Me había tomado el tiempo suficiente para pensar en mí siguiente movimiento. No podía interferir con el tratamiento de Cressy, y para eso ella necesitaba a Michael de su lado, no era capaz de hacer a un lado mis sentimientos, pero era capaz de alejarme lo suficiente para darle el tiempo necesario hasta estar completamente bien.
Había pasado un mes desde que abandoné el Siny, para esa fecha el crucero de J-K debía haber llegado a tierra.
—Un mes —susurré mirando el calendario sin dejar de esperar.
Desde mi llegada a Canadá todo se volvió claro, el error de vivir con Oliver, el "intentar" darme una oportunidad con quién no lograba ni siquiera conmover mi corazón, el aceptar un trabajo a cambio de estar a millas de distancia sin salir del radar, esa persona viviendo en Camadas era solamente una imitación patética de mí, por esa misma razón había aceptado la repetida invitación de escribir un libro para Alan Rouffe, el actor del momento con una reputación bastante dudosa en cuanto a su comportamiento, tal vez usaba drogas, tal vez estaba cansado de la soledad acompañando al éxito, pero por cualquier razón estaba dispuesto y completamente convencido que mi debut como escritora en papel debía ser su historia para el mundo.
—Hola, Lisa —dijo Vicky entrando a mi oficina.
—Hola, ¿En qué puedo ayudarte?
—Tengo los últimos pendientes —se mordió el labio inferior.
Aquel era mi último día bajo el mandato del señor y la señora Jackson, mi renuncia fue presentada frente a la junta directiva y un par de días después de volver a esa oficina, ya no quería estar en Canadá y el señor Rouffe me regaló la excusa perfecta para salir de ahí. El papeleo tanto como la noticia tardaría el tiempo exacto en llegar a Montana, el tiempo perfecto para dejarme tomar el avión a Milán.
Mi relación con J-K terminaba ese día, justo al tiempo que mi relación con Oliver, todo seguía un itinerario estricto en los próximos 5 días.
—Bien, gracias. Déjalos en el escritorio.
— ¿De verdad quieres irte a Milán? —preguntó ladeando la cabeza.
—Lo quiero —le dediqué una sonrisa asintiendo.
—Bien, gracias por sugerirme para el puesto, fue grandioso trabajar contigo.
—Pienso lo mismo, y no creo conocer a nadie mejor —le dije poniéndome en pie dispuesta a recibir un abrazo de su parte.
—Todos en el departamento vamos a extrañarte —abrió los brazos y me atreví a quedarme entre ellos escuchando su respiración mientras el momento terminaba.
—Todos estarán bien, espero escuchar sobre ustedes pronto —murmuré apartando mis sentimientos por los dueños de la empresa.
—No te vayas sin antes despedirte de todos —me sugirió saliendo de la oficina dejando los últimos pendientes del mes.
Me atreví a mirar la correspondencia dejando todo en orden para quien sería mi sucesora dentro de la silla de editora en jefe. Miré la portada del siguiente mes suspirando por el futuro lejos de ese lugar.
Luego de un par de minutos decidí tomarme un pequeño descanso, pasear por las instalaciones, no por nostalgia, para matar un poco el tiempo hasta volver a casa, ese último turno tal vez sería el más eterno que todo mi tiempo entre esas paredes. Caminé por los pasillos con tranquilidad mirando la nada, creando planes, imaginando cosas sobre Milán y el señor Rouffe.
— ¡Lisa! —escuché la voz de Vicky a mis espaldas mientras corría con media sonrisa directo a mí.
—Tranquila.
—Acaba de llegar algo genial para ti —dijo arrastrándome directo al baño sin esperar una respuesta.
Tenía un paquete no muy grande bajo el brazo, estaba completamente fascinada mientras lo abría frente a mí estando en el baño que pronto me pareció un lugar bastante desagradable con un olor no muy persistente.
—Es de la compañía del señor Rouffe, uno de los perfumes de colección de La folie, pronunció en un francés bastante agradable.
—Vaya, parece algo increíble.
—No tienes idea de lo que hablo —afirmó mirándome a través del espejo mientras dejaba la bonita caja de terciopelo azul marino al exterior.
—No, en realidad no tengo idea.
—Es una nueva línea de perfumes y ropa increíble, hace honor a su nombre y la colección apenas está llegando a América.
Asentí con un sonrisa y acto seguido me mostró la fina botella de cristal cortado en forma de cisne.
—De verdad es hermoso.
—Lo sé, y su olor es simplemente exquisito —hizo un movimiento girando la cabeza del cisne ligeramente y revelando parte del truco de la botella un poco de perfume se esparció por el aire con gracia, las partículas se mezclaron con el olor del baño lentamente y sin darme tiempo de nada todo aquel hedor me hizo sentir mareada—. Está inspirado en el olor de un cisne, obviamente combinado con un par de sales y aromas distintos —respiró profundo aumentado mis náuseas.
—Tal vez no tengo un olfato tan desarrollado como el tuyo —murmuré cubriendo mi nariz con el dedo índice y medio de mi mano derecha.
—No necesitas un olfato desarrollado para apreciar las bellas notas de un aroma como este.
—Pues a mí no me parece tan exquisito —hablé apenas conteniendo mis ganas de ponerme en cuclillas sobre el retrete.
— ¿Te sientes bien? Te ves un poco pálida.
—Necesito tomar un respiro de todos esos aromas raros.
—Lisa...
Sin dejarla terminar esa última frase hice justo lo esperado. Terminé arrodillada frente al retrete vertiendo en su interior toda la comida de esa mañana y probablemente el día anterior. No me atreví a mirar ni un por un segundo pero cierto alivio llegó a mí luego de ese momento.
— ¿Lisa?
—Terminé, lo siento, no debiste ver eso.
—Tranquila no es nada, pero me preocupas un poco.
—No deberías, tal vez todo esto es por el viaje a Milán.
— ¿Estás segura?
—Lo estoy —me puse en pie volviendo a los lavamanos y aquella mirada curiosa de Vicky no se alejó hasta lanzarme una pregunta bastante perspicaz.
— ¿Puedo traerte algo? Una menta, algún tipo de té o una prueba de embarazo.
Su última sugerencia me hizo desear soltar una enorme carcajada, pero aquella posibilidad, a pesar de parecer algo trillado, no dejaba de ser una posibilidad. Y mi expresión lo dijo todo.
—Entonces, iré por un té... y una prueba de embarazo.
Y en ese momento, mientras la puerta del baño anunciaba la salida de Vicky, la idea de irme a Milán parecía alejarse también.
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Soñando Sobre Tu Piel
FanfictionLas páginas del libro se llenaron poco a poco, eran mis recuerdos, sus risas, cada vacío de su presencia era reemplazado por palabras, esas flotando a mi alrededor, me ayudaron a sobre llevar su ausencia, pero no quería pasar toda la vida acompañado...