52. He sabido llegar.

2.4K 183 28
                                    

"No quiero morir." Ese era el único pensamiento que tengo mientras caigo. La noche es oscura, así que no veo el suelo donde voy a caer. Muevo los brazos deseando tener alas, pero acepto que voy a morir.

Cierro los ojos.

Entonces algo impacta contra mi, haciendo que la velocidad de mi caída disminuyera. ¿Cómo era esto posible? Llego al suelo totalmente ilesa, aunque me hundo un poco. Había caído en un lugar con bastante barro por lo que no evito estar cubierta de esa asquerosidad.

Me quito la máscara, así por lo menos tengo la cara limpia. Miro al cielo buscando a mis compañeros, pero ni rastro de ninguno. Me han tirado y abandonado. Supongo que ya no les seré de mucha ayuda.

Por un momento me entra el pánico. No sé que hacer. Sola, entre barro y perdida. Si le quitas lo del barro, así había sido mi vida siempre. Pero ahora asustaba más. ¿De verdad nadie volvería a por mi? ¿Ni mi madre? ¿Ni Draco? ¿Ni Eric?

Tengo unas ganas terribles de llorar. Me siento en el barro, ya que no podía ensuciarme más, y lloro todo lo que retenía desde hacía mucho tiempo. Mi padre estaba encerrado en Azkaban, mi madre me hubiera dejado por salvarse a sí misma, Nott y yo no podíamos tener ningún tipo de relación sin hacernos daño, Eric tenía a más chicas y me habían obligado a meterme en algo que no quería, donde después me habían abandonado. Y para rematar el barro está frío, haciendo que me congelara.

Ahora que ya había tenido mi momento de soltar toda la mierda guardada, me vuelvo a levantar y me limpio las lágrimas de mis mejillas. Y  sí, después recuerdo que las manos las tengo llenas de barro y de que acabo de pasarlas por la cara (el único lugar que debía de tener limpio, hasta ahora).

La máscara de mi padre estaba flotando en el barro junto a mi. La cojo y la lanzo lo más lejos posible. Ya no me necesitan... Pues yo tampoco los necesito. La capa negra, al ensuciarse, aun pesaba más; me la quito para intentar limpiarla un poco, cosa que no consigo. Aun así, me la vuelvo a poner ya que la noche era fría y ya que no había muerto estampada contra el suelo, no quería morir por hipotermia.

-Lumos.- murmuro cuando saco mi varita.

Esto ya era otra cosa. Al final decido en ir en la dirección por la que se habían ido los mortifagos. Voy algo lenta pero sin pausa, andar en barro que me llega hasta un poco más arriba del tobillo no es cómodo.

Debía de haber estado andando unas tres horas (o solo cinco minutos que se me habían hecho eternos), cuando por fin vi luz. Siempre he sido un poco solitaria, pero ahora mismo quería estar rodeada de mucha gente. "Y de comida."  pienso al notar como me rugen las tripas.

Cuando creía que ya no podía más, logro ver que la luz provenía de una casa muy alta, algo destartalada. Espero que no sea un espejismo, pero veo comida en su interior.

Voy flotando como en una nube, acercándome a la ventana. Una mujer menuda pelirroja iba de un lado para otro en lo que debía de ser la cocina. Encima de la mesa había platos con un montón de comida. Mi estómago volvió a rugir. Es demasiado tentador...

Pero qué hago. ¿Entrar y decir: "hola, he caído cerca de vuestra casa, soy una mortifago y quiero vuestra comida"? No, mejor pensaba otra cosa. De momento me quedo observando fuera, será más prudente.

En la parte trasera de la casa veo un árbol que parecía un manzano. Al acercarme me alegro de que sí lo es, así que cojo una manzana. Esto serviría para calmar un poco los rugidos. Sin embargo, sigue sin parar.

Quizás la mujer es un alma caritativa y me da un trozo de ese pastel de calabaza que tan buena pinta tenía... Por lo que voy a la puerta de la casa y llamo. En cuanto lo hago, me arrepiento. Mi cerebro gritaba: "Vete, corre." Pero la puerta se abre, dejándome ver a un hombre de mediana edad pelirrojo.

La Slytherin de dos carasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora