Por Angie

62 3 5
                                    

En cuanto escucho lo que el abogado dice me quedo dura ¿Casarse? ¿Cómo que casarse? ¿Cómo va a casarse? No puede pedirle eso. Es decir, si lo no hace, ¿qué pasa? ¿Pierde a la niña? Es ridículo. La última voluntad de Dereck fue que Val se hiciera cargo de Angie.

-Disculpe, ¿cómo dice? -pregunta Val atónito.

-Si, usted debería casarse. Preferentemente con una mujer que tenga solvencia económica, de esa manera podría ayudarlo a asegurarle un futuro a la menor.

-Pero no puedo casarme así como así -dice Val confundido.

-Bueno, ese es el consejo que yo le doy. Si presentamos ante el juez el caso tal como está, usted no obtendrá la tutoría y la niña irá a un orfanato o a una familia de tránsito.

Val me mira con los ojos llenos de lágrimas. Jamás lo había visto asi y se que es porque realmente le importa Angie. Él no quiere que se la lleven a otra parte.

-¡¿Cómo dice?! Eso no puede ser -digo alterada-. Angie acaba de perder a su padre, la única familia que tenía ¡¿Y usted quiere separarla de una persona que la conoce y era de confianza para su padre para llevarla con gente extraña?! ¡¿Cómo puede ser tan insensible?!

-Señorita, voy a pedirle que se calme. Yo no hago las leyes, yo sólo las estudié y trabajo con ellas.

-Entonces busque entre esas leyes que estudió una que favorezca a la niña en lugar de perjudicarla y hacerla infeliz.

-Bueno, estas leyes favorecen a cualquier niño. No le faltará nada.

-¿Y amor? ¿Qué me dice del amor? ¿Eso no le faltará? ¿Usted piensa que ella se sentirá amada si la alejan de personas a quienes les tomó cariño? Ella nos quiere, se encariñó mucho con nosotros en poco tiempo ¿Eso no cuenta para nada?

-Como le digo, yo no puedo entrometerme en esas cosas. Porque al final, quien dirá la última palabra será el juez.

Estoy indignada ¿De verdad piensan que esas leyes ayudan a los niños? Los niños necesitan amor, contención, no sólo techo y comida. Es decir, son cosas muy importantes, pero no es lo único. Quiero pensar rápido en una solución porque realmente no quiero que alejen a Angie de Val. Y pronto se me ocurre una idea.

-Oiga, quiero hacerle otra pregunta, ¿puedo?

-Si, dígame.

-Resulta que mis padres han dejado varias cosas a mi nombre. Supuestamente puedo disponer de todo eso cuando cumpla dieciocho, además, tengo trabajo ¿Yo no puedo pedir la tutoria de la niña? -le pregunto.

Si, yo quisiera hacerme cargo de Angie. Es una niña muy bonita, muy buena, muy dulce y me encariñé con ella desde el primer momento en el que la vi. Me encantaría poder cuidarla el resto de mi vida. Si bien sé que es mucha responsabilidad, yo quiero hacerlo y sé que puedo lograrlo.

-Bueno, en un principio, si. Pero como usted no figura en el testamento como posible tutora, no puede hacerlo directamente como podría el señor Valentín. Sería un proceso más largo porque debería esperar a cumplir sus dieciocho años, casarse de igual manera porque usted es incluso más joven que Valentin, luego cobrar sus bienes y por último iniciar el trámite. Mientras tanto Angie iría a un orfanato o con una familia de tránsito, como mencioné anteriormente. Además, se arriesga a que algún desconocido la adopte antes que usted.

Toda la ilusión se me cae abajo ¿Por qué todo es tan difícil? ¿No hay una forma de que Angie pueda quedarse con nosotros y que no sea un proceso tan largo?

-Entonces yo no podría hacerlo.

-No directamente. El único autorizado para adoptar de manera rápida a la menor es Valentín, pero ya les he explicado todas las complicaciones que tienen.

-Está bien, muchas gracias licenciado. Supongo entonces que estaremos en contacto -dice Val levantándose para estrechar su mano con la de el.

-Cualquier duda que tenga no dude en llamarme -dice antes de salir por la puerta.

Un incómodo silencio se instala en el ambiente. A todos nos molesta esta situación. No queremos que Angie se quede sola, es muy pequeña y ya ha tenido bastante con perder a su papá, como para que encima se la lleven con gente desconocida.

-¿Qué hacemos? -pregunta Val.

-No lo sé ¿Qué se supone que hagamos? ¿Qué debemos hacer? Estamos prácticamente con las manos atadas -digo yo indignada.

-No podemos dejar que separen a Angie de nosotros.

-Ni hablar. Debemos buscar una solución urgente -dice muy serio.

Nos quedamos en silencio nuevamente. Incluso Bianca intenta idear un plan para evitar que nos separen de la niña. Pero nada se nos ocurre y es frustrante.

-Oye -me dice Val tocando mi mano.

-Sí, dime.

-¿Estarías dispuesta a hacer cualquier cosa para ayudar a que Angie se quede con nosotros?

-Claro que sí. Mientras sea legal, me anoto a lo que haya que hacer.

-¿Estás segura? ¿No te arrepentirás de tus palabras?

Tengo que admitir que me asusta que me haga estas preguntas y de esta manera. Es decir, si ya dije que sí, ¿por qué sigue insistiéndome?

-Val, sí. Yo adoro a Angie, le tengo mucho cariño y significa mucho para mí. Haría cualquier cosa para que se quede con nosotros.

-Entonces cásate conmigo.

-¡¿QUÉ?!

Juro que me quedo atónita. De los nervios no puedo respirar, ni tragar, ni hablar, nada. Estoy allí paralizada esperando una explicación a la locura que acaba de soltar por su boca.

-Si, es decir, solo piénsalo. Tu tienes la solvencia económica que yo necesito. Puedo conseguir un trabajo rápidamente y aportar dinero. Si nos casamos no sólo mostraremos mayor estabilidad frente al juez, sino que tu también serías tutora de Angie. Sería como nuestra hija.

-Val, si, todo está muy bonito. Pero llevamos muy poco tiempo saliendo, no podemos casarnos así como así.

-Lo sé, lo sé. Por eso mismo te lo pregunté tanto. Para estar seguro. Se que es una locura, pero hagamoslo por ella. Se merece una familia que la adore y la cuide CON mucho amor, no más sufrimiento.

Yo me pongo a pensar en todo esto. Y es cierto, es un completo disparate. No tenemos ni un año de conocernos, salimos hace muy poco tiempo y yo soy muy jóven, no estoy lista para el matrimonio. Pero por otro lado, yo amo a Val, estoy locamente enamorada de él y tampoco me desagrada del todo la idea. Estoy muy insegura, si, pero no lo descarto completamente. Además, lo estaríamos haciendo por la niña, ella se lo merece.

-¿Y? ¿Qué dices? -pregunta tomando mi mano- ¿Te casarías conmigo?

Siempre pensé que el momento en el que un hombre me pidiera matrimonio sería algo muy romántico, todo lo contrario a la situación actual. Pero dadas las circunstancias, tampoco puedo quejarme.

-Sí -le digo sonriendo emocionada-. Me casaré contigo.

Me enamoré de un PandilleroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora