12. No entiendo nada, ni a mí misma.

3.6K 301 11
                                    

Las sombras cada vez se nos acercaban más, hasta que solo aprecié tres figuras humanas, pero no apreciaba sus rasgos por culpa de la oscuridad del bosque.

Apretaba a Bianca cada vez más fuerte para protegerla, no podía permitir que le ocurriera nada. Con mi mano derecha, empuñaba la varita.

Estaba temblando, pero para que el extraño no lo apreciara, sujeté la varita con fuerza.

No podía parecer débil y fácil de atacar. Saqué toda mi frialdad y valentía, lo necesitaba para enfrentarme a lo que venga.

-¡Cuidado!- empecé a gritarles.- Voy armada y si me lo propongo, puedo ser muy peligrosa.

-Tú que vas a ser peligrosa...- dijo una voz con sorna.

Esa voz la conocía.

Bajé la varita y me relajé un poco, aunque aún seguía temblando por el momento que había pasado.

Las tres figuras resultaron ser los gemelos Weasley y su hermana pequeña, que también habían escapado al bosque por las revueltas.

-¿Quién es esa niña?- me preguntó Ginny.- ¿Es tu hermana?

-No, yo...- empecé a decir hasta que Bianca me interrumpió.

-¿Ginny?

-¿Os conocéis?- les pregunté, mientras dejaba a Bianca en el suelo.

-Es la hija de un ministro de magia.- dijo Ginny.

Bianca se fue a abrazar a Ginny. Puede que yo sea su rescatadora, pero Ginny es una conocida y eso parecía tranquilizarla más.

-Si la conocéis vosotros, será mejor que os la quedéis.- les dije a los Weasley.- Yo tengo que volver al camping a buscar a mi padre.

Me iba a dar la vuelta, pero la parte de atrás de mi sudadera se quedo enganchada en algo. Más concretamente, en la pequeña mano de Bianca.

-¿Volverás?- me preguntó.

-Claro, ¿por qué no?- No volvería a verla, no hasta dentro de unos años.- Pero ahora tengo algo que hacer y es muy importante.

-Ten cuidado.

Entonces me dió un beso en la mejilla. Y entonces recordé que no podía hacer ciertas cosas...

"Los gemelos y Ginny llevaban a Bianca al camping. Pronto encontraban a su padre, que estaba bastante preocupado. La niña se lanzaba a los brazos de su padre. Estaba a salvo. Gracias a mí, supongo.

No estaba mal este sentimiento que tenía. Hacía mucho que no lo sentía o, probablemente, no lo haya sentido nunca. Felicidad.

Uno de los gemelos cogió a la niña en brazos y se iban los cuatro por donde habíamos venido hace un rato Bianca y yo. Entonces, retomé mi camino...

Cuando llegué al camping, estaba destrozado y ya no había signos de que los causantes estuvieran. Volví a nuestra tienda, que comparada con las demás, no estaba tan deteriorada. Entré y vi a mi padre, que estaba recogiendo nuestras cosas.

-¿Qué ha pasado?- le pregunté.

-Nada...- dijo, sin ni siquiera mirarme.- Coge tus cosas, nos vamos ahora.

-Papá, ya soy mayor... Creo que necesito una explicación.

-En casa mejor...

Me conformé. Noté que Sky estaba en un rincón de la tienda lamiéndose algunas heridas. Lo cogí con cuidado y volvimos en un trasladador. El camino de vuelta a casa se nos pasó volando, aunque no hablamos en todo el camino. A mi padre se le veía preocupado y yo no tenía nada que decir.

-¿Ya me lo podéis decir?- pregunté a mis padres, que estaban sentados en frente de mí en nuestro majestuoso salón.

-No quiero andarme por las ramas, por lo que seré claro.- dijo mi padre.- Hubo un ataque de los mortífagos, los servidores del señor tenebroso.

Les quería hacer miles de preguntas, pero una en especial: ¿formáis parte de ellos? Aun así, no pregunte y me fui a mi cuarto. En el fondo, sabía ya la respuesta... Tenía muchas ganas de volver a Hogwarts y perder un poco de vista todas estas sospechas sobre mis padres...

En mi cuarto ya respiré profundamente. Parece ser este el único lugar donde respiro de verdad.

Dejé cuidadosamente a Sky, por sus numerosas heridas y traté de curarlo sin recurrir a la magia.

Sky es un gato fuerte y estuvo tranquilo todo el rato. A veces me gustaría ser como él, salvo por la parte de ser gato, claro.

Si mi padre no me hubiera dejado llevármelo a los Mundiales, no le habría pasado nada. Bueno, si mi padre me hubiera dejado llevármelo al bosque, ahora estaría sin heridas. No entiendo por qué tenía tantas ganas de que me llevara al gato y, después, dejarlo abandonado cuando vinieron los mortífagos. No entiendo a mis padres...

La Slytherin de dos carasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora