El Maldito Papel- [Narrado Por Val]

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Por fin. Esperé tanto tiempo por esto y por fin lo tengo. La tengo a ella, aquí, entre mis brazos y es mejor de lo que jamás imaginé ¿Por qué la besé? Porque ya no podía aguantar mas. Llevo mucho tiempo esperándola y no digo que me arrepienta o que ya no vaya a hacerlo, pero no pude resistirme. Verla allí, sentada en el sofá con eso vestido tan bonito que resalta su piel, viendo esos ojos tan hermosos que me observaban curiosos y me sostenían la mirada. Fue cosa de bajar la mirada a sus labios bellos y carnosos y volverme loco, perdí la cabeza. No pude evitarlo ¿Y cómo hacerlo? Si todo de ella me atrae como si ella fuera una luz incandescente y yo un insignificante bichito pequeño. Así me siento y debo admitir que no me molesta para nada sentirme así, porque la amo, estoy locamente enamorado de ella.
Sentir sus cálidos labios, sus besos, su respiración agitada, el calor de su cuerpo, los latidos de su corazón, me llevan al cielo. Y ni hablar de sus caricias en mi cabello, me lleva a la locura, es como estar en el mejor de los paraísos. Quisiera no tener que apartarme nunca de ella, quisiera no tener que dejar de besarla nunca, pero debo hacerlo porque necesito saber su opinión, necesito saber qué piensa. Así que muy a mi pesar me alejo levemente de sus labios y apoyo mi frente sobre la suya.

-Ya no podía aguantar más, perdóname -le susurro.

-¿Qué cosa no podías aguantar más? -me pregunta ella con la respiración agitada.

-No aguantaba más las ganas de besarte, Holly.

-¿Y por qué me pides perdón?

-Porque dije que te iba a dar tu tiempo, dije que te iba a esperar y no lo estoy cumpliendo. Por eso te pido perdón.

Ella se queda en silencio, sólo me sonríe. Por lo visto tampoco le molesta demasiado que la haya besado. Y eso me hace inmensamente feliz.

-No te preocupes. Me alegro de que lo hayas hecho.

Ella se aleja un poco de mi y vuelve a sentarse en el sillón. Prendemos la tele y nos ponemos a hacer zapping. Lo único que encontramos para ver, que nos gustara a los dos, es los Simpsons, así que eso hacemos. Nos quedamos allí sentados mirando televisión, podríamos irnos a la cama en lugar de estar aquí sentados, pero ninguno de los dos tiene demasiado sueño.

Nos quedamos dormidos allí sentados mirando los Simpsons, y no me di cuenta de ello hasta la mañana siguiente cuando el sol comienza a colarse por las ventanas en los sitios que las cortinas no cubren. Ella está recostada en mi hombro, durmiendo muy tranquila, con su boca entreabierta. Y al verla así me dan ganas de llenarla de besos. Besar su nariz, sus ojos, su frente, sus mejillas, su barbilla y finalizar en su boca. Nunca antes me había sentido así por alguien, pero ahora entiendo lo que es estar enamorado. Puedo entender ahora por qué desde el comienzo siempre me he preocupado tanto por ella.

Me levanto con mucho cuidado de no despertarla. Sostengo su cabeza con suavidad y la recuesto en el sillón, subo sus piernas para que esté en una posición más cómoda y la cubro con una manta.

Tengo hambre y estoy seguro de que cuando Holly se despierte también, así que comienzo a hacer el desayuno. Y mientras espero que todo se cocine recuerdo el momento en el que me despedí de Bianca. Para que no me olvidara la dirección de la cabaña ella lo anotó en un pequeño papel y lo guardó en el bolsillo de mi chaqueta cuando me dio el abrazo de despedida. Debo quemar ese papel, si cae en otras manos que no sean las mías o las de Holly, estaremos arruinados. Así que busco la chaqueta y cuando la encuentro reviso el bolsillo derecho, pero el papel no está allí, lo cual me parece muy extraño, ya que recuerdo que ella lo guardó ahí. Busco en el otro bolsillo pero tampoco lo encuentro. Me agarro la cabeza con las dos manos, preso del pánico ¡¿DÓNDE DEMONIOS DEJÉ EL MALDITO PAPEL?!

-¿Val?

Yo me volteo sobresaltado. Se despertó ¡¿En qué momento se despertó?! ¿Qué se supone que haga ahora? Le juré que la mantendría a salvo y acabo de perder un papel que delata el lugar donde la tengo escondida ¿Qué hago ahora?

-¿Estas bien? Pareces preocupado ¿Pasa algo? -me pregunta acercándose a mi.

Holly posa su mano sobre mi hombro y juro que no puedo sentirme más culpable. Estuve a punto de perderla ayer cuando esos tipos nos interceptaron en la estación de servicio y cabe la posibilidad de que yo se la haya entregado en bandeja de plata a El Jefe.

-No, estoy bien. No te preocupes -le digo sonriendole- ¿Quieres comer? Estoy haciendo el desayuno.

-Si, la verdad es que muero de hambre. Me encantaría comer algo -dice ella riendo.

Ambos desayunamos y luego nos ponemos a ordenar un poco la casa. Holly quiere sacar sus cosas de la mochila y meterlas en el armario, pero considerando que probablemente en cualquier momento debamos irnos de aquí yo le digo que no lo haga.

-¿Por qué no?

-Porque no estamos del todo seguros aquí, Holly.

-¿Qué quieres decir con eso? ¿A caso pasó algo que no me hayas contado?

No sé qué hacer. No sé si decirle o no. No quiero ocultarle nada, pero tampoco quiero que esté intranquila. Necesito que se sienta segura aquí, por lo menos hasta que se me ocurra otro lugar donde llevarla.

Me enamoré de un PandilleroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora