Me enamoré de un Pandillero

Devolverle El Favor

Cuando Val me grita "¡ahora!" ya no puedo pensarlo más. Corro lo más rápido que me dan las piernas, me subo a la moto y acelero. No tengo idea de a donde ir, sólo se que tengo que hacer lo que el me dijo y escaparme, salvar mi vida. Pero siendo sincera, quien está salvando mi vida es él y nadie más que el.

Escucho un disparo y me asustó muchísimo. Miro hacia atrás y me doy cuenta de que soy un blanco en movimiento, los dos tipos me están disparando. Disparan tantas veces que me es extremadamente difícil esquivarlo, se que en cualquier momento me atinaran, sólo pido que no me pegue ninguna bala en la cabeza. Intento zigzaguear, totalmente aterrorizada, con la moto para que no les sea tan sencillo darme. Grito desesperada porque no se que hacer, ni siquiera veo las balas como para saber hacia a donde no debo ir para no toparme con alguna. No quiero morir, pero se que tampoco tengo demasiadas posibilidades de sobrevivir. De repente los disparos se detienen, lo cual me extraña, porque por la forma en la que gatillaban antes de que se detuvieran, se nota que lo que querían era derribarme. Miro hacia atrás y él corazón me da un vuelco. Un montón de hombres se están bajando de la furgoneta y rodean a Val. Me detengo. Se que me dijo que debía escaparme, pero no puedo dejarlo ahí, sólo.
Inspiro profundamente y sacó el revolver. Tengo que tener mucho cuidado, ya que no tengo práctica con esta cosa, si me descuido, podría dispararle a Val y ocasionarle la muerte. Debo admitir que tengo muchísimo miedo, no quiero lastimar a nadie y mucho menos matar, pero se que de eso depende tanto su vida como la mía. Así que tomo coraje y manejando con una sola mano acelero a fondo. Estoy acercandome lo suficiente como para tenerlos a todos en la mira, así que comienzo a disparar, intento no apuntar a ninguna cabeza, abdomen, pecho o espalda. Inmovilizo a varios, pero otros se defienden y me disparan. Val los detiene disparandoles en la cabeza. Y pronto todos los que lo amenazaban están en el piso, algunos muertos, otros sólo jadeando del dolor.
Estoy mareada, hay demasiada sangre, hay demasiado olor a sangre. Siento que me desmayaré si no salgo pronto de aquí.

-¿Por qué volviste? -me pregunta acercándose a mi.

-No podía dejarte sólo. No podría perdonarme si algo malo te pasara y yo no hiciera nada para impedirlo.

-Pero te dije que no volvieras si conseguías escaparte.

-Se lo que dijiste, pero no podía dejarte aquí, ahora vámonos.

-¿A dónde creen que van? -dice una voz grave detrás de mí.

¿Tengo que pasar por lo mismo de nuevo? ¿Otra vez me sorprenden por la espalda? Tengo que aprender a estar más alerta. Me giro lentamente y me encuentro con un tipo de traje gris y ojos ocultos bajo lentes de sol. Me resulta conocido, incluso su voz me resultó conocida en cuanto habló, pero no se quien es. Detrás de él hay más monos ¡¿De dónde salen tantos lame suelas?!

-¿Qué hace aquí? -gruñe Val colocándose delante de mí.

Tiene más miedo que nunca, puedo verlo en su rostro. Pero, ¿por qué? ¿Qué tiene de distinto este hombre de los demás a los que nos hemos enfrentado? ¿Quién es este tipo que se presenta ante nosotros vestido de esta manera y actuando como si fuera el rey de todo?

-¿Pensabas que dejaría todo el asunto en manos de estos ineptos? Que equivocado estas.

-No se la llevará.

El cuerpo de Val tiembla, se que esos temblores son provocados por la rabia, pero también por el miedo. Sabe que probablemente este sea el final de nuestro intento de escape.

-Observame. Atrapenla.

Yo me aparto de la protección de Val y saco mi arma. El me sonríe orgulloso y saca la suya también.

-¡Ni un paso más! -grito con fuerza-. Nadie me llevara a ningún lado.

Ellos se empiezan a reír, todos, estallan en carcajadas. Yo apunto con mi arma al más corpulento de los tipos y le atravieso el hombro de un balazo. Las risas cesan y ellos también sacan sus armas. Me siento acorralada, ya no se qué hacer. Si intento disparar, lo más probable es que nos terminen matando, y si no lo hago, lo harán de igual manera.