Bind me || KookV +18

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(lo de JungKook y YoonGi pasa antes de lo que narré el capitulo anterior, después cuando hablo de JiMin y TaeHyung, ya es en el presente, espero que no se confundan JAJAJAJJA)

Un bus con letras rojas grandes BUSAN-SEÚL estaba llegando a la terminal, donde todos los pasajeros bajaron rápidamente, para poder buscar sus maletas y reencontrarse con su familia, desayunar o esperar a que los recogieran. Los dos últimos pasajeros bajaron con toda la calma del mundo y se dirigieron a la parte trasera del bus, donde en el maletero se encontraba su equipaje. El menor sonrío, había extrañado esa ciudad en todo el tiempo que había estado fuera. El mayor también sonrió con una pequeña sonrisa melancólica.

–Wow papá, no ha cambiado nada, sigue siendo igual de hermosa que siempre.

–Lo sé JungKook, nunca va a perder su encanto.

Se miraron unos segundos con una sonrisa y luego se abrazaron. Todo había sido diferente desde que la señora Jeon ya no estaba. La casa se sentía vacía sin su buena vibra, sus palabras dulces como el desayuno que preparaba en las mañanas para su familia, las adorables canciones que salían de su boca de vez en cuando. Pequeños recuerdos que los Jeon añoraban mucho y siempre los guardaban en sus memorias como uno de los tesoros más preciados.

Fueron hacia la zona de taxis y tomaron uno rumbo a su hogar, aquella casa que ahora se encontraba vacía y aguardaba por ellos. Ambos habían cambiado muchísimo desde aquel trágico evento que había ocasionado la muerte de una mujer muy querida, y de una de las mayores caras de la mafia. JungKook cambió completamente su carácter. Se alejó completamente de todo, no quería ir al instituto, no quería comer, incluso se había alejado de YoonGi y TaeHyung. Su papá decidió que lo mejor para ambos era volver a Busan, la ciudad natal de JungKook y donde sus padres se habían conocido. Habían estado viviendo en la casa de los padres del señor Jeon el último tiempo, hasta que por varias cuestiones decidieron que era hora de volver a Seúl.

–Este lugar...

Habían llegado a su antigua casa, aquella mansión que lo vio crecer, donde llegó el primer día después de salir del hospital, donde pasó su primera navidad, donde dijo sus primeras palabras, donde dio sus primeros pasos y ahora lo recibía nuevamente aquel lugar gigantezco al cual se acostumbró a llamar hogar.

–También lo extrañé mucho. Ve a dejar tus cosas arriba Kookie, refréscate, ha sido un día largo.

Y así lo hizo, el menor subió las escaleras hasta toparse con la puerta que era su habitación. Tomó aire, contó hasta tres y la abrió. Efectivamente nada había cambiado, seguían las cosas iguales, los empleados habían respetado su espacio y se notaba que habían limpiado en todo ese tiempo que no estuvo.

Se tiró a su cama y un recuerdo pasó frente a sus ojos, fue como un flash, unos dos segundos que bastaron para que soltara una maldición. Recordó una herida y sangre, mucha sangre. ¿Por qué? porque había visto su cuchilla justo encima de su mesita de luz, sí la cuchilla que están pensando. Aquella cuchilla la cual usaba con TaeHyung.

Cerró sus ojos y se obligó a calmarse, a no pensar en eso y recordar todas las sesiones con el psicólogo que tuvo para poder superar su pasado y concentrarse en cambiar. Respiró profundo y los abrió. Pero otro recuerdo lo invadió nuevamente, ahora duró más tiempo y se acordó de su rostro, su angelical y hermoso rostro.

–Mierda –cerró los ojos de nuevo y unas ganas de llorar lo invadieron. Miró a su alrededor y sintió deseos que no sentía hace mucho tiempo y por un momento pudo ver como su mundo se venía abajo.

Rápidamente salió de ese lugar porque le estaba afectando en sobremanera. Todos los recuerdos, absolutamente todos los que tenía con o sobre TaeHyung estaban volviendo y no quería recaer, no ahora que por fin estaba logrando rehacer su vida sin preocupaciones ni nada de lo que incluía su pasado.