7. No te confíes.

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Mi mentira a Potter no iba a durar mucho y decidí descubrirme tal como soy cuando me presentó a Weasley y Granger. La chica ya me conocía, pero desde lo del tren no volvimos a hablar. Estuvimos un rato en el jardín charlando hasta la hora de cenar. Antes de ir, se lo diría. Esta mentira no tiene ni pies ni cabeza...

-Bueno...- empecé. No sabía que palabras usar.- Yo... Os he mentido... respecto a lo de mi Casa... Yo... Soy de Slytherin.

Los tres amigos se quedaron callados sin saber que decir. Les he mentido. Puede que si sea una mala persona... Hubo un silencio muy tenso y decidí que lo mejor era irme, aunque antes añadí algo.

-Sé que probablemente ya no confiáis en mi por ser de Slytherin pero...Creo que os he caído bien y eso significa que las serpientes no somos tan malas... O por lo menos algunas. No todas las serpientes tienen veneno...

Y entonces sí que me fuí.

El tiempo en Hogwarts pasaba y no volví a hablar con Potter ni con sus amigos. A veces, en las clases dobles, oía que cuchicheaban sobre mí, pero yo no hacía caso.

Se suponía que quería hacer muchos amigos aquí, pero solo tengo uno y para lo único que me quiere es para no parecer débil. ¿Qué soy? ¿Una marioneta? ¿Por qué no tengo amigos? Lo mejor que podía hacer era olvidarme de eso, seguir con mi compañero de soledad y estudiar.

Con tanta soledad, los días en Hogwarts se hacían eternos. Clases, estudiar, aguantar a Malfoy y los demás... A veces hasta me alejaba de Nott, que parecía no importarle demasiado. No pasaba nada aquí...

Desde que iba sola, la gente de otras Casas solían meterse conmigo. No directamente, sino les atacaría. Puedo parecer inocente, pero que te insulten todos los días vuelve malas a las personas. Aunque me di cuenta que la mayoría usaban un insulto: Iris-Dos-Caras. Idiota 1 e idiota 2... Quiero decir... Fred y George tienen que haber difundido ese dichoso mote.

Cuando podía, iba a todos lados con Sky, mi gato. Seguro que ahora me gano el mote de la loca de los gatos...

Iba a comenzar la temporada de Quidditch y estaba entusiasmada por ello... Nótese la ironía. El partido importante era el de Slytherin-Gryffindor y yo intenté unirme un poco a las serpientes con mi bufanda verde y plata. Ya no me caían bien los leones, siempre eran los que más se metían conmigo.

Gracias a ese partido, me uní más a Nott. Nos sentamos juntos e incluso hablamos. No sé por qué, pero sospechaba que me echaba de menos... aunque él nunca lo reconocería.

Fue un partido interesante... Aunque no me enteré de mucho. Nott y yo estuvimos hablando de cómo, con cada punto a favor de Gryffindor, Malfoy se enfadaba. Parecía un niño pequeño y me hacía mucha gracia como un niño de 11 años decía tantas cosas censurables. Hasta que... un brillo de felicidad malvada apareció en los ojos del rubio.

Miramos hacia Potter, que parecía que su escoba estaba descontrolada. Eso no podía ser normal. Luego paró y parecía que iba a vomitar. Pero era Potter, el héroe de Gryffindor, y había atrapado la snitch con la boca. Lo más normal.

La confusión en las gradas era evidente. ¿Eso era legal? Sí, por lo tanto Gryffindor gana. ¡Qué asco! Vi como los gemelos idiotas lo celebraban y me estaba enfadando, como todos los de Slytherin.

Cuando volvimos a la Sala Común, se notaba un silencio. Un silencio de rencor, de odio, de ira... de venganza. Me sorprendió ver como Malfoy se sentaba en el sofá que está enfrente de la chimenea y se estaba quieto y callado. Zabini, Crabbe y Goyle hacían lo mismo. Pansy, Millicent, Daphne y Tracey se sentaban y algunas lágrimas de vergüenza les caían. Nott y yo nos quedamos de pie viendo la escena. Era la primera vez que ninguno de los dos quería tener silencio...

Desde ese partido y las Navidades, me había unido más a las serpientes. Me había hecho más amiga de las chicas de mi habitación y pasaba tiempo con ellas. Con los chicos pasó lo mismo, haciendo que por la noche nos quedáramos en la Sala Común jugando o hablando. Siempre me gustaba pasar tiempo a solas con Nott. Aunque él no me lo quiera decir, para mi es mi mejor amigo, el que siempre ha estado ahí.

Ahora los de Slytherin éramos más duros con los de Gryffindor y Malfoy se metía mucho con Potter.

En el siguiente partido, Gryffindor-Hufflepuff, Weasley pegó a Malfoy y Crabbe y Goyle a Longbottom. Nott y yo nos lo perdimos, ya que estábamos ocupados explicándole a Daphne y a Pansy por quinta vez las reglas del Quidditch porque a la mínima que hacían los leones, querían que los echaran. Ese partido lo ganó Gryffindor, nada novedoso.

Una noche que estábamos los amigos de Slytherin solos en la Sala Común, Malfoy nos contó que Hagrid, el guardabosques, tenía un dragón. No me lo creí. ¿Cómo va a tener un dragón en la casa tan pequeña en la que vive? No se lo dije, no le quería quitar la ilusión al chico.

A Malfoy le pillaron por los pasillos por la noche y nos quitaron puntos. Aun así estábamos felices... Muy felices. Esa misma noche perdieron lo de Gryffindor nada más y nada menos que ciento cincuenta puntos. Eso significaba que Slytherin ganaba la Copa de las Casas. Aun no era definitivo, pero ¿Quién iba a ganar sino?

Para fastidiar, los de Slytherin nos mostrábamos cordiales con Potter, diciéndole: "Gracias, te debemos una". Aunque yo no decía nada, ya lo decían mis compañeros demasiado.

Cuando Malfoy volvió de su castigo con Granger, Potter y Longbottom, no nos quiso decir nada. Se fue a su habitación y nosotros tampoco quisimos insistirle.

Los exámenes terminaron y la mayoría me salieron bien, salvo Historia de la Magia. ¡Esa asignatura es demasiado aburrida! Pero todos mis males se fueron. ¡Hemos ganado la Copa de las Casas! Tampoco es una novedad, pues gracias a Potter, nuestra victoria estaba asegurada.

Pero... No es todo como parece... No nos podemos confiar ni cuando algo lo tenemos totalmente seguro...

La Slytherin de dos carasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora