El Escape

233 12 2
                                    

Estuve horas así, llorando sin saber qué hacer, hasta que por fin logro calmarme un poco. De pronto me acuerdo de mi caja de recuerdos felices, donde tengo fotos de mis padres y varias cosas que nunca quise desechar. Siempre la he guardado debajo de mi cama, así que me siento en el suelo y la saco de su escondite. Veo la primer cadenita que me regaló mi padre, las colitas que solía usar mi madre para atar mi pelo, un anillo de princesas que me había regalado mi abuela, fotos, muchas fotos y una de las cosas más especiales, un libro, "Valeria Varita", el cuali madre siempre me leía cuando era pequeña. Era un hada que tenía distintas aventuras con sus amigas y le encantaba la moda. Me los leía todos los días y me encantaban. Los demás cuentos están guardados en alguna parte de la casa, pero yo guardé en esta caja el que mas me gustaba. La nostalgia me invade y abro el libro. Lo ojeo y encuentro una carta en el. Nunca antes la había visto y estaba muy sorprendida, sinceramente. El sobre tenía escrito las palabras "Para mi pequeña niña". Por alguna razón las lágrimas comenzaron a deslizarse nuevamente sobre mis mejillas. Abro el sobre y saco de él una hoja de papel de color rosa y leo la letra de mi madre, podría reconocerla en cualquier parte.

"Mi pequeña:
                            Hay muchas cosas que no te he dicho y sigo buscando la manera de decírtelas, pero no la encuentro. No quiero arruinar tu vida, por eso me he callado durante tanto tiempo. Tu padre y yo corremos un grave peligro y algo puede pasarnos en cualquier momento, cuando menos lo esperemos.
Si algo llegara a pasarnos quiero que sepas que ambos te amamos con todo nuestro corazón, que eres, fuiste y serás siempre lo más bonito de nuestra vida.
Holly, hay un lugar donde puedes encontrar todas las respuestas que necesitas, podrás saber todo lo que no te he contado, pero ten cuidado, es peligroso, no deben saber quien eres, no debes decir quienes son tus padres. Este lugar queda en la calle Bailey 282.
Holly, te amamos, perdónanos por todo.
                                                         Mamá."

Mi cabeza da vueltas. Es demasiada información y no entiendo nada. Lo único que entiendo es que la muerte de mis padres no fue un accidente, alguien los quiso matar y lo logró, lo que no entiendo es por qué yo sigo viva. Tendrían que haberme contado lo que pasaba y no lo hicieron, no importan las razones, pero yo debo averiguarlo. Tengo que ir a ese lugar en la calle Bailey, no sé qué encontraré ahí, pero debo arriesgarme, necesito respuestas.

Vuelvo a guardar la carta en el sobre y lo dejo sobre la cama. Tomo mi mochila de la silla que está frente a mi escritorio y la pongo sobre la cama, al lado del sobre. Busco algunas cosas en mi habitación que son indispensables para mi, incluyendo algunas prendas para no estar siempre con la misma ropa y las coloco dentro de la mochila. Luego busco en la cómoda una pequeña caja de color rosa que tengo donde desde siempre guardo dinero para emergencias, nunca lo he tocado hasta ahora y sólo espero que haya lo suficiente como para comer durante unos días mientras busco un trabajo. No tengo idea de donde voy a dormir, pero por ahora eso no me importa, cualquier cosa es mejor que estar aquí. Cuando abro la caja me doy cuenta de que tengo mucho dinero, digo, no me alcanza para comprarme una casa, pero podré mantenerme durante varios días quizás semanas.

Una vez que estoy lista empujo mi cómoda para bloquear la puerta de mi habitación. Me coloco la mochila en la espalda y abro la ventana. Le doy una última mirada a mi habitación. Realmente voy a extrañar este lugar. Pero ya no puedo quedarme, necesito respuestas, necesito saber por qué mis padres murieron. Me subo a la ventana y comienzo a escuchar que Isabel golpea la puerta e intenta abrirla, como no lo logra empieza a gritar.

-¡¿Que estas haciendo encerrada ahí?! Abre la puerta maldita sea.

La escucho hacer más fuerza para abrir. Yo no espero más, salgo por la ventana, me agarro a la rama del árbol que está justo al lado de la pared y comienzo a bajar, salto y cuando por fin estoy sobre el césped, comienzo a correr, no sé hacia dónde, solo se que quiero poner distancia entre la casa y yo.


Cuando me canso de correr me veo parada en el centro de la ciudad, pero no sé qué hacer. Veo la hora en mi teléfono. Son casi las 9 de la noche y mi estómago comienza a pedirme comida. Apago mi teléfono, lo abro, saco el chip y lo tiro lejos, por si mi madrina hace la denuncia e intentan rastrearme, de esta manera nadie podrá contactarme. Necesito ver que tan lejos estoy de la calle Bailey, asi que busco mi ubicación en Google maps y veo que solo estoy a 10 cuadras del lugar a donde debo ir, pero es una zona totalmente desconocida para mi.

Comienzo a caminar y a medida que me voy acercando al lugar al que me dirijo comienzo a sentir miedo. Las calles están a oscuras, solo hay unas pequeñas luces suspendidas en el medio de la calle que no iluminan casi nada. Las casas dan miedo, el lugar en general da ganas de salir corriendo. Caminé ocho cuadras cuando escucho varios motores juntos aproximándose. Miro hacia atrás y veo cinco motos acercándose a toda velocidad. Una de ellas se detiene y las demás lo hacen unos segundos después. Hay una chica pelirroja en una de ellas, luego una pareja en otra (una chica morena y un rubio bastante robusto), y en las otras dos van un muchacho en cada una. Uno de ellos se queda mirándome fijamente.

-Estás perdida?- me pregunta.

Yo sigo caminando y lo ignoro. Pienso que quizás seguirán su camino, pero me equivoco, avanzan lentamente con sus motos al mismo ritmo de mis pasos.

-Te pregunté algo niña, ¿estas sorda? -insiste.

-Pues no, sólo no tengo ganas de contestarle a un baboso como tú.

-Sólo estoy intentando ser amable, no se nota que seas de por aquí.

Sinceramente podría preguntarle si estoy yendo correctamente, pero no confío en que un extraño pueda ayudarme, así que prefiero no hacerlo.

-Estoy bien, muchas gracias por tu amabilidad -digo sonriéndole.

-Como quieras- masculla.

Todos aceleran y me dejan sola en la calle. No pude verlos porque sinceramente no había mucha luz. Distinguí algunos detalles, como el pelo rojo tan llamativo de esa chica, porque valga la redundancia, es algo llamativo.

Luego de unas cuadras más llego a una especie de callejón. Hay muchas motos estacionadas por todos lados y el miedo se hace más grande ¿Dónde vine a parar? ¿Qué estoy haciendo aquí, dios mio? Miro mi celular y me doy cuenta de que llegué. Pero no entiendo por qué mi madre querría que viniera aquí. Miro a mi alrededor y veo que justo en la cuadra que está frente a mi, casi a la mitad de ésta hay una especie de bar, es lo único bien iluminado en la zona. Allí hay motos estacionadas y también hay personas montadas en ellas. Busco en las paredes del bar para ver si encuentro el número de la calle. 282. Es ahí. Esto no tiene sentido. ¿Por qué mis padres me darían la dirección de un bar ubicado en un callejón en un bario como este?

No se que hacer. Podría entrar o podría irme por donde vine, pero no conseguiría nada con eso. Termino decidiendo entrar. Camino cuidadosamente entre las motos e intento ignorar los silbidos de algunos desubicados que están sobre las motos. Cuando entro veo mucha gente hablando demasiado fuerte, algunos bebiendo, otros comiendo. La mayoría son hombres, pero hay varias mujeres, todos están vestidos con cuero. Lo que me llama la atención es que todos llevan un pañuelo rojo atado en la muñeca derecha.

-¿Tu qué buscas aquí? -escucho que dice una voz muy grave detrás de mi.

Me enamoré de un PandilleroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora