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La clase que nos toca era Matemáticas. Tengo que aclarar que soy bien mala para los números y eso. Siempre me dan diferente resultado a los demás y me desespero por eso.

Entró al salón seguida de Jefnier y veo que se va a sentar en el mismo puesto que estaba anteriormente, pero lo freno agarrando su brazo.

- ¿Si quieres te puedes sentar conmigo allá atrás? - le señale al puesto vacío detrás del mío.

- Si, claro.

Esté muchacho no es de mucho hablar, tengo que sacarle tema de conversación para conocerlo mejor.

- Oye y tú ¿Eres bueno con los números? - me senté sin darle la espalda.

- Acho, soy pésimo pa' los números - dice rascándose la cabeza.

- Yo igual, a si que no hay rollo - alce los hombros y él ríe.

Me levanté a botar la servilleta.

- ¡Mami, quisiera ser tú profesora de matemática pa' rasparte to'o el año! - gritó Oriana haciendo los que estaban serca de ella me miren.

Giré los ojos y seguí caminando hasta llegar a la papelera y botar la servilleta.

Me di cuenta que algunos me estaban mirando con gracias y otros con intenciones de otra cosa.

Siempre me pasa eso mi cuerpo es un poco llamativo para los hombres.

Soy morena, cuerpo de reloj de arena, cabello largo largo castaño oscuro, pompas grandes y firmes, pechos medianos y  piernas bien tonificada.

Definición exacta de una venezolana.

Ignore eso y fui a sentarme. Miré por un segundo a Jefnier y estaba mirando las piernas, mordiendose el labio.

Se dió cuenta que lo estaba mirando y dejó de mirarme, moviéndose en su silla incómodo.

Reí.

Siempre he sido una gran tentación  para los chamos y me ha enseñado que no puedo estar por ahí exhibiendo lo que tengo y después empiezen a hablar cosas de mi. Siempre bajo perfil.

Chicas hay que aprender a valorarse  y hacerse respetar.

___

12:00PM hora de salida.

Término de recojer mis cosas y me levanto para arreglar un poco mi ropa y escuché a Jefnier hablar por teléfono.

- ¿No vas ha venir?... Puñeta, como cojones quieres tú que yo me valla pa' la casa ¡No me diste tanos chavos! - lo miré de reojo, está molesto - Sí, siempre me las tengo que arreglar por mi propia cuenta... Dale, dale después hablamos - colgó la llamada, guardó el teléfono en su bolsillo, tomó su bolso metiendo su cuaderno a lo coñazo para luego salir del salón.

Miré a Oriana a mi derecha y estaba sorprendida por lo que acabamos de ver.

- Ori, nos 'tamos hablando cualquier cosa - me acerco a ella para despedirme con un beso y un abrazo, ella hace lo mismo.

- Pero ¿No era que nos vamos a reunir en la casa de la Dani?

- Sí, pero recordé que... Tengo que hacer unas cosas con mi mamá. Estamos hablando por si hay cambios de planes - caminé de espaldas mirándola.

Entre cerró los ojos, sabía que no me creería, es que para decir mentiras soy bien mala.

- ¡Embustera! Ayer nos dijiste que no tenías nada que hacer hoy - me miró retadoramente.

- Si, pero no me acordaba de eso - me encogí de hombros.

Me iba a responder pero Diego la interrumpió y colocó su brazo derecho en sus hombros.

Estos van a terminar juntos. Desde pequeños Diego le anda tirando a Oriana pero ella siempre lo había rechazado, a él no le importa pero cada vez que puede aprovecharse del momento, lo hace y si es para decirle cosas, también lo hace.

- ¡Coño Oriana, déjala en paz! Deja que se valla, se le hace tarde - dijo eso último y me miró, me picó el ojo y sonrió.

Es el mejor.

- No, déjame - se quitó el brazo de Diego y lo empujó - Ven acá, Andrea - me grita.

- Me voy, chao - le lanzó un beso para salir del salón.

Ya fuera del liceo, miró entre la multitud de estudiantes que había fuera del liceo para ver si estaba por ahí Jefnier.

Quería ayudarlo a que regrese a su casa. Me daba cosa que se fuera por ahí sin nada de dinero y sin conocer la ciudad.

Miré a un grupo de camisa beige y lo veo a él hablando con uno de ellos. Mientras me iba acercando al grupo, me doy cuenta que es el grupo de amigos de Carlos. ¡Oh no! Ésto no es bueno.

- ¡Mierda! - dije apresurando el paso.

Ya estando al lado de ellos los saludo.

- Hola niños - sonrió.

- Andrea, mi amor - dice Miguel mirándome de arriba a bajo. Giré los ojos frunciendo los labios.

Desde que me presentaron a Miguel él ha querido tener algo conmigo, pero yo no. Es demaciado mujeriego, cada semana andá con una diferente. Carlos siempre lo ha tenido amenazado si se metía conmigo o lo veía muy cerca de mi, literal, lo mataría. Pero a mí me da igual si le hace algo o no, con solo ignorarlo tengo.

- Hola Miguel - dije dando una sonrisa forzada.

- ¿Para dónde vas? ¿Te llevo a tú casa? Mi amor - se acerca a mí y acomoda un mechón de cabello detrás de mí oreja.

- No, gracias - dije alejándome de él - Estaba buscando a Jefnier para irnos hacer la tarea que mandaron - miré a Jefnier que me están mirando confundido.

Los demás de grupo empezaron hacer ruido.

- ¡Mierda... Que bolas mano! - dice Alex dando una carcajada. Haciendo que todos rieran.

- Marico, entiende que ella no quiere nada contigo - dice Gabo colocando una mano en el hombro de Miguel riéndose.

- Cállate mamaguevo - movió su hombro bruscamente para que quitará su brazo.

- Ey, ey sin groserías - dice Antonio "el menos problematico del grupo".

Jefnier tenía su mirada perdida en mí con una media sonrisa en su cara ¿Ya había dicho que tiene lindos labios? Bueno los tiene.

¡Andrea controlarte!

- ¿De qué se ríen?

Juntos .Lunay.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora