5. Mi compañero de soledad.

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Cuando desperté, vi muy estresadas a algunas de mis compañeras. Parecía que era el fin del mundo... pero solo estaban pensando en cómo ponerse el pelo. No he visto tontería más grande. Como no podían destacar por la ropa, ya que todos llevábamos uniforme, tenían que peinarse para parecer guapas.

Me levanté desganada y me vestí lo mejor que pude, pues el sueño que tenía por mis paseos de medianoche me estaba pasando factura. La verdad es que el pelo me lo puse como siempre, suelto y peinado.

Pansy y Daphne se estaban maquillando y mientras, Tracey se ponía la falda del uniforme más corta. ¡Solo tenemos 11 años! ¿Qué hay de nuestra inocente infancia? Millicent, en cambio, intentaba ponerse el uniforme. Simplemente eso. Anoche pensaba que Tracey era la normal, ahora me he dado cuenta que todas son muy diferentes a mí.

Salí de esa habitación dejándolas con sus "terribles problemas". Me dio pena dejar a Sky ahí, pero no podía llevarlo a clase.

Cuando baje a la Sala Común, me encontré con Draco, Crabbe, Goyle, Blaise y Nott. Salvo Nott que estaba leyendo, los demás estaban hablando de Quidditch, deporte que conocía por padre, gran aficionado bajo esa fachada de elegancia.

Puede que de todas las personas que había conocido en Hogwarts, Nott era la que más se parecía a mí. Me senté a su lado en el sofá en el que estaba y no dije nada. Sé que no hay cosa que más odie un lector que le hablen cuando está leyendo.

Tenía un poco de hambre, pero no quería ir sola como una marginada. Esperaría al menos a que bajaran las chicas o cuando se fueran los chicos.

-¿Vienes al Gran Comedor?- me preguntó Nott, mientras cerraba el libro.

-Vale...- vacilé un poco. Ahora en serio, ¿cómo lo hacía?

Nos fuimos los dos solos, dejando la conversación del Quidditch tras el muro. Cuando íbamos por los pasillos, empezamos a hablar de verdad.

-Seremos compañeros de soledad.- dijo Nott tan tranquilo como siempre.

-¿Compañeros de qué?- pregunté sin saber que me quería decir.

-Compañeros de soledad.- dijo Nott para proseguir a explicármelo.- Reconócelo, no eres como tus compañeras de habitación. Puede que lleguéis a ser amigas, pero no estarías bien con ellas durante todos los años que vamos a estar en Hogwarts. Yo tampoco aguanto a muchos de nuestros compañeros de Casa, por lo que deberíamos ir juntos. Las serpientes debemos ir en compañía para que no nos traten mal las demás Casas, pues no somos muy populares entre ellos.

-Entonces... ¿somos amigos?- pregunte inocentemente con una sonrisa.

-Yo no he dicho eso. Entiéndeme, no te conozco, solo sé que no me desagradas. Nos haremos compañía silenciosa. Iremos juntos sin la necesidad de hablar, salvo si alguno de los dos necesita ayuda del otro.

Algo tengo claro: Nott es raro. Aunque he de reconocer que es una buena idea hasta que conozca a alguien para ser amigos. No me gusta ir sola y, gracias a Nott, tendré compañía aunque sea de soledad. La verdad es que tiene razón, no tengo nada en común con las chicas serpientes.

-¿Cómo sabes que nos tomaran las demás Casas más en serio si vamos con el otro?- pregunte.

-Hagamos una demostración.- dijo Nott, parándose en la puerta del Gran Comedor.- Vas a entrar tú sola primero y quiero que veas cómo reacciona la gente al ver una serpiente sola. Luego, entraré yo y me pondré a tu lado. Cambiarán las reacciones de la gente ante esto.

Primero, no creo ni que me miren cuando vaya sola. Solo soy una niña de primero que va a desayunar sola, no es para tanto. Nott me seguía mirando con su cara de indiferencia habitual, esperando que entrara al Gran Comedor. Así hice.

Cuando iba caminando sola, me puse a mirar a las mesas. En la mesa de Slytherin, algunos me miraban con cara de pena al ver una de sus serpientes sola. Parece que no son tan malos como se piensan los demás. En la mesa de Ravenclaw, me miran curiosos, pensando que tramo algo. En la mesa de Hufflepuff, veo miradas incrédulas que deben de pensar en lo indefensa que parezco. En la mesa de Gryffindor, estaban los idiotas de chico 1 y chico 2... Quiero decir... Fred y George. Los gemelos llevaban cada uno una tostada en la que habían hecho unos ojos y una boca. Cada uno movía su tostada-cara como niños. Sí, ya soy Iris-Dos-Caras Moon.

En ese momento vi como uno de ellos dejaba de mover la tostada y el otro la tiraba al plato. Me gire, deduciendo que ya estaba Nott a mi lado. Y así era. Las demás mesas parecían pasar de mí ahora. Ya soy oficialmente una serpiente.

Nos sentamos en la mesa de Slytherin y Nott me miraba esperando una respuesta sobre la demostración.

-Tenías razón.- dije.

-Recuérdalo, Moon:- dijo Nott.- Yo siempre tengo razón.

-Me puedes llamar Iris.

No dijo nada al respecto, ya que empezó a desayunar. No sé por qué, pero sabía que me iba a seguir llamando Moon.

Mientras desayunamos, el correo llegó. Tuve una carta de mis padres y, ya de paso, le di a la lechuza la carta que iba a mandar anoche, que aun llevaba en el bolsillo de la túnica.

Las clases pasaron con normalidad. Siempre me sentaba con Nott y nunca decíamos nada, salvo cuando yo no sabía algo. Él me ayudaba mucho y yo no entendía que podía aportar yo como compañía de soledad.

El viernes tenían a primera Pociones Dobles con Gryffindor. Los de Slytherin estaban contentos de poder humillar a los leones, pues se decía que el profesor Snape siempre nos favorecía.

Después de desayunar, bajé con Nott a los calabozos donde se daba la clase de Pociones. Cuando empezó la clase y el profesor Snape paso lista, se detuvo en Harry Potter, nuestra "nueva celebridad" según él. Los de Slytherin se tapaban la boca para no reír.

Snape nos empezó a explicar el arte de las pociones que, por cierto, a mi me encanto. Puede que ya tenga asignatura favorita...

Después de un silencio, Snape empezó a hacerle preguntas a Potter que no tenía ni idea de nada. Eso causó que Malfoy y sus secuaces, que se sentaban delante de nosotros, se rieran. Snape dió la solución a todas las preguntas, y nos hizo copiarlo todo.

Era verdad: Snape no aguantaba a los Gryffindor, pero eso no era malo... Para los de Slytherin, claro. A medida que pasó la clase, me di cuenta que Malfoy era el favorito del profesor.

Uno de Gryffindor, no sé cómo, derramó la poción haciendo que nos subiéramos todos a los taburetes. El chico lloriqueaba porque Snape estaba muy enfadado y, además, le estaban saliendo pústulas por la nariz. Otro Gryffindor se lo llevo a la enfermería y Snape le echo la culpa a Potter por no ayudar al chico de las pústulas.

Después de las clases, Nott y yo nos fuimos a hacernos compañía solitaria a la Sala Común y no pasó nada interesante hasta el jueves de la siguiente semana...

La Slytherin de dos carasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora