44. Ya empezamos...

3.1K 208 14
                                    

Y como no, después de rechazar a Nott, volvió a dejar de hablarme. Bueno, también puede que fuera por que le llamé cobarde además...

Mi cabeza ahora mismo estaba dividida en dos: la parte que quiere a Nott y la parte que no quiere a nadie. Necesito hacerle caso a mi lado racional, por lo menos de momento.

A parte de eso, quedaba una semana para volver a casa por Navidad. Draco y yo intentamos adelantar un poco el trabajo con el armario, hasta parecía que estaba ya, pero no nos fiábamos. No podíamos arriesgarnos a decir que estaba perfecto y que después los mortifagos que vinieran tuvieran algún problema o, incluso, que murieran.

Habíamos decidido que en Navidad iríamos a ver el otro armario y al dueño de la tienda donde estaba. Ahora que teníamos la esperanza de que podía estar arreglada, necesitábamos su ayuda para saberlo con seguridad enviando algún objeto.

<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<

Los mortifagos no se fían de nuestra seguridad, por lo que al final no pude pasar la Navidad en mi casa. Nos llevaron a todos a la Mansión de los Malfoy, la casa de Draco, que al parecer era donde estuvimos ya la otra vez, cuando me pusieron la Marca Tenebrosa.

Nos avisaron dos días antes de irnos de Hogwarts, así que salimos juntos de la Estación King's Cross. Un coche negro muggle nos esperaba en la puerta, con un chofer desconocido dentro. Nos ayudó a meter nuestro equipaje en el maletero y después fuimos rumbo a la casa de los Malfoy. Ese lugar seguía siendo tan tenebroso como lo recordaba...

Íbamos por el camino que llevaba a la puerta y no pude evitar mirar a Draco. No se le veía feliz de estar en casa. Sin embargo, era peor que todo eso... Draco no era feliz en ningún sitio. Esto nos puede a los dos, pero ya no hay vuelta atrás.

Al entrar, nos encontramos con Narcissa en el recibidor. Se abalanza sobre su hijo a abrazarlo, cosa que delante de mucha gente Draco no haría, pero que ahora sí. Puede que me haya ganado su confianza... Unos minutos después, se separan y Narcissa me dedica una sonrisa.

-Ir a las habitaciones a descansar del viaje.- nos ordena.- Hasta mañana no quiero que os juntéis con los demás. Lo necesitáis.

-Gracias, pero... ¿dónde está mi madre?- no me podía creer que no me estuviera esperando en la entrada...

-No está. Está... Ocupada.

Ocupada con cosas de mortifagos, entiendo.

-¿Dónde dormiré?- pregunto un poco más tímida.

-El tercer piso será el mejor. Draco, acompañala a la habitación de las cortinas rojas. La de la izquierda.

Sin rechistar, Draco subió las escaleras. Le lancé una última sonrisa a Narcissa como despedida y seguí al chico. Esta casa debía de ser grandísima para que pudiéramos estar tanta gente. En el segundo piso, ya me flaqueaban las piernas, demasiadas escaleras...

-Es esta.- me dice Draco, abriendo la puerta, dejandome pasar.- Descansa.

-Tú igual.

La habitación era grande, y como había dicho la madre de Draco, con las cortinas rojas. Tenía una cama preciosa con dosel, un armario con rosas talladas y un tocador, pegado a un espejo. Al mirarme vi que yo era un desastre comparada con la habitación. El pelo rubio me caía sin ninguna gracia, había adelgazado demasiado, estaba pálida y mi ropa era de lo más sosa: jersey, vaqueros y zapatillas. No iba a la moda... Pero ni hoy ni nunca.

No puedo echarle la culpa a que ahora, como soy mortifaga no tengo tiempo, solo hay que mirar a Narcissa. Ya tenía una edad, pero era la persona más elegante que había visto (después de mi madre, que también era mortifaga). Y yo no puedo hacer nada con este pelo tan aburrido...

Mientras me peino con la mano, dan unos toques a la puerta de la habitación. Pero si Narcissa ha dicho que no nos iba a molestar...

-Adelante.- digo al fin.

Se abre la puerta para dejar pasar a Eric. No puedo evitar ir hacia él y abrazarlo.

-Te he echado de menos...- me dice, a lo que yo le abrazo más fuerte, apoyando mi cabeza en su pecho.- Iris, me vas a ahogar.

-Perdón.-digo mientras lo suelto, riéndome.- Se suponía que no podíamos ver a nadie para descansar...

-Nunca he sido muy dado a obedecer reglas absurdas.

-¿Qué tal todo por aquí?

-Esa norma sí que la tengo que obedecer... Lo siento.- me dice.- Pero mañana lo sabrás, no ha pasado nada interesante. ¿Y por Hogwarts?

-Raro. Ahora todo es siempre raro.

Nos sentamos en la cama, no sin antes cerrar la puerta para evitar visitas no queridas. Le empiezo a contar todo. Mis paranoias con la marca, el nuevo profesor de Pociones, el odioso humor de Tracey, el armario que se resistía a arreglarse y...

-Nott y yo volvímos a ser amigos.- suelto al final.

-Me alegro por vosotros...- dice en murmuro.- Erais buenos amigos, es normal que volváis a ser amigos otra vez.

-Te he dicho que la normalidad no existe, todo es raro.

-¿Por qué?

-Me besó.- entonces Eric frunce el ceño.- Pero le llame cobarde. Es idiota. Cuando yo quería estar con él, se autoengañaba creyendo querer a Daphne. Y ahora que se da cuenta, no estoy por la labor de decirle: bueno, has recapacitado, seré yo la idiota y te querré. Tengo mi dignidad...

-Te quiero, Iris.- mierda, ya empezamos...

La Slytherin de dos carasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora