6. Soy de... Hufflepuff.

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Solo compartíamos con los de Gryffindor la clase de Pociones... hasta ahora. El jueves empezaríamos las clases de vuelo con los leones. Esto a Malfoy le divertía, pues se las daba de ser el mejor en escoba y que se reiría de Potter. No sé que le ha dado por ese chico...

Esa mañana, Nott y yo íbamos por detrás de Malfoy, Crabbe y Goyle, que se paraban en la mesa de Gryffindor. Me di cuenta que Malfoy le quitaba una especie de canica grande al chico que volcó la poción en clase, Neville Longbottom. La profesora McGonagall vino y Malfoy le devolvió la canica, que luego Nott me explico que era una Recordadora.

En la Sala Común, Malfoy nos dijo que fuéramos pronto a la clase de vuelo para atemorizar a Potter y los Gryffindor. Nott y yo no dijimos nada y seguimos a nuestros compañeros al parque.

Estaba nerviosa, no podía negarlo. Nunca había montado en escoba y podía ser peligroso.

La profesora nos dijo que teníamos que gritar "¡ARRIBA!" con la mano derecha extendida. Todos empezaron a gritar y algunas escobas obedecían. La mía no, claro. Estaba ahí parada, tan quieta. Mire a Nott y vi como, gracias a su tranquilidad, la escoba subió hasta su mano. Volví a mirar mi escoba. Vamos, Iris, relájate...

-¡Arriba!- grite con decisión.

Bueno, algo es algo. Esta vez se ha tambaleado un poco. Esto no es lo mío...

Luego, la profesora nos enseñó a montarse en la escoba. Vi que Malfoy estaba un poco avergonzado ya que la señora Hooch le decía que lo había estado haciendo mal durante estos años. Me dio un poco de pena, al fin y al cabo es de Slytherin como yo.

Ahora teníamos que dar una fuerte patada al suelo para elevarnos unos metros, pero antes de que la profesora tocara el silbato, Longbottom empezó a subir varios metros. ¿Cómo se las apañaba para meterse en tantos líos?

Aunque la profesora le decía que bajara, el chico seguía subiendo incontroladamente. Al final le hizo caso y bajó, pero no de la forma normal. Se tiró. El golpe que se dió fue bastante fuerte y la profesora se lo llevó a enfermería, no sin antes decirnos que no podíamos tocar las escobas.

Malfoy se echó a reír y empezó a insultar a Longbottom. Los de Slytherin le apoyábamos. La verdad es que le tienen que hacer una casa a Longbottom en la enfermería de tanto visitarla...

Como era de esperar, los de Gryffindor contraatacaron. Entonces, Malfoy se encontró la Recordadora en la hierba. Potter le dijo que la dejara. Se subieron a las escobas y empezaron a hacer el tonto en el aire. Oh, perdón, a "pelear". Esto me parecía patético. ¿En serio están peleando por una Recordadora que no valdría más de cinco galeones?

Potter no volaba mal, pero se supone que yo tengo que estar en el equipo de Malfoy. El rubio tiró la Recordadora y el azabache volaba hacia ella, atrapándola. Lo que no sabía Potter es que la profesora McGonagall estaba corriendo hacia nosotros. Le empezó a echar la bronca, lo que causo un triunfo para los Slytherin. Después la profesora se llevo a Potter... ¡Podían incluso expulsarlo! Puede que si lo expulsan, Malfoy deje esa afición insana por Potter...

Los de Slytherin nos fuimos a nuestra Sala Común. Todos se reían de Potter. A ver... Está bien que Potter sea castigado, pero tampoco es para alegrarse tanto. Ahora mismo me sentía fuera de lugar...

Me fui a sentar con Nott a una de las mesas más apartadas de la sala. Aunque sea raro, no estaba leyendo. Eso sí, estaba con su típica cara de indiferencia.

-¿Qué opinas de Potter?- le pregunté. Quería aprovechar que no estuviera ocupado leyendo.

-No le van a hacer nada.- dijo muy seguro.

-Yo creo que igual lo castigan...

-No le van a hacer nada por quien es.- dijo igual de seguro que antes.

Me callé y recordé lo que Nott siempre me decía: "Siempre tengo razón". Como después se supo... Tenía razón.

Habían seleccionado a Potter en el equipo de Quidditch de Gryffindor, algo muy raro para un alumno de primer año. Le compraron hasta una escoba. Esto a Malfoy le sentó fatal y estaba más enfadado que de costumbre. ¿Lo peor de todo? Que nos tocó aguantarlo a los de Slytherin. Todo el día hablaba de lo mismo... ¿Es que no tenía ningún tema de conversación mejor?

El sábado ya estaba harta del rubio y me fui a la Biblioteca sola. Nott no vino conmigo, pues parece que le gusta más la soledad cuando esta solo... Ahora que lo pienso, tiene lógica.

Al no tener clase, pude ponerme algo que no fuera el uniforme. ¡Como echaba de menos mis pantalones vaqueros!

Estaba genial ir por los pasillos y que la gente que no te conociera incluso te saludara... ¡Y todo por no llevar el uniforme de serpiente!

No había mucha gente en la Biblioteca y la que había estaba en silencio. Esto es el paraíso. Era el mejor lugar que he visto en mi vida... Aunque eso tampoco es mucho, porque tampoco he salido demasiado de casa...

Cuando fui hacia la estantería de Encantamientos, me encontré con el más nombrado: Potter. Era extraño verlo solo, sin Weasley y Granger.

Me puse a su lado para coger uno de los libros que necesitaba y, a modo de saludo, me sonrió. Vale, no me conoce. Es una suerte que no te etiqueten nada más verte, así parece que te pueden conocer sin necesidad de pensar algo que podría no ser cierto.

Realmente yo lo había etiquetado, para ser sincera. Malfoy siempre decía que se creía un héroe por llevar la cara rajada con una estúpida cicatriz.

Como aun no me conocía, tenía una oportunidad de presentarme como lo que soy: Iris Moon. Ni Iris-Dos-Caras Moon, ni la Slytherin. Solo yo.

-Hola, soy Iris Moon.- le dije mientras cogía libros, para evitar darle la mano.

-Hola, soy Harry Potter.

Le iba a contestar con un: "Oh... ¿En serio? No me había dado cuenta..."; pero decidí hacerme la tonta. No quise contestar nada, pero él siguió hablándome.

-Me suenas de haberte visto en alguna clase... ¿De qué Casa eres?- me pregunto.

-De...- empecé a dudar.- Hufflepuff.

No sé por qué mentí, pero quería que me conociera por lo que soy y no por a que Casa voy. Seguramente, si le hubiera dicho que soy de Slytherin, se estaría dando la vuelta sin ni siquiera despedirse.

-Es una buena Casa.- dijo Potter.- Preferiría ir ahí que a Slytherin.

Y ahí salía el comentario oportuno hacia mi Casa. Me sentí un poco ofendida porque pensara eso. ¿Se supone que voy a la peor Casa? ¿Eso me hace peor persona? Decidí seguir con mi mentira y pasamos la tarde haciendo los deberes juntos. Le debí caer bien porque me invito a cenar a la mesa de Gryffindor. Obviamente me negué. Una cosa es parecer Hufflepuff y, otra muy distinta, serlo. Si me llegan a ver los de Slytherin, no solo estar con Potter, si no también sentarme con los leones... No salgo con vida de esta noche.

La Slytherin de dos carasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora