La Pequeña

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Se queda helado ¿Es que a caso no se lo esperaba? No me gusta mucho pensar en esto, pero, ellos tuvieron sexo en algún momento, ¿o no? ¿Por qué le resulta tan extraño que pueda ser mi padre? Es decir, lo es, pero le cuesta mucho hacerse a la idea al parecer, y no entiendo por qué.

-Eso no puede ser. Yo no puedo ser tu padre.

-Exacto, es imposible, deja de mentir -dice Isabel aprovechando la confusión de Lucian para evadir la cuestión-. Yo misma me encargué de averiguar con quién se habia ido tu madre. Cuando descubrí que fue con Clifford ella también me dijo que el era el padre del hijo que esperaba, no Lucian.

Está mintiendo. Lo veo en su mirada. Se que todo lo que está diciendo ahora mismo es mentira. Quiere confundirlo, pero yo no dejaré que lo haga.

-¿Recuerdas cuando fue la última vez que estuviste con mi madre de manera íntima?

El se queda pensando durante un momento. Yo quiero facilitarle las cosas, primero porque quiero que se de cuenta de la verdad, segundo, porque quiero que entienda que esta mujer le ha estado mentido siempre que sólo lo utilizó para apropiarse del dinero de mis padres, nada más que por eso. Yo dudo sinceramente que esté enamorada de él. Quizás en un primer momento si lo estuvo, pero ahora, en este momento, no lo está. Por todo esto, comienzo a hacer yo misma las cuentas hacia atrás.

-Fue en abril de 2001, ¿verdad? -le pregunto.

Lucian me mira con los ojos desorbitados. Le di en el clavo, el sabe perfectamente que sí fue por esas fechas. Lo está calculando él mismo, pero sabe que tengo razón.

-Es imposible. Entonces tu deberías haber nacido...

-El 12 de enero de 2002. Ese es el día en el que nací. Coinciden las fechas, ¿verdad?

-¡No la escuches! Sólo quiere darte lástima.

-¿Lastima? ¿Por qué le daría lástima?

-Porque piensas que si le dices que es tu padre el no te matará. Porque el no podría matar a su propia hija, ya que siempre soñó con tener una.

¿En serio? Eso no lo sabía, tampoco me lo esperaba. O sea que si el no hubiera sido tan maldito con mi madre hubiéramos podido ser felices. Me hubiera querido, probablemente fuéramos muy unidos. Pero no, decidió hacer todo mal. Se dejó cegar por Isabel y buscó venganza sin pensar en nada más. Mató a la mujer que más amaba y a su propio hermano. Y ahora quiere matarme a mi para completar esa venganza. Lo que pasa es que no se está dando cuenta de que Isabel quiere esto para quedarse con todo lo que mis padres me dejaron, no quiere apoyar su estúpida venganza, sólo quiere desaparecerme del mapa.

-¿Eso es cierto? -pregunto dirigiéndome a él.

El clava su mirada en mi y veo como sus ojos se comienzan a humedecer.

-Es cierto. Con tu madre fantaseábamos todo el tiempo con tener hijos. No uno, ni dos, muchos. Cinco por lo menos. Pero mi mayor sueño era tener una niña. Una princesa. Una pequeña a la que adoraría con toda mi alma. Soñaba con poner el mundo a los pies de esa niña. Por eso me rompió tanto el corazón que tu madre se fuera con mi hermano. Y cuando me enteré que esperaba una niña y que esa niña no era mía enloquecí. Sentí que mi sueño, ese sueño que ambos habíamos armado me lo estaban arrebatado.

-Pero tu eres mi padre.

-Señor, tenemos a la niña -dice uno de sus monos.

Cuando me giro veo al hombre que acaba de llegar con una niña preciosa en brazos. Ella no para de sollozar angustiada.

-Excelente, traiganla aquí -dice Lucian serio.

Ella está temblando, está muerta de miedo. No entiendo ¿Para qué quieren a una niña pequeña? ¿De qué les puede servir? ¿Qué necesidad tienen de hacer sufrir a una pobre criaturita indefensa que no debe tener más de 4 años? Cuando la tiene en frente Lucian la mira fijamente sonriéndole.

-Cariño, ¿sabes dónde está tu papi? -le pregunta poniéndose en cuclillas frente a ella.

-No, no lo sé -contesta ella con dificultad sin parar de sollozar.

-¿Cuándo fue la última vez que lo viste?

-No lo sé, hace unos días.

-¿Dónde la encontraron? -pregunta Lucian dirigiéndose a su esbirro.

-Estaba en la casa de Mirco. Parece que su padre la dejó a su cuidado.

-¿Y dónde está Mirco ahora?

-Muerto, bien muerto.

-Excelente.

-¿Señor? -pregunta la niña tironeando el pantalón de Lucian.

-Si, dime.

-¿Por qué mataron a mi amigo Mirco? El fue muy bueno conmigo -la pobre niña no para de llorar mientras intenta terminar su frase.

-Porque eso es lo que le pasa a los traidores, pequeña.

-¡¿Como puedes decirle eso?! ¡Es una niña! -le grito.

-Porque esta niña es la hija de un maldito traidor. Y si el no paga las consecuencias de sus actos, ella lo hará. Y debe estar preparada.

La pequeña lo mira asustada y yo jamás sentí tantas ganas de correr hacia una persona y abrazarla. Quisiera poder ayudarla, pero lamentablemente no hay nada que yo pueda hacer por ella.

-Ve y siéntate al lado de Holly -le dice Lucian señalandome.

La niña se da vuelta y por primera vez me mira. Camina como puede hacia mi y se sienta a mi lado.

-Acabo de contarte la verdad más importante de tu vida ¿No vas a decirme nada? -le grito furiosa.

-Necesito pensar -dice el retirándose.

El se va e Isabel lo sigue muy de cerca. Seguro intentará llenarle la cabeza de mentiras otra vez, tirará por el suelo todo lo que yo le he dicho. Pero no me importa, ya tengo asumido que moriré. Lo que me parece importante en este momento es intentar calmar a esta chiquilla.

-Hola -le digo suavemente- ¿Cómo te llamas?

Ella me mira con lágrimas en los ojos y un poco de desconfianza. No la culpo, debe tener mucho miedo. Según lo poco que escuché, su padre la ha dejado, para protegerla al parecer, al cuidado de un hombre al cual han matado y me arriesgo a decir que ha sido frente a sus ojos. No me imagino el tremendo shock que esta pobre criatura está intentando superar.

-Se que tienes miedo -le susurro-. Pero no te preocupes, yo no te haré daño. Te lo prometo.

Ella se relaja un poco, pero no me sonríe, tampoco deja de lagrimear ni temblar de miedo. Quiero intentar distraerla, por lo menos para que deje de estar tan asustada.

-No tengas miedo. Cuéntame, ¿cómo te llamas?

-Me llamo Angelina.

-¿Angelina? Es un nombre muy bonito.

-Muchas gracias. Mi papá siempre me dice Angie. Tu te llamas Holly, ¿verdad?

-Si, mi nombre es Holly.

-Me gusta. Yo tengo una muñeca que se llama Holly.

-¿De verdad? ¿Y cómo es tu muñeca?

-Bueno, ella es una veterinaria -dice emocionada acercándose a mi-. Tiene el cabello largo y moreno. Le encanta su trabajo, le gusta mucho poder curar animalitos. Yo me divierto mucho jugando con ella, es mi favorita.

-¿De verdad? Cuando yo era pequeña tenía una muñeca que también era veterinaria y adoraba jugar con ella.

-¿En serio? ¡Somos muy parecidas! ¿Te gustaría venir a mi casa algún día a jugar a las muñecas conmigo?

-¡Claro que si! ¡Me encantaría! -le digo muy contenta.

Ambas nos reímos. Y yo me alegro muchísimo de haber logrado esto. Es una niña demasiado pequeña, se nota por la forma en la que habla. Es muy chiquita para estar sufriendo todo esto, no quiero que la pase mal, en serio. Por eso, hasta que me llegue la hora, haré todo lo posible por mantenerla contenta.


Me enamoré de un PandilleroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora