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No tardó mucho la tranquilidad, Jefnier se detuvo a mi lado con el ceño fruncido.

No le hice caso y seguí desayunando.

- ¿Me puedes decir que es lo que realmente te molesta de lo que hago o no?

Ya no tenía ganas de decirle nada, ni de reprocharle nada.

Sólo quería que se valla y me dejará en paz.

Suspiré.

- Nada, Jefnier - dije ya sin ánimos para seguir discutiendo por una cosa tan estúpida - Solo quiero que te vayas de mi casa.

- Tu siempre con lo mismo - dice con fastidió.

Lo ví por el rabito del ojo haciendo un gesto con la mano para girarse y alejarse un poco.

Hice caso omiso a lo que dijo y seguí comiendo.

Veo que mi pan tostado necesita más kétchup y mi pan sin kétchup no me lo como. Una extraña manía mía.

Me levanté para buscar mi kétchup pasando por un lado de Jefnier que me seguía con la mirada.

¿Por qué no se va? ¿No le molesta que yo lo ignore? Supongo que no porque todavía sigue aquí.

Tomé kétchup de un estante, me giré para ir de regreso a mi asiento.

Pero me llevo de sorpresa que Jefnier está sentado comiendo mi desayuno.

¿Cómo se atreve?

- Ey, me puedes explicar qué estás haciendo? - digo de repente haciendo que él se asusté.

- Comiendo ¿No ves? - dice dándole un mordisco grande a mi pan.

Al mirar eso, abro la boca.

Me acerco a él apartando mi plato y quitandole un pedazo de pan que tenía en la mano.

- Mirá vale - le reclamé - Ahí hay pan para que te hagas uno - lo fulminó con la mirada.

- Pero yo quiero ese - dice arrastrando el plato de nuevo a él.

Doy una carcajada sin ánimo.

- Sigue creyendo porque te vas a volver creyón - le vuelvo a quitar el plato antes que se coma otra vez mi pan.

Me agarra de la cintura acercándome bruscamente a él y sentandome en su pierna izquierda, rodeandome con sus brazos con fuerza impidiendo la movilidad de mis brazos.

- Déjame - dije intentando safarme de su agarre.

Se acerca a mí oído derecho y susurra.

- ¿Me lo das todo y te suelto? - se aleja un poco para mirar mi gesto.

Lo miro mal.

Creo que aquí el que le afecta realmente levantarse muy temprano un domingo, es a Jefnier. Se pone muy temperamental.

- No te voy a dar un coño - dije alto y negando con la cabeza.

- Andá mami, yo quiero todo eso - se muerde el labio y acaricia mi pierna.

¡Dios mío, esos labios! ¡Andrea comportate!

- No, suéltame - lo miré mal, me moví para que me soltará pero no logro safarme.

Lo veo sonreír y me da un beso en el cuello haciendo que me de cosquilla.

- Jefnier, no - río y me hago hacia adelante para que parará.

Pero no, el seguía pegado ahí. Hasta que me di cuenta que noto que no me está dando un beso, me está dejando un shupón horrible en el cuello.

- Mi mamá me va a matar por tu culpa ¿Sabes? - trató que deje de agarrar una mano mía y me tocó la parte en que me hizo el shupón.

Juntos .Lunay.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora