49. Regalos de Navidad.

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Cada escalón que bajo, aun se ensancha más mi sonrisa. ¡Teníamos Navidad!

Narcissa vió mi cara de felicidad, por lo que se acercó para informarme que hoy era un día para celebrar, así que los que no quisieran, que se fueran de su casa hasta el día siguiente. Eramos niños y teníamos que desconectar.

No sabía como agradecerlo, aun así me lleva hasta un árbol de Navidad, no muy grande. Debajo había unos cuanto regalos, donde deposité los que yo llevaba.

Fui a desayunar a la cocina, donde ya olía a tostadas recién hechas. Draco estaba ya allí, tomando un café mientras leía "El Profeta" de hoy. Parecía mejor que ayer, puede que este descanso de mortifagos nos venga bien a ambos.

Tras desayunar, fuimos a ver los regalos. Fui cogiéndolos de uno en uno, sin ni siquiera fijarme en cuantos tenían mi nombre. Como no, primero fui a por el más grande, el cual era cortesía de la dueña de la casa, Narcissa. Rompí el brillante papel plateado, para descubrir una bonita y sedosa capa color esmeralda (claro, verde Slytherin). Cogí el siguiente que estaba más a mano, no sin antes dar las gracias a Narcissa, que estaba mirándonos mientras tomaba un té.

Antes de abrirlo, miro que es de Draco y está envuelto en el mismo papel de regalo que el de su madre. Era una pluma muy bonita, seguramente de él. Parece que no he sido la única en reutilizar regalos. A él también le di las gracias, igual que hizo él cuando vió el libro que le había regalado. Al parecer, no lo había leído, pero que se llamara "Demonios interiores"  ya le hacía una idea general de por donde iban los tiros.

Había otros dos regalos con el mismo papel azul brillante, así que sospeche que serían uno de parte de mi padre y otro de mi madre. Y así era. En nombre de mi madre, había un collar con una piedra preciosa verde, una esmeralda. Me lo puse, pero sabía que duraría poco en mi cuello. Después, en nombre de mi padre había una libreta que parecía antigua, pero que dentro no ponía nada. Sería como una especie de diario, que no necesito. Gracias madre que no me quiere y padre que está encarcelado en Azkaban.

Ya solo quedaba uno con mi nombre. Creía que era de Eric, pero no. En su lugar ponía: "Iris, la leal."  Y ni aparecía ningún nombre, ya que no hacía falta. Voldemort.

Al quitar el papel negro, descubro una mascara. La reconozco, es la que mi padre se puso en el ataque del Mundial de Quidditch, cuando vi el recuerdo de Eric. Por supuesto, si mi padre no la podía llevar por estar en la cárcel, yo tomaba su lugar... Draco había recibido un regalo similar también, pero él relevando a su padre, claro.

No pude evitar notar un escalofrío al tocar las rendijas que llevaba en la boca la máscara. Sin embargo, estaba ansiosa por ponérmela, quería sentir lo que sentía mi padre cuando se la ponía. Extraño, pero la máscara encajaba a la perfección en mi cara. Estaba demasiado fría, así que me la quité de inmediato.

 Ya que Eric no andaba por aquí, cojo su regalo y subo a mi habitación a dejarlo todo. Y nada más entrar, ahí estaba el Rey de Roma.

-¿Vives en mi habitación, Eric?- pregunto, mientras dejo todo en el tocador.

-No me gusta la Navidad, así que Narcissa me ha echado del salón.

-Con razón... Entonces, si no te gusta la Navidad, ¿no quieres tu regalo?

Eric se levanta de la cama, acercándose al escritorio. Aparta la máscara a un lado, para coger su regalo.

-No tenías que haberme comprado nada.

-No lo he comprado.- me sincero.- Le he encontrado por el equipaje.

Lo abre y ve el colgante, por lo que sonríe y se lo pone.

-Ya veo que tú no me has comprado nada...- murmuro, fingiendo estar molesta.

-Mira en tu mesilla.

Le hago caso, abriendo el primer cajón de la mesilla. Aparece una pequeña cajita, la cual no abro porque me imagino lo que es.

-Es lo único que he podido conseguir.- dice, al ver que cierro el cajón sin sacar el regalo.- Lo ha comprado mi tío.

-Tu tío...- bufo, pensando en las ganas que tiene en que nos casemos.

-Que te lo pongas no significa que nos tengamos que casar, Iris.

Vuelve a abrir el cajón de la mesilla para coger el anillo.

-Solo es un regalo. Sin compromiso.

Me da el anillo, el cual parece de oro blanco con tres pequeños brillantes. Me lo pongo en la mano izquierda y, bien visto, quedaba muy bien. No era muy llamativo, por lo que aun me gustaba más.

-¿Dormimos también juntos esta noche?- murmura.

-Bien.- murmuro de vuelta, aun mirando el anillo en mi dedo.

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Unos días después, había una reunión de los mortifagos, los cuales trajeron a sus hijos. Así que Draco y yo pudimos pasar tiempo con nuestros amigos de Slytherin, como Pansy, Blaise, Daphne... O Nott.

Narcissa había hecho como un pequeño festín para todos en su gran salón, donde pequeños y mayores disfrutábamos antes de que estos últimos hablaran de cosas importantes.

Cojo un poco de ponche, para después sentarme junto a Draco, el cual se encontraba con el ceño fruncido. Miraba algo, más bien a alguien. Sigo su mirada para encontrarme con Eric hablando con una chica, ¿quién es esa? Me sonaba de haberla visto, pero no recordaba nada sobre ella. Pelo castaño, ojos verdes, piel pálida... Era guapa, ¿por qué estaba hablando con Eric?

-¿Quién es esa chica?- pregunto a Draco desinteresadamente.

-Astoria Greengrass, la hermana de Daphne.- dice monótonamente.

Dichosas hermanas Greengrass... ¿Es que siempre tienen que ir a por los chicos que me... agradan?

-No me acordaba de ella. Se le ve mona...- murmuro, para después sorber un poco de ponche como Draco. No se nos veía muy contentos con esos dos hablando.

No entiendo por qué me importa, se supone que Eric y yo no estamos juntos ni yo estoy 100% segura de lo que siento por él. Pero no puedo evitar intentar entender por qué hablan tanto.

Suelto un bufido, dejo el vaso vacío encima de una mesa y subo a mi habitación de mala gana.

¿Cómo ha podido hacer eso Eric? ¿No notaba que Draco se estaba poniendo celoso? ¿Y por qué me duele tanto la tripa?

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Terminé mi nueva misión unos días después, la mayoría resultaron ser leales. La otra parte... No se ha sabido nada de la otra parte. Con otros no tuve que hacer nada, pues Voldemort confiaba en ellos. Draco y yo fuimos durante las vacaciones a Borgin y Burkes para ver el otro armario evanescente. Todo indicaba que arreglaríamos el de Hogwarts en breves.

En cuanto volvímos a Hogwarts, el profesor Slughorn celebró una de sus fiestas, a la cual yo no estaba invitada. Obviamente... Draco y yo aprovecharíamos esa noche para arreglar finalmente el armario.

Mandamos una manzana, la cual volvió mordida. Esto pintaba bien.

El problema fue cuando salimos de la Sala de los Menesteres e ibamos por un pasillo del tercer piso...

La Slytherin de dos carasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora