Interceptados

52 3 1
                                    

Llevamos un largo rato viajando y yo comienzo a preguntarme cuánto más falta.

Tengo que admitir que este viaje está siendo bastante incómodo, ya que desde que salimos de mi habitación, Val y yo no hemos cruzado ni una sola palabra. Tampoco sé si quiero que lo hagamos, ya que en serio no sabría qué decirle ni como sostener una conversación con él. De verdad quisiera que las cosas no tuvieran que ser así.

-Estoy a punto de quedarme sin combustible -dice el volteandose un poco.

-¿Y entonces? -pregunto entrando en pánico.

-Aquí cerca hay una estación de servicio, así que pararemos ahí y luego seguiremos nuestro camino.

Efectivamente, unos pocos metros más adelante se logra divisar una estación de servicio. Cuando llegamos allí ambos nos bajamos de la moto. Yo me muero de ganas de ir al baño, por lo que le aviso que me dirijo hacia allí. Él asiente con la cabeza y no aparta su mirada de mi. Cuando llego al baño hago lo propio y luego me lavo las manos, salgo y me encamino nuevamente a la moto.

-¿En serio pensaste que se podrían escapar? -pregunta una voz con tono burlón detrás de mí.

Cuando estoy a punto de darme la vuelta para ver quién está hablándome, no puedo, el sujeto no me deja. Me toma por la cintura y comienza a arrastrarme. Yo grito y doy patadas al aire intentando que me suelte.

-¡¿Holly?! -pregunta Val a los gritos.

Está saliendo del baño de caballeros buscándome por todas partes, cuando me ve, siendo arrastrada por una persona que ni siquiera se quién es. Su cara se desfigura, la furia lo domina y comienza a correr hacia mí. Yo le grito que por favor me ayude.

-¡Sueltala! -grita.

El tipo que me arrastra hace caso omiso al grito amenazante de Val y continúa ejerciendo fuerza para llevarme con él, con mucha rapidez, como si yo no pesara más que un pequeño saco de papas. No entiendo a dónde me lleva, pero cuando miro hacia atrás lo comprendo. Hay una furgoneta negra con los vidrios polarizados esperando estacionada con la puerta abierta. Allí me lleva, me meterá ahí dentro. Este hombre es uno de los secuaces de El Jefe, ese mafioso del que Val nos habló a mí tía y a mi. No quiero, no quiero ir. No puedo permitir que me lleven ¡¿Quién sabe qué tienen pensado hacerme?!

-¡Suéltame, suéltame! -comienzo a gritar desesperada mientras no paro de removerme-. Val, por favor, ¡no dejes que me lleven!

Las lágrimas me inundan los ojos, mi voz se empieza a quebrar. Quiero seguir gritando y luchando, a pesar de que estoy exhausta de tanto luchar y gritar para que me suelte. Y estoy casi dentro de la furgoneta. Creo que todo se terminó para mi. Puede que esta sea la última vez que pueda ver a Val. Lo miro, como corre con una desesperación que brota de sus poros, como hace un esfuerzo tremendo por llegar a mi. Intento que se enfoque en mis ojos y cuando lo hace artículo con mis labios "te quiero".

-¡No vas a llevártela Blas! -grita con tanta fuerza que incluso doy un brinco por la sorpresa.

Se abalanza hacia mi captor y consigue desestabilizarlo, gracias a eso logro escaparme. Cuando me alejo un poco los veo pelear. Vuelan puñetazos, algunas patadas, más y más golpes. Val intenta esquivar todos los golpes que el tipo le lanza, pero no logra esquivarlos a todos.

De pronto veo como de la camioneta se bajan 2 tipos más que se dirigen hacia mi. Entiendo que lo que quieren es capturarme nuevamente y subirme a la camioneta entre los dos, así que le grito a Val para advertirlo sobre la presencia de estos dos nuevos enemigos. El me pide que corra y yo lo hago. Se que tengo la suficiente resistencia como para hacer que ellos se cansen y luego volver con Val para que por fin nos vayamos.

Corro y no dejo de correr. Ellos me persiguen y se nota que están agotados, que los pies les pesan y que les cuesta seguir corriendo. Veo el esfuerzo que hacen para respirar y debo admitir que me resulta muy gracioso verlos así. También miro a Val, estoy muy preocupada por él, lo último que quiero es que salga lastimado por defenderme a mi. Quiero que esto termine pronto y que podamos escapar por fin de aquí. Lo noquea. Val le pega un puñetazo tan fuerte que logra tirarlo al piso y el tal Blas ya no se mueve. Sólo está allí, tirado, yace como si estuviera muerto y siendo sincera ya no me importa si es que en verdad lo mató o no. Sólo me importa habernos librado de él.

-¡Ven, ven!- me grita Val.

El está subido a su moto y ésta puesta en marcha, lista para sacarnos de allí en cuanto me suba. Yo también estoy casada, debo admitirlo, pero quiero irme de aqui, así que hago un último esfuerzo y aligero mis zancadas, hasta que llego a la moto, me subo y Val arranca. Miro por encima de mi hombro y veo a los tipos abandonando a su compañero, subiéndose a la furgoneta y se que la persecución continuará.

-Nos siguen -le digo a Val.

-No te preocupes, todo estará bien -su tono de voz no me convence demasiado.

Val mira hacia atrás, ve lo cerca que están de nosotros y lo noto preocupado. La furgoneta avanza y se acerca demasiado a nosotros, entiendo que tienen la intención de hacernos caer de la moto. El tipo que conduce da un volantazo y creo que hasta aquí llegamos, que ahora si nos van a atrapar. Pero eso no está en los planes de Val. El baja la velocidad para que nos quedemos más atrás, por lo que la furgoneta se va hacia un costado pero no nos toca, así que el conductor frena en seco y Val acelera nuevamente.

Otra vez se acercan a nosotros, estamos casi a su merced, cuando de pronto ingresamos en una ruta en donde hay mucho tránsito. Un embotellamiento tremendo de coches que supongo será un problema gigante para los dos y nos entorpecerá el escape.

-¿Y ahora que hacemos? -le pregunto.

-Tranquila, esto es perfecto.

Val se mete entre los espacios vacíos que hay entre los autos, de manera que la furgoneta queda atrás. Val acelera y se que por fin estaremos a salvo, al menos por ahora.

Me enamoré de un PandilleroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora