Ella se queda dormida entre mis brazos y juro que no quiero soltarla. Es tan bonito verla así, en paz, descansando su cabeza de todos los problemas que la aquejan. Acaricio su mejilla con mucha delicadeza procurando no despertarla. Y viéndola así recuerdo las palabras que dijo tan solo unos momentos atrás. Me odiará. Cuando se entere que un hombre murió y que soy cómplice me aborrecera. Le daré asco cuando sepa que hice eso y haré muchas cosas peores con tal de protegerla. Y como no querer protegerla? Sólo necesito mirarla para darme cuenta de que significa más para mí de lo que cualquier otra cosa pudo importarme desde que tengo memoria. Viéndola así entiendo que jamás podría permitir que algo le pase, sobre todo si está en mis manos evitarlo.
Intento con todas mis fuerzas salir lentamente de la cama para que ella no se despierte. Y lo logro. No se despierta, sigue profundamente dormida. Me acerco a su frente y le doy un beso de despedida.
Me encamino fuera del bar, no sin antes aceptar una bolsita de comida que Bianca me da. Tengo que ir a casa, pero no quiero hacerlo. Siento que si me quedo sólo la culpa me carcomerá ¿Cómo hago para estar cerca de Holly cuando me siento tan culpable por todo lo que he hecho? No sólo ahora, sino en el pasado. Muchos tipos han muerto por mi culpa, es decir, no por mi culpa, pero he participado, o sea que si soy culpable en cierto aspecto. Y no puedo soportarlo porque sé que en algún momento esto logrará separarme de Holly.
Han pasado varias semanas y Holly está totalmente recuperada, ya se siente mejor y ha vuelto a trabajar, lo cual me hace inmensamente feliz, ya que de verdad estaba sumamente preocupado por ella.
Yo he continuado con mis trabajos sucios para El Jefe, no me queda otra opción lamentablemente. Lo único positivo es que nadie más ha muerto, sólo algún que otro herido por ahí y algunos internados en el hospital por allá, pero nada grave. Lo que si es grave es el acercamiento que estoy experimentando a mi yo del pasado. Ese Val al que lo conocían por torturar y golpear personas para conseguir lo que quería. Por esa razón yo siempre he sido muy conocido y temido en el bar. Muchos se dejan engañar porque no soy fornido ni tengo aspecto de matón, pero realmente si lo soy y sinceramente eso me avergüenza muchísimo. En el pasado me gustaba serlo, me gustaba ser un matón, ser temido, pero ya no. Ahora sólo quiero ganarme el corazón de la chica que me gusta y se que no lo lograré si ella se entera de lo que yo solía ser. Aunque tampoco quiero ocultarle nada, por esa razón todo es tan difícil.
Mi teléfono comienza a sonar y yo ya se quién es.
-Hola -digo frío.
-Hola chico, te necesito en el galpón. Ya.
-En seguida salgo.
Me apresuro a salir de mi departamento, me subo a la moto y emprendo camino. Tengo una mala espina. Algo me dice que hoy las cosas no saldrán nada bien y eso me pone muy nervioso. Ni siquiera sé lo que debo hacer, pero ya tengo un mal presentimiento.
Llego al galpón, me bajó de la moto y los chicos están afuera esperándome. Sigo sin llevarme bien Blas, pero Dereck se está convirtiendo en un muy buen amigo.
-Hola chicos -digo acercándome.
Todos me saludan, incluso Blas, lo cual es extremadamente raro. Sigo pensando que algo no está bien.
-¿Alguno sabe de qué se trata esto? El Jefe siempre me llama para que venga con urgencia, pero lo de hoy fue distinto. Incluso más urgente, como si literalmente fuera algo de vida o muerte.
-A ninguno de nosotros nos han dicho nada más. Solo sabemos que nos quería aquí rápido -dice Dereck.
La puerta del galpón se abre y uno de los monos de El Jefe se asoma por la abertura. Mira hacia los alrededores, probablemente corroborando que no haya nadie sospechoso cerca.
-Pasen, rápido -dice.
Nosotros entramos rápido e inmediatamente nos sumergimos en la oscuridad, hasta que llegamos a la zona iluminada del galpón.
-Que bueno verlos chicos. Tengo un trabajito para ustedes.
-Lo que usted diga señor.
-Bien saben que estuve una semana esperando que Covalsky me dé el dinero que me debe.
Todos nosotros asentimos. Ya fuimos a su casa, lo presionamos, se llevó varios golpes y prometió devolver el dinero dentro de esta semana. Pero por lo que veo no lo ha devuelto aún.
-Quiero que vayan a su casa y lo maten, a él y a toda su familia.
-¿Cómo dice? -pregunto yo atónito.
Si, estoy acostumbrado a escuchar la palabra "matar" en alguna oración, pero como una consecuencia de algo. Esto es una orden directa.
-Creo que lo dije bastante claro. Quiero que vayan a su casa y lo asesinen junto con su familia. Nadie volverá a verme la cara de tonto otra vez.
-Pero señor, ¿no hay otra solución? ¿No le parece muy extremo esto?
Sé que me estoy sobrepasando. Sé que no será bueno para mi cuestionarlo tanto, pero no quiero hacerlo. En serio no quiero matar a nadie. Ese tipo tiene tres niñas pequeñas y no quiero ser el responsable de su muerte. No se lo merecen. El problema es con Covalsky, no con su mujer ni con sus niñas, sólo con él.
-¿Estás cuestionandome? -me pregunta endureciendo aún más su voz.
-No lo cuestiono, sólo pregunto.
-Bueno, guarda tus preguntas para respondertelas a ti mismo. No quiero cuestionamientos, quiero acción. Ahora, váyanse.
-No lo haré -digo sin pensar.
-¿Cómo dices? -dice El Jefe enfurecido.
No lo pensé, no lo medité, pero no puedo hacerlo. Es demasiado para mí. Hice muchas cosas malas, pero no lastimaré a cinco personas inocentes, eso sobrepasa mis límites.
-Si, como escuchó. No cuente conmigo. Yo no lastimaré gente inocente. Tiene tres personas más aquí que están dispuestas a hacer su trabajo.
-¿No recuerdas nuestro trato? -me pregunta.
-Claro que lo recuerdo, pero usted no va a chantajearme y tampoco tocará a Holly.
-Obsérvame.
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Me enamoré de un Pandillero
RomanceHolly perdió a sus padres en un accidente que nunca ha quedado claro. Queda a cargo de su madrina, a quien sólo le interesa el dinero que recibe mensualmente por ser la tutora de la muchacha. Holly, cansada de su situación toma una decisión drástica...