La Slytherin de dos caras

29. Oración de felicidad.

-Tienes que pensar en algo que te haga feliz, sino nunca lo conseguirás...- me dice Fred por quinta vez.

-Lo sé, eso estoy haciendo.

-No lo parece. ¡50 puntos menos para Slytherin!- grita George, a lo cual le miro mal.- Me he metido mucho en el papel de profesor, ¿vale?

-Date un tiempo de descanso para pensar en algo feliz. Nosotros vamos a por algo a Honeydukes.- dice Fred, para después irse con su hermano, dejándome sola con mis pensamientos.

¿Un momento feliz? Claro, por eso no me salía.

La infancia está totalmente descartada, demasiados traumas al no tener ni amigos ni nada... ¿De mis años de Hogwarts? Está: cuando me dijeron que iría, cuando me regalaron a mi "gato" Sky, cuando Nott y yo nos hicimos amigos... Nada de eso me hace ya feliz.

-Puede que no sea feliz...- murmuro sentándome en el suelo.- Pero tengo que serlo. Estoy viva, debería ser feliz solo ya con eso.

Me vuelvo a levantar y en vez de en un momento en concreto, pienso en general, en la gente que me ha hecho feliz durante mi vida. Y me acuerdo de los mejores momentos con ellos.

Mi padre, mi madre, Sky, Nott, Tracey, Zabini, Igor, Fred, George y Eric.

Empecé a recitar sus nombres como una oración propia, hasta que me sentí preparada.

-¡Expecto patronum!

Del extremo de mi varita salé una luz plateada que toma una forma animal concreta, que se gira para mirarme directamente a los ojos.

Es un perro muy grande. Al principio lo había confundido con un lobo, pero no: es un Husky Siberiano.

Poco a poco su mirada pierde intensidad, desvaneciéndose.

Y me vuelvo a quedar sola.

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Cuando volvieron los gemelos, les enseñé mi patronus orgullosa.

-Un perro, como el de Ron.- dice George.

-Este es más grande.- replica Fred.- ¿Tienes alguna idea de por qué un perro de esta raza?

-No sé, nunca he tenido un perro.

-Gato sí, ¿no?- pregunta George.

-Sí... Mi gato...- digo recordando a Eric.

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No entendía como mi patronus podía ser tan contrario a Eric. Los perros y los gatos no se llevan bien, ¿no? Quizás era una señal para que me alejara de él...

Intrigada por el significado del Husky, investigué por la Biblioteca del colegio para saber más de esta raza de perro.

Al final encontré que son muy típicos de lugares fríos y además que los de razas más puras tenían algo especial: un ojo de cada color. Sí, como yo.

Es lógico que mi protector sea con un ojo de cada color; no solo como yo, sino como mi protector hasta ahora: Eric.

Y por ello un perro, algo diferente al gato. Porque claro, somos dos polos opuestos en el fondo.

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Justo antes de irme hacia mi cuarto, me encuentro con Nott en la Sala Común. Agacho la cabeza para que no me reconozca.

-Iris, ¿podemos hablar?- oigo una voz. De Nott, como no...

-Bien.- me siento con él en el sofá verde esmeralda, a esperar lo que quiere decirme.