Capítulo 25 "Adiós Canadá"

99 8 3
                                    

Quería sentirme culpable, deseaba escucharlo gritarme pero estaba tan ausente.

—Es una prueba de embarazo.

— ¿Es tuya?

Me encogí en los hombros con las manos haciendo un gesto obvio.

—Pero en todo este tiempo ni siquiera te he tocado, apenas puedo darte un beso corriendo el riesgo de ser rechazado.

—Lo sé.

Iba a ser difícil admitir todo lo ocurrido desde mi llegada a Canadá, pero si había decidido quitarme la máscara entonces debía afrontar las consecuencias.

— ¿Cómo puedes creer estar embarazada?

Dejé la pregunta suspendida en el aire pensando solamente en la noche del crucero antes de salir corriendo a los brazos de mi madre.

—Jackson —se respondió a si mismo.

No dije nada aprobando su respuesta mientras su mejillas se tornaban de un color rojo bastante brillante.

— ¿Cuántas malditas veces te acostaste con él? ¿Cuánto tiempo llevas engañandome?

El tono de su voz subió un poco, y aquello fue suficiente para imaginar la escena repitiéndose en su mente.

—No te estoy engañando —murmuré con cierta vergüenza.

— ¿En serio? Esto lo conozco como engaño —arrugó la caja con una mano.

—Sucedió en el crucero, solamente fue una vez.

— ¿Luego te pusiste un cinturón de castidad o algo parecido?

—No, abandoné el crucero al día siguiente.

Se tocó la frente con una mano intentando hacer coincidir los hechos.

—Me sentí pedida y completamente confundida por lo ocurrido en el crucero. Estando en el barco bebí cada día hasta desmayarme, en realidad tenía algunas lagunas mentales y mi problema con el alcohol solamente me ayudaba a justificar lo ocurrido, pero pensé en ti, por eso decidí ir a un lugar seguro.

— ¿Dónde?

—En Memphis, con mi madre —bajé la mirada—. Fui a Memphis el resto del viaje, hablé con ella sobre todo, y a pesar de no aceptarlo sabía que no deseaba tener una relación contigo, no me sentía confundida por mis sentimientos entre él y tú, no tengo sentimiento alguno por ti.

Cada una de mis palabras parecía viajar con tranquilidad hacia sus oídos, tal vez necesitaba más tacto para decir todo, pero él merecía sinceridad después de todo.

—Te agradezco traerme a Canadá para alejarme de Michael, pero en cada uno de tus intentos por cultivar algún tipo de amor solamente me hacías pensar en cuánto lo extrañaba —hice una pausa intentando dejar de murmurar para volver a mí tono normal de voz—, pensar en cuánto lo amaba me causaba un sentimiento terrible de culpa contigo y por eso te dejaba llegar lejos, mi gratitud golpeó el esquema de mi mente pensando que por gratitud te debía sentimientos parecidos al amor.

Dio media vuelta sosteniendo su cuerpo con ambas manos sobre el lavaplatos.

—No sientes nada por mí —su voz casi se rompió—, no querías nada conmigo salvo darme las gracias.

Estaba ofendido por mis acciones, pero sentirse ofendido no borraba sus faltas.

—No es amable admitirlo, pero así es la verdad.

—No puedo creerlo. Te abrí las puertas de mi corazón, de mi casa, ¿Cómo puedes decir algo así?

Negué resoplando, ¿De verdad esperaba algo diferente? Me había presionado, estaba conmigo todo el tiempo siendo amable y esperando una respuesta similar de mi parte, pero lo más importante, mi atractivo principal, era la ex novia de Michael.

—No puedes hacerte la víctima conmigo —le confronte—, no todo fue parte de una obra de caridad, ni siquiera pensabas en ayudarme, solamente querías mantenerme a tu lado, intentar la maniobra de "conquistarme" sin preocuparte por mí verdadero estado.

—Yo no soy esa chica con quién ibas a casarte —afirmé.

Se irguió un poco volviendo a posar su mirada en mí.

—Acéptalo —su ceño fruncido le hizo parecer desentendido, un perfil más de Oliver—. Esa chica te dejó por alguien que le propinaba pasión, no supo valorar tus sentimientos o no supo frenarse por eso, no lo sé, pero usarme para vengarte de Michael o reemplazarla no te hace una víctima.

—No tengo idea de lo que estás diciendo.

—La tienes, lo sabes y no puedes negarlo conmigo, no por ser mi novio es porque tus intenciones siempre son transparentes.

Se quedó casi petrificado mirándome como si no me reconociera.

—Nunca fui tan sincera contigo como en este momento y no planeo humillarte, nada de esto estaba en mis planes, todo cayó por su propio peso.

—No, no puedes simplemente terminar comunico y botarme a un lado del camino.

—No lo hago.

—¡Lo haces ahora! —gritó con cierta desesperación, dejó caer su puño sobre la mesa—. ¡Maldita sea! ¡No puedes abandonarme, no es justo, no es justo perder todo por alguien a quien no le hace falta nada!

—Oliver —le llamé con tranquilidad esperando calmar su voz—. No es tu culpa, no es por ti.

Otro puño cayó sobre la mesa sacudiendo con más fuerza el mueble.

—Ella no merecía que la amarás —volví hablar—, y tú estás consciente de no amarme, te aferras a mí, no es algo diferente a eso.

—Y la culpa no es mía.

—No.

Se talló la cara con ambas manos, el rojo de sus mejillas se expandió por su cara antes de suspirar.

—Necesito dormir —respiró profundo—, mañana te llevaré a J-K y tal vez podamos hablar con tranquilidad de esto.

—Renuncié a J-K, hoy fue mi último día.

Un quejido se escapó de su garganta.

—No hay que hablar, no necesito hacerte más daño.

—Hablaremos mañana —anunció de nuevo.

Comenzó a caminar directo a las escaleras sin mirarme de nuevo.

—No podemos hablar mañana —anuncié siguiendo sus pasos.

—Lisa, por favor, no podemos tirar todo por la borda solamente de esa manera.

—Ese es el problema Oliver, en realidad trabajamos mucho por algo que no es capaz de sobrevivir por sí mismo.

—En realidad podemos tomar otra iniciativa.

—Voy a irme.

— ¿Qué? —dejó de subir las escaleras mirándome sobre su hombro.

—Recibí una oferta de trabajo, fuera del país, por eso renuncié a J-K.

—Ya tenías un plan.

—Lamento venir contigo a Canadá.

—No, está bien, algunas veces es mejor decir hola y adiós a quedarte en completo silencio.

No entendí el significado de sus palabras, pero no lo detuve de nuevo.

—Adiós Canadá, adiós nueva vida —le escuché lamentarse.

Soñando Sobre Tu PielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora