50. Ya no más...

2.3K 182 8
                                    

Al girar por el pasillo, nos encontramos de frente con el conserje Filch. Lo peor es que se supone que no deberíamos estar por aquí...

Nuestra excusa es que intentábamos colarnos en la fiesta de Slughorn. Parece que al final se lo creyó, pero que no nos podía dejar marchar así.

Nos llevó a la fiesta, donde se encontraba el profesor Snape. Como es nuestro Jefe de Casa, él se encargaba de nuestro castigo...

-Moon, vete a tu Sala Común.- me informa nada más salir al pasillo. Coge el hombro de Draco.- Tú te quedas.

Miro de reojo a Draco, el cual se le ve molesto. Aun así, me asusta más lo molesto que está Snape, así que huyo hacia las mazmorras sin mirar atrás.

Quedaba poco para el verdadero enfrentamiento...

--------------------------------------

El día X había llegado. Hoy nos jugábamos todo. Draco estaba cada vez peor, sus ojeras lo demostraban.

Fuimos a la Sala de Menesteres. No hablábamos nada, ni en susurros. El armario evanescentes fue el que rompió el silencio, por lo que lo abrimos mostrándonos a unos cuantos mortifagos.

Iba a seguirlos a la Torre de Astronomía, pero el profesor Snape me para en uno de los pasillos.

-Ve a mi despacho. No salgas ni hables con nadie. Iré en tu busca más tarde.

-Pero...- trato de intervenir, pero me lo impide.

-Deja de jugar a los mortifagos, Moon. Preocúpate porque nadie sepa que estás involucrada en esto. Con Draco ya no lo puedo evitar, pero contigo... Aun tienes una posibilidad de salir de esto. Haz lo que te digo.- dice mientras se va por el pasillo.

Y yo, claro, hago lo que me dice.

Bajo hasta las mazmorras, para esconderme en el despacho de Snape. Es tan tenebroso como lo recordaba...

Voldemort no me hizo comprobar la lealtad de algunos mortifagos, por ejemplo, de Snape. Si él se fiaba, yo también tenía que fiarme, ¿no?

-------------------------------------

Estuve en el despacho de Snape esperando durante un buen rato. Me había entretenido leyendo las pociones que tenía por las estanterías, intentando recordar cómo se hacía cada una.

Cuando iba recitando mentalmente el sexto paso para hacer un antídoto para contrarrestar la mordida de Doxy, Snape entró junto a Draco. No dijeron nada, aunque yo les repetía mil veces que qué había pasado. Solo recibí un "cállate" de Draco. Snape nos fue metiendo en la chimenea de su despacho, mandándonos a la Mansión Malfoy.

Este no era el lugar al que quería ir. Yo quería irme a mi casa. Con Eric. Pero eso no estaba en los planes de nadie.

-Por favor, Draco, cuéntame que ha pasado.- le pido siguiéndole a su habitación.

-Entra.- murmura abriendo la puerta de su cuarto.- Siéntate. No quiero que me interrumpas. Bien, tenía una misión más. Tenía que matar a Dumbledore. Pero... Pero solo lo he desarmado. Lo ha matado Snape.

No puede ser... Dumbledore ha muerto.

-----------------------------------------

No pasé muchos días en casa de Draco, ya que también tenía que estar en mi casa alguna vez. En realidad no sería por mucho tiempo, solo lo justo para intentar coger todo lo que necesito para vivir con los Malfoy indefinidamente, es decir, dos ínfimas horas.

Algo de ropa, algún libro y poco más. Todo oprimido en el baúl. Le doy un último vistazo a mi habitación, quién sabe cuando volveré a estar aquí...

Ya había terminado de coger todo, pero no quería irme. Me senté en la cama, esperando que todo se arregle. Que todo esto termine.

Y como siempre hacía desde Navidad, miraba el anillo de Eric. Me maravillaba lo mucho que brillaba, aunque estuviera en mi mano, en un cuerpo que carecía de esplendor. Se veía tan sofisticado... Que no parecía mío.

-Al final te ha gustado.- murmura Eric entrando en mi habitación, sin llamar.

-Lo noto extraño.- digo aun mirando el anillo.- No parece mío.

-Pues es tuyo.- hace una pausa, esperando alguna intervención de mi parte. Pero como no la hay, sigue hablando:- Deberíamos volver ya, nos están esperando.

-¿Ha terminado ya... mi madre?

-Sí, hace unos minutos. ¿Os ha pasado algo?

-No...- digo ya levantándome para irme de ahí cuanto antes y que no siga la conversación.

Eric coge mi equipaje y bajamos juntos hacía la entrada de la casa, donde mi madre y el señor que nos había traído nos esperaban. No dijimos muchos, pues en menos de cinco minutos ya estábamos en el coche de camino a casa de los Malfoy. Y en el trayecto tampoco hablamos, así que se me hizo un poco eterno...

Ya allí fui a mi cuarto, para dejar todo. La habitación roja ya parecía mía, hasta mi perfume había llegado a las cortinas. Ya que no me dejan estar en mi hogar, puedo crear uno de nuevo aquí.

Eric no tardó mucho en aparecer por ahí, como no...

-¿Nunca estás en tu habitación?- le mando como indirecta.

No dice nada y ya se acerca directo a besarme. Sin embargo, tengo que frenarlo. Ya no más...

-No. ¿Vale? No.

-¿Qué pasa?- pregunta con el ceño fruncido.

-No puedo más, Eric. Quieres tantas cosas... Y yo sólo quiero sobrevivir. Y que cuando te bese no tenga que rezar porque no sea algo malo.

-Me da igual lo que veas de mi, Iris. No quiero mentirte.

-Ni yo tampoco. Por eso no deberíamos seguir con esto, sea lo que sea.

Hago ademán de quitarme su anillo, pero me lo niega.

-Te dije que no era de compromiso. Puedes quedártelo... Como recuerdo de un amigo.

No me deja contestarle y se va de mi cuarto, algo molesto pues ni se despide con su típica sonrisa. Pero no es mi culpa no poder corresponderle. Bueno, un poco de culpa sí que tengo al haberle dado falsas esperanzas durante los anteriores días.

---------------------------------------------

Uno de mis solitarios días, dejó de ser tan solidario...

Vivía prácticamente en mi habitación en la Mansión Malfoy, solo saliendo durante las comidas. Había días que ni escuchaba mi propia voz. Pero como ya he dicho, uno de esos días, ya por la tarde, recibí la visita de alguien que no me esperaba...

-Profesor Snape.- digo asombrada por su presencia. No le había visto desde el día que huímos de Hogwarts.- ¿Ocurre algo?

-¿Qué me dirías... si pudiera liberarte de tu don?

-¿Para siempre?- pregunto. Es imposible eso, ¿no? Si no ya me hubieran liberado del don...

-Obviamente, pero... Conlleva riesgos.- al ver que frunzo el ceño, sigue:- Tu vida, por ejemplo.

¿Qué significa mi vida si no puedo vivirla?

-Hágalo.

La Slytherin de dos carasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora