Capítulo 31 "El brillo en tus ojos"

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La noticia de mi renuncia se corrió rápido entre el largo mundo del negocio, en menos de una semana tenía canastas de fruta, dulces,cartas de condolencia lamentando mi salida de J-K y ofreciendo discretamente nuevas oportunidades de trabajo. No estaba seguro de que el mundo deseará tener a Michael Jackson trabajando para ellos de nuevo, pero el mundo no se había olvidado de mí como lo imagine. Ese mes lejos de J-K decidí pasarlo mirando mi vida en retrospectiva, al menos hasta tener otra noticia de Lisa o Cressy.

No volví a las cenas de mamá y tampoco fui requerido, no había pasado mucho tiempo pero probablemente mi falta era una de las más graves en el listado de reglas implícito de la familia, por momentos me sentía estúpido, eran personas compartiendo mi sangre buscando darme un buena educación, un buen futuro... una jaula cómoda para vivir. Me sometieron a sus reglas y decisiones durante toda mi vida, librarme de vivir bajo su mando no era fácil, cambiar de costumbres y no tener la posibilidad de volver a ver a mi familia era complicado distinto.

Respiré hondo imaginando el rumbo de mi vida a partir de es momento, ¿cómo era vivir? Eso ya lo sabía, había estado solo durante mucho tiempo, conocía toda la vida antes de Lisa, pero no estaba seguro de sobrevivir a una.

La puerta fue golpeada con un poco de desesperación logrando hacerme reaccionar con cierta premura para saber quién se encontraba al otro lado.

Y la sorpresa no fue tan grata como lo esperaba.

-Volvimos -esas simples palabras me hicieron sentir pánico-. Cressy está en casa de su madre y quiere hablar contigo en este momento.

-Sube al auto -ya no tenía tiempo de pensar en nada más, tome las llaves corriendo sin preocuparme por otra cosa, y sin importar cuál era el limite de velocidad salí disparado a la casa de Cressy. Mi mente se quedo suspendida en ese pequeño momento, la carretera frente a mí donde tuvimos tantas charlas, su manera de mirarme y reír a veces sin desearlo, era había sido mi única amiga en toda mi vida y al igual que la ilusión de mi familia estaba a punto de perderla.

Al aparcar frente a su casa un montón de emociones me inundaron, esos ojos mirándome, esa sonrisa tierna, su cabello castaño tan lacio, la chica alegre capaz de contagiar a cualquiera, la amaba, era como mi hermana y pronto se iría.

—Debes entrar —pidió Erik en un susurro—. Ella quiere verte a pesar de estar exhausta. Necesita verte ahora.

—No quiero ir —admití.

—Debes...

—No lo entiendes —bajé la mirada—. Es mi querida Cressy, es la pequeña Cressy —gemí—. La amo Erik —me atreví a mirarle directo a los ojos—, ella es mi familia, mi única hermana, la única preocupada por mi felicidad, la amo y no puedo soportar la idea de perderla también.

Una lágrima resbaló por mi mejilla con lentitud.

—Yo también la amo, seguro la amo más que tú, y si pude tragarme el sentimiento para darle la paz y felicidad necesaria entonces tú también debes hacerlo.

Su semblante se endureció un poco, los ojos se le llenaron de lágrimas.

—Yo pude hacerlo —casi sollozó—, es tu turno.

Me sentí obligado a entrar sin importar cuanto doliera, pero hasta cierto punto tenía razón, y no me sentía lo suficientemente estúpido para negarme y terminar por pelear con él en el momento menos indicado. Bajé del auto contando los pasos hasta la entrada sin saber qué encontraría al otro lado de la puerta.

—Comienza a sentirse desorientada —murmuró dejando mi mano suspendida a milímetros de la puerta—, tal vez no va a reconocerte en un inicio, o no podrá hablar contigo, no importa lo que haga, no llores.

— ¿Qué?

—Se siente muy vulnerable frente a las emociones, si ríes ella reirá más fuerte, si lloras...

Se quedó callado.

—No contradecir, no llorar —repetí en voz alta y toque a la puerta.

La madre de Cressy abrió mostrando una sonrisa casi radiante acompañada de aquellos ojos llorosos.

—¡Michael está aquí! —anunció gritando con cierta euforia.

Di un paso al otro lado del umbral, aquel rostro perplejo se iluminó por completo antes de mirar a Cressy sentada en el suelo de la sala mirando la TV como una niña pequeña mientras intentaba armar un rompecabezas. El tono de su piel se volvió opaco, su cabello estaba completamente desordenado y sus ojos estaban ligeramente hundidos en un marco oscuro, demasiado oscuro para ser solamente ojeras por el mal sueño.

—Hola, Michael —me dedicó media sonrisa con aquellos ojos brillantes.

—Hola linda, ¿Cómo estás? —me acerqué con pasos trémulos.

—Bien, fui de viaje con Erik, fuimos a...

Se quedó pensando por un par de minutos.

—A Corea.

—Sí, yo nací en Corea —pronunció arrastrando un poco las palabras—. Tú y Lisa deberían ir algún día, es un lugar muy lindo. 

—Sí, puedo imaginarlo.

Escucharla recordar a Lisa me arrancó un suspiro silencioso, logré no borrar la sonrisa de mi rostro a pesar de eso y hasta cierto punto me alegraba su demencia, no era capaz de explicarle que Lisa en realidad no estaba conmigo. 

— ¿Y Lisa? —preguntó.

—No pudo venir, ha estado muy ocupada con el trabajo, pero te envía saludos. 

Erik bajó la mirada tal vez molesto por mi mentira.

— ¿Podrá venir pron... pronto? —le vi cerrar los ojos para completar aquella palabra. 

—No lo sé —no fui capaz de inventar una nueva mentira en ese momento, Cressy era ahora solamente un pequeño rastro de la chica a quien tanto amábamos—. Voy a preguntarle. 

— ¿Prometes traerla pronto? —Hizo una pausa mirando a su alrededor como si las palabras adecuadas se encontraran escritas en el aire—. Quiero... quiero, yo... quiero, hablar... con ella.

No podía mentir más, no podía darle a Lisa el espacio suficiente para pensar o vencer a sus demonios por si sola, tampoco era capaz de hacerle una promesa vacía a Cressy, no le iba a permitir dejar el mundo preocupada por mí, por mi relación con Lisa, si todavía existía una.

—Vendrá pronto, lo prometo —me puse de cuclillas frente a ella tomando una de sus manos entre las mías—. La traeré antes de perder el brillo de tus ojos.

Sonrió con dificultad y en ese momento comencé a trazar un plan para encontrar a Lisa. 

Soñando Sobre Tu PielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora