando hasta encontrarme en tierra firme, miré atrás esperando a ver algo, alguna señal de mi hermana sin obtener nada. No me quedé quieto por mucho tiempo, dejé a valija en la cajuela del auto y con el murciélago salí disparado a algún punto lejos del puerto de Seattle. No me pregunté si Jermaine tenía manera de volver a Montana o si necesitaba mi ayuda, pero en ese preciso momento la molestia combinada con la última charla entre nosotros y la carta de Lisa sentía como todo me daba vueltas. La adrenalina de mantener el murciélago a toda velocidad junto la rabia que me estaba asfixiando tanto como la culpa fueron un factor importante para decidir frenar en el primer hostal o motel a mi paso, esa persona desquiciada frente al volante no era yo... Pero en ese punto no sabía ni siquiera quién era yo.
Yvonne se había quedado conmigo la mayor parte del viaje preguntando por cómo era la vida en casa desde su partida y ahí comencé a derramar lágrimas sin poder contenerme. El niño se metió con una chica que solía ser drogadicta, vivía en la calles para sobrevivir, seguido de cerca por una decepción amorosa decidí hacer lo que tantas personas me había sugerido, publicar un libro, algo con pensamientos crudos sobre mi historia con Monique y un par de justificaciones para no odiarla. Finalmente le hablé sobre mi entrada a la universidad, mi popularidad y la soledad que venía con esa fama que todo el mundo conoce.
Siempre me había sentido solo, no importaba si era una cena en familia, una discusión o simplemente un intercambio de miradas, al final del día repasaba todo lo ocurrido intentando remediar la tristeza que abrazaba sin dar paso a ninguna esperanza de ser "un chico normal", cada día dentro de mis primeros 20 años de vida me creí incapaz de ser una persona, debía haber algo mal en mí, era una concepción extraña para la edad en que la idea se planteó en mi mente. Miraba la nada por horas, miraba en el interior de las personas intentando encontrar la razón de mi peliculiar personalidad, pero nunca encontré una respuesta.
Muchas personas dirán que el sentirse solo es un reflejo de lo auténtico que puede ser o no con las personas, pero en mi caso, siempre intenté entender, no quería sentirme solo, no quería estar en medio de un mundo desconocido, no quería molestar a nadie con esa manera de obsesionarse con la idea de ser diferente, aunque sin duda era diferente.
No me aisle del mundo, me volví un participe falso de sus cuatro paredes, cada día era como una máscara nueva, debía mantener ese perfil alegre frente a todos, y lo difícil no era ver a la persona al otro lado del espejo sin encontrar un alma feliz, lo difícil era tener unas incontenibles de llorar, refugiarme en el baño para sollozar por un puñado de minutos y que nadie lo notará, aquello era porque tal vez nadie era capaz de creer que yo no era feliz.
Mi consuelo no estaba en mis "amigos", quizá en ese momento no veía, pero no tenía ninguno, mi consuelo eran las innumerables palabras que era capaz de ordenar en el papel, mis lágrimas se transformaron en los trazos de una pluma y aquellas anécdotas nacidas de un alma solitaria. Me acostumbré a vivir así, sin compañía, con Cressy como mi recurso para no parecer un ermitaño y millones de sonrisas pintadas con la tinta de la misma pluma capaz de contener mis sentimientos.
Ese era un resumen de mi vida antes de ella, antes de Lisa todo estaba vacío, la mayoría de las cosas carecían de sentido hasta su llegada, todo se transformó cuando la conocí, cada palabra tenía un significado nuevo y sus ojos verdes pintaron el lienzo blanco que era mi vida.
La amo, la amo demasiado y ese viaje a Canadá no es una opción.
Bajé del auto a mitad de la nada, caminé en círculos por tiempo indefinido, caminar me había ayudado en los últimos tiempos, caminaba para enfriar mi mente.
Solamente necesitaba saber sobre el estado de Cressy para volver a Canadá, ahora sabía que no necesitan recuperar a Lisa porque ella era tan mía como yo suyo.
Justo cuando mi respiración se había calmado el teléfono comenzó a sonar con desesperación, el número del hospital iluminó la pantalla.
— ¿Hola? —respondí con temor.
—No voy a quedarme más aquí —musitó.
—Cressy.
—No voy a mejorar y no quiero morir entre paredes blancas.
—Vas a mejorar y yo estoy en camino...
—No, quiero salir aquí —sollozó casi sin aliento.
—Lo harás, por mí, por Erik, por tu madre.
—Michael, vivir de esta manera no es vivir.
— ¿Te acuerdas cuándo nos conocimos? Aquella tarde en la biblioteca tú eras la única chica despierta, la única que iba cada tarde a leer, no a encontrarse con alguien, no a dormir o buscar una excusa para no hacer los deberes.
—Iba a la biblioteca solamente a leer.
—Yo siempre creí que estaba solo, nadie compartía ese amor extraño por pasar la tarde con la cara entre libros. Tú dijiste algo.
—No estás solo...
—Y tú tampoco estás sola, voy en camino, iré a verte por mañana.
—No estamos solos, pero tampoco estamos viviendo.
—Te veré mañana
No podía dejar ir a Cressy, necesitaba seguir el consejo de Lisa, cuidar de Cressy.
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Soñando Sobre Tu Piel
FanfictionLas páginas del libro se llenaron poco a poco, eran mis recuerdos, sus risas, cada vacío de su presencia era reemplazado por palabras, esas flotando a mi alrededor, me ayudaron a sobre llevar su ausencia, pero no quería pasar toda la vida acompañado...