4. Frio, frio...

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Salí muy sigilosamente por el muro de la Sala Común, al igual que una serpiente. Realmente no sabía dónde se encontraba la lechucería, solo que estaba en una de las torres. Sabía que estaba en una torre porque mientras estábamos cenando escuche a unos alumnos más mayores que decían que tenían que subir a la torre de lechucería a mandar unas cartas. Puede que a veces sea callada, pero eso no quiere decir que no me entere...

No debe de ser complicado encontrarla, o eso me creía... Empecé a andar por los pasillos, subiendo escaleras y perdiéndome cada vez más. Solo tenía una cosa clara: no sé volver a mi Sala Común.

Estaba asustada, pero tenía que relajarme. ¿Soy una Slytherin no? Intento volver por donde he venido, el problema es que todos los pasillos parecen iguales. Entonces... escucho pasos. He oído que hay una especie de bedel llamado Filch que si te pilla te pone el peor castigo que se le ocurre.

Me escondo detrás de una estatua, tragando saliva e intentando no hacer ruido al respirar. Con una mano, cojo mi varita que está en uno de los bolsillos de la túnica. En el otro bolsillo esta la carta. Puede que si le explico razonadamente lo que iba a hacer, me deje ir sin castigo. Incluso en mi cabeza parecía imposible...

Me paro a escuchar las voces y descubro que son dos personas. Por el tono de la voz deben de ser alumnos. No creo que me digan nada, pues están infringiendo las normas como yo, así que salgo de mi escondite.

Veo que las voces pertenecen a dos personas idénticas. Parecen más mayores que yo, por lo que me quedo un poco cortada.

Los chicos me han visto y empiezan a sonreír muy burlonamente entre ellos, haciendo que me asuste. No sé si fiarme de ellos, no son de Slytherin. Peor aún, son de Gryffindor. Se acercan a mí con mucha seguridad, demasiada...

-Mira George, parece que una serpiente se ha perdido...- dijo uno de ellos.

-Bueno, Fred, puede que no tengan buen sentido de la orientación.- dijo el otro.

Yo no decía nada, solo les miraba intentando parecer lo más temible posible para evitar que me crean inofensiva... Pero no funcionaba. Ellos seguían sonriendo de medio lado.

Me estaba poniendo enferma de verlos ahí parados, riéndose de mis desgracias. Me di la vuelta y me fui.

-Frio, frio...- dijo uno de ellos.

-¿Por qué?- les dije a la defensiva.

-¿Se lo decimos?- dijo el chico, mientras miraba a su gemelo.

-Es su primer día. Puede que aun no haya sido corrompida por las serpientes...

-¿Me vais a decir donde están las mazmorras o no?- ya no quería ir a la lechucería. Ahora necesitaba volver a mi habitación y recuperar el norte.

Antes de que dijeran nada ninguno, uno de ellos me agarró del brazo y nos escondimos los tres detrás de la estatua que me había servido de escondite minutos antes.

Por suerte no me había tocado la piel, pues llevaba manga larga. No sabía que hacíamos ahí.

-¿Estáis locos?- empecé a quejarme.- Dejarme...

El chico que me había cogido de la mano, ahora me tapaba la boca... ¡Oh no! Ya no había vuelta atrás, me ha tocado...

"Empecé a ver a los gemelos mucho más pequeños. Estaban gastando una broma al que parecía su hermano pequeño. Uno de los gemelos convertía el peluche del pequeño en una araña horrible."

Bueno... No había ido tan mal. El recuerdo del chico no era malo, salvo para el pequeño.

El chico aun seguía tapándome la boca, pero no veía nada más. Puede que solo veías un recuerdo cuando te tocaban y no te soltaban y, que cuando te soltaban y te volvían a tocar, veías otro. No estaba muy bien razonado, pero era una posibilidad.

Entonces volví a la realidad. Vi como por delante nuestro pasaba un hombre que debía de ser Filch. Antes los gemelos parecían que se burlaban de mí, pero me habían salvado de un buen castigo.

No sabía por qué, pero no quería que el chico me soltara. Hacia tanto tiempo que no tenía contacto físico...

-George, suéltala ya, creo que ha entendido que se tiene que estar calladita.- susurro el otro.

George, que por lógica era el chico que me sujetaba, me soltó. Me separé un poco de él, que el recuerdo que haya visto no fuera desagradable no quería decir que el siguiente recuerdo no lo fuera.

-Vía libre.- dijo el chico que se llamaba... ¿cómo había dicho antes? Ah, sí, Fred.

Salí del escondite y comprobé que Filch no estaba. No había sido muy buena idea lo de la carta.

-Gracias.- le dije a los gemelos.

-¿Qué? ¿Una serpiente nos ha dado las gracias?- dijo uno.

-¿Por qué no os la iba a dar? Me habéis ayudado... Por cierto, soy Iris Moon.

-¿Tienes un ojo de cada color?- dijo el otro acercándose a cerciorarse. Yo solo asentí.- Parece como si tuvieras dos caras, mitad y mitad.

-Me parece que ya tenemos mote para ti...- dijo el otro, que era... ni idea, es muy difícil de saber...- Te llamaremos Iris-Dos-Caras Moon.

-No me gusta...- dije.

-Es tu mote. Nos tiene que gustar a nosotros, no a ti.

No me gustaba, aunque eso parecía importarles poco...

Ya era tarde, así que decidí irme hacia el lado opuesto donde iba antes. Puede que tuvieran razón y que no era el otro camino.

-Caliente, caliente.- dijo el chico... Pongamos el chico 1.

-Entonces es el buen camino...- dije yo desde lejos.

-Te recuerdo que eres una serpiente y vives en las mazmorras.- dijo chico 2.- Tú te vas hacia frio, frio y nosotros hacia caliente, caliente.

-¿Entonces antes iba bien?

-Sí.- dijeron los dos al unísono.

-¿Y por qué me habéis parado?- dije ya furiosa.

-Por fastidiar quizás.- dijo chico 1.

-¿Acaso sois idiotas?- dije apretando los puños.

-George,-dijo chico 2 (Fred) a su hermano.- esta juventud de ahora no respeta a sus mayores.

Ahora sí que estaba enfadada. Era desesperante como te engañaban estos dos. Empecé a andar hacia ellos e ir por el primer camino que había cogido, ignorando las sonrisas burlonas de los gemelos.

No sé en realidad como, pero volví a la Sala Común sin ser pillada y subí a las habitaciones. Ahora sí que necesitaba irme a la cama...

La Slytherin de dos carasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora