Ahí estaba Milán, su aire puro llenando mis pulmones mientras la voz de Michael continuaba en mi interior, lo había dejado ir sin pensarlo tan bien. En realidad lo extrañaba, pero no era justo dejarlo convivir con mis demonios cuando él ya debía lidiar con la enfermedad de Cressy y sus padres. Estar un tiempo lejos podría ayudarnos a pensar, me daría el espacio suficiente para afrontar todas mis perdidas dar un paso adelante de ellas volviendo a renacer como lo haría un ave fénix.
Mientras salía entre el tumulto de gente en el aeropuerto busque el transporte que me llevaría al lugar donde estaba por hospedarme el siguiente mes, me sentía un poco nerviosa por conocer al señor Rouffe, esperaba encajar con su manera de trabajar y superar sus expectativas en cuanto al libro, deseaba probarme como una verdadera escritora y dar un resultado satisfactorio.
Finalmente apareció un hombre uniformado como conductor al pie de una limusina negra sosteniendo un cartel con la leyenda "Bienvenida Señorita Lisa M. Presley" impresa en este en este, me acerque la hombre con media sonrisa y le salude.
—Hola, buenos días —extendí mi mano en su dirección—, Soy Lisa M. Presley, la invitada del señor Rouffe.
—Buen día señorita, ¿Cómo estuvo su vuelo? —preguntó mientras estrechaba mi mano.
—Muy bien, gracias.
—Me alegro, la llevaré a la residencia para que pueda tratar sus negocios con el señor Keough —abrió la puerta del vehículo y me introduje en este mirando con una sonrisa toda la opulencia a mi alrededor.
Escuchar ese apellido me pareció bastante peculiar, me preguntaba si aquella persona tenía algún parentesco con Danny o si era solamente una coincidencia.
La limusina se puso en marcha, la cuidad brillante se presento frente a mí llena de color, cada edificio parecía una nueva versión de una casa de muñecas antigua, todo parecía intacto y pulcro, cada centímetro de la calle parecía darme la bienvenida, paramos frente a un hermoso edificio de al menos 10 pisos con molduras talladas en piedras adornando cada piso hasta el techo, el color se mantenía marrón y la puerta era giratoria.
—Llegamos, señorita —el conductor abrió la puerta ayudándome a bajar y me guió hasta la entrada del edificio.
—Gracias —dije en cuanto se retiro.
Empuje la puerta giratoria esperando impaciente por ver el interior del edificio, el piso era de mármol blanco y las paredes tenían un color amarillo muy tenue apenas perceptible, fui directo a la percepción encontrando a una chica rubia de unos 19 años mirando una revista que escondió en cuanto me encontré frente a ella.
—Hola —respondió rápido—. ¿Estás buscando a alguien?
—No, creo que hay alguien esperando por mí —respondí mientras le miraba ladear la cabeza.
—Ah, claro —bajo la mirada por un par de segundos y me dio una llave con el numero 12 en relieve—. Es el piso 6. El hombre a quien busca está en el departamento y bienvenida a Piazzale.
—Gracias.
Tomé la llave caminando sin un rumbo fijo esperando encontrar el ascensor en un golpe de suerte y así fue, el pasillo principal revelaba un par de puertas plateadas con botones a los costados. Presione ambos esperando paciente para ver bajar alguno y en cuanto este llego por mí me dirigí al piso 6, cuando las puertas se abrieron de par el par fue fácil identificar le número 12. Respiré profundo intentando olvidar los nervios y entonces hice ceder la cerradura introduciendo la llave. El lugar era tan bonito como lo esperaba y la decoración era algo parecida a mi habitación en la casa de mi madre, pero aquello no era una simple coincidencia, en realidad tenía una explicación con nombre propio.
—Bienvenida, Lisa —dijo Danny dejando su asiento en la sala.
No tenía palabras, su nombre se repetía en mi mente, pero la sorpresa de tenerlo frente a mí después de tanto tiempo me creo cierta confusión.
—Danny —pronuncié al fin cerrando la puerta con cuidado—... Hola.
—Lo sé, es extraño que este aquí, pero cuando Alan me habló de escribir un libro solamente pensé en ti —se rió ligeramente nervioso.
—Me haces sentir alagada, agradezco la oportunidad de estar aquí. Gracias.
Me acerqué un poco a él para poder saludarle y terminé por darle un abrazo junto a un beso en la mejilla.
—No es nada, yo confió completamente en ti y Alan también lo hará.
—Eso espero, ¿En dónde está el señor Rouffe? Me gustaría conocerlo cuanto antes para comenzar a tratar el asunto del libro.
—Él no estará aquí hoy —se alejó un poco de mí tomando mis hombros con algo de fuerza.
— ¿Cuándo voy a conocerlo?
Bajo la mirada negando un par de veces al tiempo que mordía su labio inferior intentando darme pistas de lo ocurrido.
—En realidad lamento mucho lo que estoy por decirte —murmuró sin soltarme—. Alan tiene una agenda muy demandante por el resto de año, no podrá estar aquí la próxima semana, ni el resto del mes, pero insistió en hacerte venir para darte la experiencia de conocer Milán, todo está pagado así que solamente necesitas disfrutar de tu estancia aquí.
—No, yo no puedo aceptar eso, vine a trabajar y no quiero quedarme aquí sin hacer nada.
—En realidad será tu trabajo cuidar del departamento mientras Alan termina todos los asuntos de su agenda —se encogió en los hombros—. Todo está pagado Lisa, no usarlo sería una perdida terrible.
—Si me quedó sería algún tipo de aprovechada.
—Bueno, eso no lo dice nadie y la agencia prefiere tener a alguien haciendo uso de esos viáticos antes de pedir algún reclamo.
Soltó mis hombros mirándome con detenimiento. Pasé ambas manos por mi cabello sin saber cómo tomarlo. Quedarme en Milán sería fantástico, pero el libro era parte de mi rutina de sanación, necesitaba ocupar mi mente en algo mientras luchaba contra todos los recuerdos.
— ¿Recuerdas cuando tu regresaste de la clínica antes de tomar la decisión de ir a la universidad? Dijiste algo "Puedo imaginar la lluvia...
—De Milán, pero no puedo verla y si la vida me dejará viajar a Milán sería maravilloso —complete la frase bajando la mirada pensando en ese simple línea.
—Vamos, acepta, serán como vacaciones y puedo visitarte cuanto quieras mientras te quedes en este edificio. ¿No te gustaría pasar tiempo aquí?
Eso quería, tiempo, tiempo era lo necesario y si no estaba del todo sola entonces tal vez podría funcionar.
—Pasar tiempo en Milán —suspiré.
— ¿Te convencí?
—Sí —asentí—, necesito este tiempo.
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Soñando Sobre Tu Piel
FanfictionLas páginas del libro se llenaron poco a poco, eran mis recuerdos, sus risas, cada vacío de su presencia era reemplazado por palabras, esas flotando a mi alrededor, me ayudaron a sobre llevar su ausencia, pero no quería pasar toda la vida acompañado...