El Tiempo Que Necesites

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No se cuánto tiempo conduce. Yo solo voy recostada en su pecho, sumida en una especie de trance del que no logro salir. Es como un bucle en el que se repiten una y otra vez los acontecimientos recientes, las sensaciones desagradables, todo.

En un momento se detiene. No reconozco el lugar, estoy segura de que nunca he estado por aquí. Es una cuadra poblada completamente de edificios, no hay casas, solo edificios. Son todos muy bonitos por cierto.

Val se baja de la moto, me quita el casco con cuidado y me ayuda a bajar. Yo continúo sosteniendo el saco que Andrés me dio en el bar. Val pasa su brazo por encima de mis hombros. No me dice ni una sola palabra mientras me guía al interior de uno de los edificios. Tengo que admitir que no estoy prestándole atención a nada a mi alrededor porque no puedo dejar de pensar en todo lo que ha pasado. Fue una situación demasiado surrealista ¿En la cabeza de qué persona cabe que estén abusando de una chica y que en lugar de acudir en su ayuda el resto de las personas se concentren en pelear con los amigos del abusador? Es decir, ¿no se dieron cuenta de que estaba gritando? ¿No podían ayudarme y luego ponerse a pelear? Estoy tan furiosa, con ellos por no ayudarme, con ese tipo por abusar de mi aunque gracias a todo lo que es divino no pasó a mayores, con sus amigos que solo entretenían al resto para que mi abusador concretara lo que quería hacer... Y finalmente conmigo, por no ser más fuerte, por no haber conseguido imponerme, porque Val resultó herido por defenderme.

Mientras todos estos pensamientos bombardean mi cabeza, Val y yo estamos en un ascensor dirigiendonos al 4to piso, según indica el panel y el botón encendido en la pared.

Salimos del ascensor cuando se detiene. Val en ningún momento deja de rodearme con su brazo. Me guía hacia una puerta que contiene el número 60A. Abre con una tarjeta magnética y me lleva dentro del departamento. Es muy amplio, no hay demasiados muebles y la mayoría de las cosas son de color negro, la decoración es muy mínimalista. Tiene la cocina y el living/comedor justo allí donde estábamos parados, luego tiene 2 habitaciones más, una de esas dos debe ser el baño.

Val me guía al sofá, yo me siento y el se arrodilla frente a mi, en el suelo. Yo por primera vez, desde que me levantó del piso del bar en brazos, lo miro a los ojos. El también me está mirando con cautela. Me mira como si me fuera a romper. Su labio está partido, pero ya dejó de sangrar. Aunque sigue teniendo muchos golpes en la cara, la belleza no ha abandonado su rostro. Yo acerco mi dedo índice a su labio apenas lo rozo y el cierra sus ojos. Yo aparto mi mano rápidamente, evidentemente le hice daño. Pero el sujeta mi mano con delicadeza y la coloca sobre su rostro.

-Lo siento, no quería hacerte daño -le digo.

-No lo hiciste, no me duele. Es solo que es la primera vez que me acaricias. Te juro que sentir como me tocas es el mismísimo cielo para mi.

Yo me quedo sin palabras. Es lo más bonito que me han dicho en toda la vida. A mi me encanta tener mi mano en su rostro.

-Gracias por ayudarme. Fuiste el único que me pudo socorrer en ese lugar.

Val baja la mirada, ya no me mira a mi, mira al piso. Veo como aprieta los puños de una manera que siento que va a hacerse daño.

-No sabes lo mucho que me enfureció verte en esa situación. Como ese asqueroso te tocaba, allí, en frente de todos y nadie hacía nada. Estaban todos concentrados en la estúpida pelea que provocaron los amigos de ese imbecil. Y tu ahí, indefensa, siendo abusada. Y yo fui otro imbécil más que se quedó parado viendo.

-¿De qué estás hablando Val? Eso no es cierto.

-Claro que sí. Yo me quedé parado viendo como ese maldito bastardo te manoseaba. Me paralicé, no sabía que hacer. Pensé que si hacía lo que hice antes podrías haber salido lastimada y era lo último que quería. No sabía como actuar y alargue tu sufrimiento. Perdóname.

Me enamoré de un PandilleroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora